Llegamos a Viena en tren, después de visitar Praga, y nos alojamos en el hotel Mercure Wien Westbahnhof un cuatro estrellas muy bien ubicado al lado de la estación de tren y metro Westbahnhof. La habitación que nos tocó estaba muy bien, en la última planta con una buhardilla que da justo debajo del tejado, la cama era cómoda y el baño tenía el tamaño necesario. Lo mejor fu el barrio donde estaba, muchos creen que al estar al lado de una estación el barrio puede ser peligroso. En Viena eso no pasa, además a tiro de piedra tenemos una de las calles más comerciales de la ciudad, la Mariehilfestrasse con todas las tiendas de moda. Llena de bares, restaurantes y gran animación. En el hotel preguntamos la mejor manera de llegar al centro para empezar la visita. Sin duda el metro, nos dijeron. Pero yo insistía y no habrá algun tranvía o autobus que nos lleve y así vemos la ciudad...(sí, ya sé que con el metro vas más rápido, y puedes ir de un punto a otro con más facilidad, pero a mi me encanta ver por donde me muevo, percibir más cosas que hay en la superfície, como por ejemplo a sus habitantes, las casas, las calles... Puedes aprender mucho al observar a la gente que vive en la ciudad que visitas). Pero no, al final en metro nos tocó ir. Lo primero que vi de Viena al salir del Ubahn (o sea el metro) fue la Catedral de San Esteban, con una fachada gótica preciosa, pero el tejado me dejó sorprendida, era la primera vez que veía uno así.
El diseño interior es ecléctico y refleja una
arquitectura llena de ironía e imaginación en la que encontramos, por
ejemplo, una escalera que no lleva a ninguna parte. Alberga en su interior desde un café-restaurante
(en su último piso) y un hotel, hasta un centro comercial (en la planta
baja). Desde su piso superior, a través de los ventanales convexos de su
café, podemos contemplar la maravillosa vista sobre la plaza y la Catedral de San Esteban.
Empecemos por la Catedral de San Esteban que lleva más tiempo en la Stephanplatz. Stephansdom, es como se la conoce y es el símbolo religioso más importante de Viena, se levantó
sobre las ruinas de una iglesia románica dedicada a San Esteban
construida en 1147, aunque del antiguo templo sólo se conservan la Puerta de los Gigantes y las Torres de los Paganos.
La catedral está coronada por una gran torre con forma de aguja (Steffl) construida en estilo gótico, sus 137 metros de altura, hacen que sea visible desde diferentes puntos de la ciudad. La torre dispone de un mirador, tan sólo hay que subir unos cuantos escalones (343) por una escalera de caracol. En la parte posterior de la catedral se puede ver el Tejado de los Azulejos, formado por más de 250.000 azulejos que tuvieron que ser restaurados tras quedar seriamente dañados durante la II Guerra Mundial, por un incendio que se produjo los últimos días de la guerra. La reconstrucción se hizo en apenas siete años. En la parte derecha de la catedral hay una entrada llamada Puerta de los Cantores, que no podía ser utilizada por las mujeres. La torre norte (la torre Adler), de 68 metros de altura y estilo gótico,
nunca se completó porque, según la leyenda, su constructor rompió el
pacto que tenía con el diablo al pronunciar un nombre santo. El diablo
se enojó, y el arquitecto cayó desde la torre falleciendo en el acto. La Campana Pummerin fue construida con los cañones, fundidos, que abandonaron en Viena los
turcos tras su derrota en 1683; pesaba 17.000 kg. y estaba colgada en la
torre sur. Pero en 1945, cuando las tropas rusas entraron en Viena, la
Catedral sufrió un incendio y la campana cayó al suelo rompiéndose en
muchos pedazos. Con los restos de esta campana y de otras campanas
dañadas por las llamas, se construyó la nueva campana, de 20.000 kg. Se encuentra situada en la inacabada torre norte, a
la que se accede en ascensor. Aquí os dejo un enlace por si queréis ver el interior, de la catedral.
