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jueves, 18 de abril de 2019

La ÎLe-de-la-Cité (I): los orígenes de Nôtre-Dame

La île-de-la-Cité es el centro histórico de la ciudad desde que los Galos, los Romanos y los Francos se instalaron en una isla en medio del Sena. En la parte occidental de la isla estaba el palacio galo romano que más tarde sería ocupado por merovingios y, que Felipe el "Hermoso", de la dinastía de los Capetos, manda reconstruir en el siglo XIV.

En la actualidad ocupa el lugar el Palacio de Justicia. La parte oriental se destina a los ritos religiosos, pues ya en el años 362 d.C. existía una lugar de culto en el lugar que actualmente ocupa Nôtre Dame. Pronto surge una ciudad eclesiástica en torno a ella, el baptisterio, el palacio episcopal, el Hôtel-Dieu y el cabildo. 

Más tarde, cuando la sede de los reyes se traslada, el aspecto de la zona cambia pues ya no son necesarias las amplias plazas y calles para las fiestas de la corte, con lo que aparecen numerosos callejones estrechos, que, tras la remodelación hecha por el Barón Haussmann nos da el aspecto actual.

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En la época medieval la isla es un laberinto de calles estrechas de un metro o metro y medio de ancho, las casas suelen tener de 5 a 6 pisos, con fachadas de 15 metros sobre el nivel del suelo, cada piso adicional se proyecta un poco más que el inmediato inferior, hacia el centro de la calle, de manera que el escalonado dificulta la visión del cielo y hace que los callejones sean aún más oscuros y lúgubres.

En la parte NE de la isla están la Rue de la Colombe y la Rue des Ursins, situadas en el antiguo barrio de la catedral, antes separado del resto de la ciudad por una muralla con tres puertas. La entrada al barrio estaba estrictamente reglamentada y totalmente prohibida a las mujeres, aunque se solía hacer la vista gorda cuando algún cardenal necesitaba explayarse con alguna que otra mujer de vida alegre dentro de estos muros. 


By Sudharsan.Narayanan (Notre Dame  Uploaded by Paris 17) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons
El Parvis de Nôtre-Dame, o Plaza de la Catedral, en cuyo centro hay una placa de bronce que señala el centro geográfico administrativo de París, el KM 0, desde donde se miden todas las distancias kilométricas del país. 

Bajo la plaza podemos visitar a los largo de los 117 metros de la cripta arqueológica, las ruinas de numerosas casas de los siglos XVI y XVII, y la iglesia merovingia de Saint Etienne. Estas construcciones galo romanas se descubrieron por casualidad, cuando se excavaba para construir un garaje subterráneo. Se accede a ellas por la escalera del garaje.

En el extremo oriental de la isla, cuna de la ciudad medieval, se encuentra el monumento más bello de la ciudad: Nôtre-Dame, sucesora de los altares en honor de los dioses galos y posteriormente romanos, se erigió en el siglo VI una basílica cristiana que tras ser destruida por una de las muchas invasiones normandas en el siglo IX, pronto será reconstruida, ampliada y embellecida. 

Luís IX y el canónigo Maurice de Sully, deciden que ya es hora de que la ciudad posea una catedral digna, donde celebrar los actos religiosos y acoger al gran número de fieles con que contaba la ciudad por entonces. Pronto se convertirá en el escenario de un buen numero de acontecimientos que cambiaran el curso de la historia. 

El lugar donde deciden construirla, ya era considerado como un lugar sagrado en tiempos prehistóricos, los asentamientos encontrados así lo demuestran. En el siglo IV se erige una iglesia paleocristiana sobre los restos del templo galo romano que ya existía en el siglo I d. C.

Esta iglesia paleocristiana dedicada a San Esteban (Saint Etienne) será la que dará lugar a la nueva catedral.
Durante los casi dos siglos que dura su construcción todas las técnicas y estilos de la arquitectura gótica se utilizan en su diseño. 


Se pone en movimiento a miles de canteros, carpinteros, herreros, escultores y vidrieros a las órdenes de Jean de Chelles y Pierre de Montreuil, que trabajan duramente a lo largo de los años, a pesar de que las obras suelen suspenderse las tardes de sábado y vísperas de fiesta, el domingo y las fiestas de guardar (al menos 30 al año), eso sin contar las interrupciones debidas al mal tiempo.

Es por ello que Nôtre-DAme cabalga entre dos épocas de la arquitectura religiosa, será la última gran catedral de tribuna (como la de Saint-Denis) y la primera con arbotantes, imitada 30 o 40 años más tarde por las de Estrasburgo, Reims o Chartres. El coro y la nave eran de un gótico temprano, pero fueron reconstruidas en un gótico más puro, como el del crucero, mientras que la fachada principal es de transición.

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En la superpoblada Cité todo el mundo participa de un modo u otro en la gran empresa: el rey y los clérigos junto con los nobles contribuyen económicamente, así como las corporaciones y los gremios; los más pobres prestan sus brazos y fuerzas a la obra colectiva.

