El primer rey en distinguir a Madrid con sus simpatías, fue Fernando IV en el siglo XIII, cuando decidió celebrar en la villa las Cortes Castellanas. Luego sería Enrique III y Juan II los que la eligieron para proclamarse reyes de Castilla. Mientras que a Isabel y Fernando, sus católicas majestades, les gustaba pasar largas temporadas en la ciudad. A ellos se les debe edificios como los que poblaron los barrios de Atocha y Santo Domingo, y el Convento de San Jerónimo el Real, sobre uno fundado por Enrique IV, en 1462 (el hermano de Isabel) y que con la reestructuración neogótica de Pascual y Colomer (el mismo que hizo el Palacio de las Cortes) ha servido de escenario para ceremonias tan solemnes como la Boda de Alfonso XIII, o el Tedéum de acción de gracias por la proclamación de Juan Carlos I (al que podríamos apelar "el campechano" si siguiésemos la tradición de poner motes a casi todos los reyes del país, como ocurrió con Felipe "el Hermoso", marido de Juana de Castilla "la Loca", etc... un día ya hablaremos de los reyes y sus motes...)
Pero fue Carlos I el que supo adivinar las condiciones que tenía esta villa y con visión de futuro emprendió la reforma del antiguo Alcázar. Pero fue su hijo Felipe II a quien por lo atinado de sus decisiones lo llamaron "el Prudente", quien hizo que Madrid fuese definitivamente sede de la corte y por tanto capital del reino.
Pongámonos en situación, tras la reconquista había una imperiosa necesidad de unir los diversos pueblos y regiones peninsulares mediante un sistema radial, en cuyo centro se fijaría la sede de la monarquía una vez abandonado el carácter itinerante que tenía durante la Edad Media, pues la corte se iba moviendo por el territorio a medida que iba reconquistando terreno.
La decisión del rey fue motivada en parte por varias razones, una sería la climatológica, pues su altitud y su sequedad contribuían a alejar los peligros de la propagación de la peste y sobre todo por porque ejercía una acción muy salobre para las ciudades de aquella época, cuyas calles solían ser un lodazal en el que se mezclaban todo tipo de desechos. Además los acueductos dejados por los musulmanes la abastecían de agua, y era un centro de comunicaciones esencial, ya que por sus alrededores existía la mayor densidad de caminos que facilitaban las comunicaciones entre las diferentes regiones de la Península. Otra razón que pudo tener Felipe II fue la cercanía de El Escorial.
Isabel de Valois |
Felipe II, llevó a la práctica en junio de 1561 los proyectos de algunos de sus consejeros. Por esas fechas y ante el asombro de sus colaboradores que pensaban que la capitalidad del reino se establecería en ciudades como Toledo o Valladolid, escogió Madrid, una villa castellana que contaba con apenas 20,000 habitantes para convertirla en la capital de la "Monarquía Católica". Al estar tan cerca de la capital podía inspeccionar personalmente las obras. Si a eso le añadimos que a Isabel de Valois
(la esposa del rey, y una de las más amada) el clima madrileño
resultaba muy beneficioso para su maltrecha salud. Pero se cree que una
de las principales razones era que Felipe II que era un rey muy
absolutista, necesitaba un lugar en el centro de todos sus reinos desde
el que gobernarlos todos, así que Madrid se convirtió en "Villa y Corte" tal y como se decía entonces, el mismo día en que el rey decidió establecer su residencia fija en ella.
Felipe II "el Prudente" |
Esta extraña "contribución" que luego se perpetuaría en la administración municipal madrileña, se llamó "regalía de aposento". Este nuevo impuesto
obligaba a que todo aquel vecino de Madrid cuya casa tuviese dos plantas
cediera la segunda a la Corte, para que ésta le diese el uso más
conveniente, es decir para alojar a todos los funcionarios, y empleados del estado, embajadores foráneos, guardias, secretarios y sacerdotes junto con toda la parafernalia que consistían la Corte. Y como no había sitio para ellos, ni corto ni perezoso, que para eso eran sus servidores, el Rey promulgó una ordenanza en la que se obligaba a los vecinos a reservar habitaciones en sus casas para los recién llegados. . Un importante número de alguaciles se dedicaron a recorrer
las calles de la capital para detectar estas casas.
Los madrileños encontraron la solución: construyeron las llamadas “casas a malicia“,
es decir, casas en las que era díficil detectar a simple vista las
alturas. Se utilizaban varios trucos, como colocar las ventanas de manera caótica y a diferentes alturas para despistar a los alguaciles reales. Otra estratagema consistía en construir un sótano bajo la planta que daba a la calle, que no pudiese verse desde fuera, con lo que siendo una casa de dos plantas, parecía de una sola planta,
y por tanto no debía acoger a los miembros de la Corte. Para ello, se levantaron muros exteriores con puerta, desde la que
no se podía contemplar el interior, construyeron pisos intermedios que
no se podían calificar como alturas, facilitaron el engaño mediante el
uso de ventanas a diferentes alturas, etc. El efecto visual confundía al
alguacil que desde fuera sólo veía una altura… En el Madrid actual aún
es posible encontrar alguna de estas casas en pie. En este documento firmado por el Rey, "se exime del pago del impuesto a la casa de doña Ysabel de los Rios, que tenía en la calle que llaman de la flor, sirve con ciento veinte ducados impuestos a censo para el Aposento de Corte conforme al concierto que con el a hecho el licenciado Don Diego Corral".
Dispensa de la Regalia |
En los barrios antiguos de Madrid podemos observar en las esquinas o sobre los portales de las fachadas de muchas casas unas pequeñas baldosas con caracteres alfanuméricos en color azul. En ellas puede leerse por ejemplo, "Visita G Manzana 309" o "Visita G Casa nº 2". Esto se debe a que hubo un momento en que se decidió dar un número específico a cada manzana y portal de la ciudad. Y todo debido a la Regalía de Aposento...
las placas |
En la calle del Conde quedan unas "casas a malícia" |
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