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domingo, 24 de enero de 2016

Del Casino de Madrid a la Casa de las Siete Chimeneas: amores desgraciados, motines y fantasmas..

La calle de Alcalá es muy larga y hay mucho por descubrir en ella, es por ello que daremos pinceladas más o menos breves sobre los lugares menos importantes, y nos centraremos en los lugares que vivieron hechos históricos interesantes.

En el post anterior hablamos de Lhardy, de la Real Academia de Bellas Artes, pero nos dejamos del Casino de Madrid, es un edificio impresionante, tal y como se puede ver desde la calle. Su origen arranca en el año 1836 cuando un selecto grupo de tertulianos que se reunían primero en el Café Sólito, hicieron una sociedad masculina tal y como se estilaba en esa época, vamos un club exclusivo para intelectuales y adinerados, el club tuvo éxito y cada vez había más socios y menos sitio en los locales donde se reunía la sociedad. Uno de los últimos lugares donde se reunían era en el Café del Príncipe, pero al ver que sigue sin haber suficiente sitio para todos se deciden a comprar unos terrenos entre las calles de Alcalá y de la Aduana, estamos en 1903, principios de un nuevo siglo.

"Casino de Madrid (España) 05" by Luis García. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Casino_de_Madrid_(Espa%C3%B1a)_05.jpg#/media/File:Casino_de_Madrid_(Espa%C3%B1a)_05.jpg
Ya hemos dicho que es un club, y para pertenecer al mismo es necesario que dos socios te avalen con su firma para poder formar parte del mismo, además de pagar una entrada de 7,513 Euros y 287 Euros al trimestre, vamos cuatro duros! El edificio en sí vale la pena una visita, y sobre todo la terraza del mismo, pero como no he podido darme ese placer os pongo un enlace para poder hacer una visita virtual. Además me mosquea un poco que no hayan permitido el acceso a las mujeres como socias ¡hasta el año 1987!.

domingo, 17 de enero de 2016

El París de Coco: La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia

Hace tiempo que no escribo sobre una de las ciudades que me apasionan, París, necesitaba inspiración, y esta inspiración me ha venido gracias a un perfume, el más vendido en todo el mundo el Chanel nº5. Con este post conoceremos el París de Coco Chanel, su historia, por donde se movía, los lugares que visitaba...

Pero como siempre haremos una pequeña introducción de nuestra protagonista, para ponernos en situación. Nuestra protagonista nace en Saumur  (ya hablamos de él en nuestro apartado Castillos del Loira) el 19 de agosto de 1883, su padre era Albert Chanel, un chamarilero que mantenía una relación con Jeanne Devolle, pues no estaban casados. Aunque eso no impidió que tuvieran numerosos hijos. Gabrielle era la segunda hija de la pareja, el padre, como siempre, no estuvo presente en su nacimiento, y la madre tuvo que acudir a un hospicio para poder tenerla. Un año después de su nacimiento, la pareja decidió casarse y tuvo cuatro hijos más. Pero ello no evitó que el padre de las criaturas decidiera sentar cabeza.

Gabrielle nació con bajo peso, sus posibilidades de vivir no eran muy grandes, así que el nombre de la niña se improvisó, y la pobre madre decidió que lo mejor era que la niña llevara los apellidos de la monja que se encargó de la pequeña en el hospicio, Gabrielle Bonheur. Con seis años pierde a su madre por culpa de la tuberculosis, su padre, que se encuentra de viaje ni se plantea hacerse cargo de su prole, así que los envía a Vichy junto a los abuelos. Los abuelos tampoco se hacen cargo de los niños, al final las tres niñas acabarán en un orfanato de Aubazine (Julie, Gabrielle y Antoinette) mientras que los chicos (Alphonse y Lucien) se instalaron en una granja en la que trabajarían a cambio de un techo.
El orfanato era un lugar rígido, serio, estricto, Gabrielle permaneció en él hasta cumplir los 18 años, luego fue trasladada a un internado donde permanecería dos años más. Cuando dejó el internado se trasladó a Moulins para trabajar en la merecería de Grampayre en la que trabajaría haciendo arreglos. 

domingo, 10 de enero de 2016

Por la calle de Alcalá... los sótanos del Ministerio de Hacienda, un asesinato y un restaurante emblemático.

Dejaremos atrás los cafés y seguiremos por la misma calle de Alcalá, en el número 3 se encuentra el Ministerio de Hacienda actual, pero lo que nos interesa en sí es el edificio de la antigua Casa de Aduanas. Una muestra típica de lo que es un edificio neoclásico, y que se convirtió en la sede de los recaudadores de impuestos desde 1845.
La decisión de la creación de una aduana en la ciudad fue tomada por el mismo Carlos III, sabiendo el perjuicio que sufría la ciudad, y particularmente el comercio por no haber una aduana capaz donde pudieran estar con seguridad los géneros y frutos que llegaban a ella... así que, a expensas del real erario se decidió construir la Casa de la Aduana, para la custodia, seguridad y despacho de los géneros en el lugar que ocupaban las caballerizas de la reina en la calle Alcalá. La verdad es que ya había un viejo inmueble que ejercía como aduana, se había construido en 1645 en la Plazuela de la Leña, pero se había quedado pequeña ante las crecientes necesidades de la ciudad, no había suficiente espacio para almacenar el aceite, el vino, el cacao, la sal, el chocolate, el tabaco, el plomo...


Era necesario un edifico nuevo en el que centralizar la política de las recaudaciones del Estado, que ya no estaba en manos de particulares. Así es como el nuevo edificio de la Aduana dejó de ser un simple almacén, para convertirse en una verdadera agencia tributaria. Las aduanas exigían el pago de lo que se conocía como Rentas Generales, que fundamentalmente eran los derechos por la entrada y salida de mercancías del territorio español; los géneros extranjeros que llegaban a Madrid debían satisfacer además otros impuestos. Durante el reinado de Carlos III, se adoptaron decisiones de enorme transcendencia, como unificar los distintos aranceles de importación en uno sólo, que se aplicaría en todas las aduanas, y la liberalización del comercio entre España y las Indias. Con esta medida se construyeron nuevas aduanas tanto en Madrid como en todos los puertos más importantes del Estado.