El proceso será largo, muy largo, y se divide en cuatro etapas que irán cambiando el proyecto original y darán lugar a lo que actualmente podemos contemplar. A lo largo de más de un siglo, unos agrandan los ventanales, con el fin de iluminar su interior, otros reemplazan esas vidrieras por cristales blancos. 

Se ponen y quitan estatuas y motivos. La catedral está en continuo cambio hasta que en 1802, Napoleón, al rendirle culto se da cuenta del lamentable estado en el que se encuentra después de tanto cambio, está en tan mal estado que los organizadores de su coronación deciden "vestirla" con tapices y banderas para disimular sus desnudos muros.

Viendo el panorama Victor Hugo, indignado, incita mediante su gran obra "Nôtre-Dame de París" a escritores, artistas y políticos, a pedir a Luis Felipe una restauración completa del edificio, la cual se encomendará a Viollet-le-Duc, el mayor restaurador del reino en cuanto a edificios medievales se trata. 

Gracias a Dios que el escritor aún no había nacido cuando la "insigne parroquia de Francia" era un antro más bien peligroso. Durante los siglos XV y XVI la única parte del edificio que se usa para actos religiosos es el presbiterio, que esta separado del resto de la iglesia por el crucero. 

Mientras se oficiaban las misas, por la nave y los laterales se paseaban animales, las prostitutas hacían negocio y se cometía algún que otro asesinato amparado bajo la oscuridad de la catedral.

La importancia de esta "parroquia de la historia de Francia" tal y como alguno la ha bautizado es inmensa y trascendente. En 1239 Luis IX, más conocido como San Luís, va descalzo por la nave central llevando la corona de espinas hacia el altar mayor de la catedral, pocos días antes de su partida hacia la VII Cruzada contra el infiel. 

En 1302 Felipe el Hermoso abre los primeros Estados Generales del Reino. 270 años después tiene lugar en ella una curiosa boda entre Margarita de Valois de 19 años, hermana del rey, y que se encuentra sola en el coro, se casa con el hugonote Enrique de Navarra, futuro Enrique IV, y más conocido como "le vert galant", que recibió al mismo tiempo los esponsales delante de la fachada principal de la catedral. 

Esta boda tan poco común por su forma de celebrarse, conllevó a un matrimonio aún más poco común. Los futuros reyes de Francia apenas se conocían cuando se casaron, la boda fue concertada por la gran Catalina de Médicis, para así poder controlar a los protestantes o hugonotes, y a su cabecilla, el mismísimo Enrique de Navarra. 

La reina madre no contaba con que su hija, muy ambiciosa, se aliaría con su esposo para llegar a ser reina de Francia. La ambición de los dos esposos dio sus frutos tras abjurar del protestantismo, pues tal y como dijo Enrique IV "París bien vale una misa". 

Otra boda célebre sería la de María Estuardo, reina de Escocia, con Francisco II de Francia, que por aquel entonces era todavía el heredero y fue el 24 de abril de 1558. Esta vez parece que el matrimonio es feliz hasta que muere el rey. A partir de quedarse viuda la historia de María Estuardo no será sino un sucederse de pasiones desenfrenadas y escandalosas, de guerras, conjuras y crímenes, hasta la llegada de su trágico fina,l en el patíbulo, dónde, a los 45 años y tras pasar 20 años encarcelada por orden de su prima Isabel I (hay veces que más vale tener a la familia bien lejos) le cortaron la cabeza.

En 1660 tras haber escuchado el Tedéum por la boda de Luis XIV, la catedral acoge la banderas capturadas al enemigo por el Mariscal de Luxemburgo, al que se conoce como el tapicero de Nôtre-Dame.

Mademoiselle Maillard
Con la Revolución, se confiscan los ornamentos litúrgicos porque el Estado necesita el oro, incluso se funden todas las campanas, a excepción de la campana mayor, pues el ejército necesita bronce para sus cañones. 

En el altar mayor, abatida la estatua de Nuestra Señora, se sienta mademoiselle Maillard, una cantante de arrabal que será convertida en la Diosa Razón a la que, desde este momento, se consagra la catedral, al igual que el resto de las iglesias del país, ahora en manos de curas que se han pasado al bando revolucionario, tenían motivos para ello, ya que la Revolución les ha liberado del voto de castidad. 

Durante la Comuna de 1871 toda la catedral estuvo a punto de perecer cuando los "comunards" hicieron una fogata con las sillas y bancos en el coro, afortunadamente el edificio se salvó gracias a la falta de aire y a la humedad de las paredes.

El 2 de diciembre de 1804, la catedral se encuentra totalmente recubierta de andamios, carteles y toda clase de decorados mientras recibe al Papa Pío VII, quien será el encargado de coronar a Napoleón. Pero Napoleón se corona a sí mismo, y el Papa sólo ha hecho acto de presencia, bueno, más bien de sumisión, sólo hay que verle la cara en el cuadro que pintó Louis David. Un año después, tras la victoria de Austerlitz, todo el pavimento se cubre con las banderas y estandartes tomados a los austríacos.

