Esta nueva entrada es para explicar, tal y como mencioné en un anterior post, lo que son las "levadas" en la isla de Madeira.
Madeira es una isla con grandes contrastes, el interior es extremadamente húmedo. En las montañas siempre hay una neblina que rodea los picos y que hace que en la zona suela haber agua debido a que cuando menos te lo esperas te cae un chaparrón. Pero la costa es más seca, es por ello que se crearon las levadas, unas acequias que llevan el agua recogida de la lluvia del interior hacia la costa. Las primeras levadas se realizaron por los primeros colonos, y las últimas en la década de 1960. Actualmente hay unos 2,000 km de estas acequias que estan revestidas de cemento.
Los encargados del buen funcionamiento de las mismas son los "levadeiros", cuyo trabajo consiste en reparar y desatascar las levadas cuando quedan obstruidas con hojas, también abren y cierran las compuertas para cerciorarse de que el agua se distribuye uniformemente entre los que la necesitan. Parece un trabajo fácil pero tiene su responsabilidad, un error puede arruinar los cultivos y el sustento de muchas famílias.
Para llegar a las levadas es mejor utilizar el transporte público para empezar el recorrido, y no hacerlo en coche propio, pues lugar para aparcar hay poco. Hay numerosas combinaciones posibles de rutas, en este enlace encontraréis casi más de 30: Visit Madeira
Una recomendación que te hacen es que no tengas vértigo, pues hay muchas que tienen descensos sin apenas protección, con una profundidad de barranco de cientos de metros. Sobretodo hay que controlar el pronóstico del tiempo que va ha hacer el día de la excursión, porque la diferéncia de temperaturas entre la costa y el interior puede ser muy grande, incluyendo riesgo de congelación en las zonas más altas. Es por ello que se recomienda ir bien equipado, con botas resistentes, bastones, teléfono móvil, comida, impermeable, chaqueta a prueba de viento, un botiquín, linterna, crema solar, sombrero y silbato... como véis todo un kit a lo Indiana Jones para pasear por el monte.
Nosotros
no hicimos ninguna porque no ibamos bien equipados, y lo que menos me
apetecía era ir a brincar por el monte con sandalias, eso sí me quedé
con las ganas... tal vez si algún día llego a jubilarme haré como los
numerosos alemanes que vimos recorrerlas, en grupo, y dónde la media de
edad superaba los 60 fijo!
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