Las catacumbas de la catedral han servido durante siglos como lugar para enterrar a reyes, obispos y al pueblo llano. Están todos juntos pero no revueltos. De los reyes sólo están los órganos y vísceras (casquería real) en vasijas de plomo; los obispos ocupan nichos preferentes; y el pueblo, como siempre, amontonado en osarios debido a la gran Peste del siglo XVIII. Los cuerpos de los reyes, bueno lo que queda, reposan en la Cripta de los Capuchinos. En ella hay 10 emperadores, 15 emperatrices y unos 100 archiduques, repartidos en unas oscuras salas. Algunos féretros son ostentosos como los de María Teresa y su esposo. El féretro de Sissi, que está acompañado por su esposo Francisco José y el heredero Rodolfo (el que se suicidó en Mayerling) siempre está lleno de flores frescas. Los corazones de los reyes (unos 54) se encuentran en la Iglesia de los Agustinos, concretamente en la capilla de Loreto, aunque éstos no se pueden visitar. En esta Catedral fue donde, en 1782, W. A. Mozart contrajo matrimonio
con Constanze, y también donde, en 1791, tuvo lugar el funeral del
compositor, por ello cada diciembre se celebra el Requiem de Mozart para conmemorar su muerte.
Otra curiosidad que hay en la catedral es el "Cristo del dolor de muelas", si, si como lo oís, dice la leyenda que un día unos borrachos paseando por el cementerio de San Esteban, se burlaron de la imagen del Cristo diciendo "Dios tiene dolor de muelas" y le colocaron un pañuelo alrededor de la cara como mofa. Cuando llegaron a su casa empezaron a tener un dolor de muelas horroroso, que no se les calmó hasta que al día siguiente fueron a disculparse ante la imagen del Cristo.
En la fachada principal hay un O5 es la abreviatura que designaba al principal grupo de resistencia austriaco que luchaban contra los nazis. El número 5 se refiere a la quinta letra del alfabeto: la E. Los dos signos juntos simbolizan OE que, a su vez, es el dígrafo correspondiente a Ö (la letra O con umlaut), primera letra de Österreich, Austria en alemán. Después de que todos los grupos comunistas, socialistas, civiles y religiosos hubieran sido desmantelados una y otra vez por la Gestapo y de que sus integrantes, en consecuencia, se hallaran en peligro de muerte inminente, unieron sus fuerzas para formar un movimiento de resistencia que no dependiera de ningún partido político. O5 fue, por tanto, el símbolo de la lucha común por una Austria libre, por encima de las diferencias partidistas y de la ideología de cada cual.
Las cifras O5 fueron colocadas en diversos edificios, fundamentalmente en Viena e Innsbruck, como símbolo de la resistencia durante la ocupación nazi de Austria. Todavía puede verse en la catedral de San Esteban de Viena, a la derecha del portal del Gigante, debidamente protegido por una placa. Originalmente estaba pintado en blanco, pero como descoloraba, fue sustituido por un bajorrelieve.
En la película El tercer hombre, filmada en 1949, se puede ver el símbolo O5 inscrito en una pared durante un plano de la famosa secuencia final de la persecución por la red de alcantarillado.
Otra curiosidad que hay en la catedral es el "Cristo del dolor de muelas", si, si como lo oís, dice la leyenda que un día unos borrachos paseando por el cementerio de San Esteban, se burlaron de la imagen del Cristo diciendo "Dios tiene dolor de muelas" y le colocaron un pañuelo alrededor de la cara como mofa. Cuando llegaron a su casa empezaron a tener un dolor de muelas horroroso, que no se les calmó hasta que al día siguiente fueron a disculparse ante la imagen del Cristo.
En la fachada principal hay un O5 es la abreviatura que designaba al principal grupo de resistencia austriaco que luchaban contra los nazis. El número 5 se refiere a la quinta letra del alfabeto: la E. Los dos signos juntos simbolizan OE que, a su vez, es el dígrafo correspondiente a Ö (la letra O con umlaut), primera letra de Österreich, Austria en alemán. Después de que todos los grupos comunistas, socialistas, civiles y religiosos hubieran sido desmantelados una y otra vez por la Gestapo y de que sus integrantes, en consecuencia, se hallaran en peligro de muerte inminente, unieron sus fuerzas para formar un movimiento de resistencia que no dependiera de ningún partido político. O5 fue, por tanto, el símbolo de la lucha común por una Austria libre, por encima de las diferencias partidistas y de la ideología de cada cual.
Las cifras O5 fueron colocadas en diversos edificios, fundamentalmente en Viena e Innsbruck, como símbolo de la resistencia durante la ocupación nazi de Austria. Todavía puede verse en la catedral de San Esteban de Viena, a la derecha del portal del Gigante, debidamente protegido por una placa. Originalmente estaba pintado en blanco, pero como descoloraba, fue sustituido por un bajorrelieve.
En la película El tercer hombre, filmada en 1949, se puede ver el símbolo O5 inscrito en una pared durante un plano de la famosa secuencia final de la persecución por la red de alcantarillado.
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