La planta de Nôtre Dame es de las más sencillas: una larga nave central y un coro cruzados por un gran transepto, y flanqueados a todo lo largo por dos naves laterales. Resulta ser que esta catedral no es ni la más amplia ni la más alta que nos haya legado el arte gótico pero es sin duda alguna, una de las más armoniosas donde caben más de 9.000 personas.

La fachada central se compone de tres plantas superpuestas que se completan con dos torres cuadrangulares, el conjunto resultante puede leerse como si fuera un libro. La primera planta consta de una triple portada, coronada por la Galería de los Reyes en el centro. 


La Portada del Juicio:  (en el centro) dominada por una estatua más bien modesta de Cristo enseñando a sus apóstoles. Al escultor anónimo de la obra no le faltaba sentido del humor, ya que junto a San Mateo podemos ver a un fiel que se aparta la melena para poder oír mejor. 

En el bajo relieve están las Doce Virtudes que se oponen a los Doce Vicios, la pureza está representada por una salamandra, el orgullo mediante un hombre que es arrojado de un caballo, en dos pilares, a uno y otro lado de Cristo destacan las Vírgenes prudentes y las Vírgenes necias. 

Debajo la representación del Juicio Final: los muertos salen de sus sepulturas, San Miguel pesa las almas, los elegidos ven abrirse el cielo, mientras que los condenados siguen a los demonios (incluido un obispo). En la parte superior del tímpano está representada la Redención.

La Portada de la Virgen: (a la derecha) aquí podemos ver a la Virgen madre majestuosa con la serpiente a sus pies. Los tres profetas y los tres reyes llevándola a los cielos, la muerte y la coronación. Destacan los bajorrelieves con trabajos propios de los distintos meses, para los ricos y para los pobres, ofrece una interesante ilustración de lo que era la vida cotidiana.
La Portada de Santa Ana: (a la izquierda) está formada en gran parte por piezas escultóricas del siglo XII, en el parteluz encontramos a San Marcelo luchando contra un dragón (es una copia, el original está en el Museo de Cluny). En el doble dintel podemos ver diferentes escenas de la vida de Santa Ana, en el tímpano se observa a tamaño natural la estatua del monarca Luis VII el fundador de la catedral gótica, acompañado de Maurice de Sully.

Encima de las portadas se extiende la Galería de los Reyes de Judá y de Israel antepasados de Cristo según San Mateo. Las 28 estatuas que miden 3,5 metros de alto, fueron destruidas en 1793 durante la Revolución, pues los revolucionarios las confundieron con las de los reyes de Francia. Reconstruidas por Viollet-le-Duc, en 1977 se encontraron una veintena de las cabezas originales.




Sobre el portal central se destaca el gran vitral circular de la roseta, de casi 10 metros de diámetro, uno de los elementos más notorios de la fachada. Sin embargo, este vitral no es el más grande de la catedral, ya que las fachadas norte y sur presentan vitrales de 13 metros de diámetro. Por encima de la roseta, una hilera de columnas y luego las dos torres con campanario completan la cara oeste.


Una galería calada une las dos torres cuadrangulares, se la conoce como la Galerie des Chimiéres, se puede subir a ella a través de unas estrechas escaleras, y tener al ladito las gárgolas más famosas de todas. Las vistas de la ciudad son espectaculares y vale la pena pagar la entrada, primero se sube a la torre norte y luego cruzamos hacia la torre sur a través de la galería, y echarle una foto a la Striga (la de la foto) la gárgola que parece un vampiro. 
 Desde esta torre se puede visitar el campanario con la enorme campana de 16 toneladas que se llama Emmanuel, que solo suena en ocasiones muy especiales.



En las capillas de las naves laterales pueden apreciarse grandes telas de temas religioso, llamadas "mays", que el gremio de orfebres ofrecía todos los primeros de mayo a la catedral desde 1630 a 1707. 

En la parte trasera de la catedral se abre una plaza ajardinada, la Square Jean XXIII, que hasta el siglo XIX estaba cubierta de casas. En esta parte podemos ver la Portada de San Esteban, el tímpano ilustra la vida y lapidación del santo. Bajo las modernas estatuas de los apóstoles, se pueden ver curiosas escenas en bajorrelieves que evocan la época estudiantil del siglo XII. Sé que la fachada de Nôtre Dame es la más fotografiada de todas, pero la imagen en conjunto de todo el edificio visto desde la orilla de enfrente del río, justo desde la librería Shakespeare & Co. es una de las imágenes más bellas que podemos obtener.


 Lástima que esta magnífica vista vamos a tardar un tiempo en verla, después del incendio del pasado 15 de abril del 2019, ahora después de conseguir casi los 1.000 millones de euros hará falta que se pongan de acuerdo en como hacer la rehabilitación, si hacerla igual como la conocíamos o mejorarla en cuanto a aspectos de seguridad para que no vuelva a suceder...