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jueves, 24 de abril de 2014

los cafés de viena


"El café debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor" Charles-Maurice de Tayllerand

Viena se ha convertido en la ciudad por excelencia de los cafés, y gracias a que numerosas personalidades de diferentes épocas decidieran pasar en ellos momentos de discusión, de lucha, de pensamientos, han hecho que estos cafés sean incluidos "como práctica social" en la Lista Nacional del Patrimonio Cultural Intangible de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).El café de Viena es legendario, de renombre internacional, una institución, un símbolo de la capital austriaca, sobre el que se ha escrito mucho. Visitar la ciudad y no disfrutar de un café, es imperdonable. Pues están tan vivos hoy como lo fueron en el pasado. Muchos aseguran que no existiría el Estado de Israel, ni muchos textos literarios, filosóficos o canciones si no hubiera existido esa especial atmósfera que creaban y aún crean los cafés de Viena, que contribuyeron a cambiar el mundo. El emperador Francisco José, se lamentaba "Ustedes tienen suerte. Pueden sentarse en los cafés", cosa que él no podíahacer. En este enlace los tenéis casi todos. 
La historia de la cultura de los cafés vieneses data del 1683, año en el que un vienés llamado Georg Franz Kolschitzky (1640-1694) recibió, supuestamente, la primera licencia oficial para vender café y lo hizo en un local que llamó La botella azul. Los granos se los había comprado a los turcos, que en aquella época sitiaban Viena, reza la leyenda. El primer café de Viena del que se tiene información oficial fue abierto en 1685 por Johannes Diodato (1640-1725), nacido en Estambul y de origen armenio o griego, quien procedente del Imperio Otomano introdujo esta bebida con cafeína en la capital del imperio austro-húngaro de los Habsburgo.
Actualmente, estos locales ofrecen una veintena de diferentes tipos de cafés, lo que hace muy difícil elegir uno, especialmente si es tu primera vez. Los establecimientos dieron un gran paso cuando incluyeron la práctica de poner a disposición de sus clientes periódicos, todos ofrecen además la posibilidad de leer diferentes diarios, nacionales, regionales y extranjeros sujetos a un marco de madera, pues lo cuelgan de un perchero de los llamados vieneses o están sobre un mostrador e igualmente lo portan para mantener el orden de las hojas y, en lo posible, el buen estado del periódico, que ese día pasará por las manos de numerosos clientes. Esta práctica data de 1720 y la ideó el Kramersches Kaffehaus en el centro, de Viena. Otro avance, fue cuando se les permitió ofrecer comida caliente y bebidas alcohólicas. Esto último tenia su origen en la prohibición de traficar con café que emitió Napoleón en su comercio con Inglaterra,  y que también fue aplicada a Austria desde 1808, causando una gran subida de las tasas de los granos de café, lo que llevó a los cafeteros vieneses a buscar otras fuentes alternativas de ingresos creando así un nuevo tipo de establecimiento, el Kaffee-Restaurant.
Esa novedad ha demostrado ser de éxito en los últimos 300 años  pues Viena tiene actualmente 1.083 cafés, 900 Kaffee-Restaurants y 181 Kaffe-Konditoreien, estos últimos son cafés que producen y venden su propia pastelería. No fue hasta 1900 en que la joven intelectualidad hizo de ellos su lugar de reunión para celebrar tertulias, aunque la primera época de florecimiento de los cafés se dio en torno a 1815, cuando aquellos que creían ser alguien o lo eran se sentaban en los bancos tapizados en terciopelo rojo, bajo las enormes lámparas, con una luz algo sombría y amarillenta, y los revestimientos de madera de las paredes que decoraban estos lugares, impregnados del aroma de los granos tostados de café.

Su época dorada fue a finales del siglo XIX, la de 1900, en la que convergieron los cambios propios del fin de una época con una monarquía en decadente ante otra que surgía y en la que florecían las artes y el pensamiento, la creatividad, que inspiró a numerosos escritores, como el austriaco Arthur Schnitzler, que disecciona el alma humana y a quien Freud llamó su alter ego literario. Se conocieron y se admiraban mutuamente. En el Café Landtmann, Freud adoctrinaba durante horas sobre la histeria femenina, la normalidad de la práctica del incesto y otros elementos de su pensamiento, (nada extraño si se tiene en cuenta que no está lejos de la que era su vivienda y su consulta en la Bergasse), mientras Schnitzler escribía sobre la conciencia.
Incluso la iniciativa de la creación de una nación para los judíos, que se hizo realidad en 1948 con la fundación del Estado de Israel, fue debatida intensamente por el fundador del sionismo político moderno Theodor Herzl con sus coetáneos en el Landtmann. En 1900 se hacía política al lado de una taza de café y de un pedazo de las ya famosas tartas vienesas, en el que, por lo general, había música de piano tocada en vivo a partir de las seis de la tarde. En las últimas décadas, el Landtmann, quizá el más elegante, ha tenido como clientes a la política estadounidense Hillary Clinton, al ex beatle Paul McCartney, al actor de Hollywood Burt Lancaster y a la actriz austro-alemana Romy Schneider.
Es curioso que en los cafés de Viena no permitieran la entrada de mujeres hasta el 1856, por lo que la única mujer que había en ellos hasta entonces era la cajera, y el que estos locales contaran a finales del siglo XVIII con mesas para jugar al billar, espejos, un gran reloj, arañas de cristal. Desde que decayeron en los años setenta los cafés han vuelto a renacer gracias a Internet. La gente acude a los cafés de Viena para no ser molestados en sus pensamientos mientras beben sin prisa,un café aquí puede durar horas.
Otra tradición cultural de los cafés vieneses es la posibilidad de que sus clientes habituales puedan recibir en ellos su correspondencia, es decir, como si fuera su propio domicilio. Cuando entras a un café da igual si estás de paso o no, puedes estar horas y horas con una bebida, casi siempre un café, sin obligación alguna de consumir más.

© Café Central
Cerca de la plaza Michaelelerplatz encontraremos un famoso café vienes; El Café Central, emplazado en el histórico Palais Ferstel. Este café  fue abierto por los hermanos Pach en 1876 y que, desde 1900, fue la casa de los artistas, literatos, políticos y científicos, tales como Franz Kafka, Alfred Polgar, Robert Musil, Hugo von Hofmannsthal, Arthur Schnitzler, Sigmund Freud y Peter Altenberg entre otros.Visita y degustación en el Café Central Leon Trotsky fue otro de sus habituales durante su exilio vienés. Altenberg vivía física y literalmente en el Central, por ello, desde hace décadas una figura que le representa, realizada en papel maché, está sentada frente a la puerta, como si estuviera atenta a la entrada y salida de clientes. Es tan realista, que hay personas, especialmente turistas, que al encontrárselo nada más entrar y verle mirando fijamente, creen que es una persona, quizá perteneciente al local, y le saludan o se despiden de él al pasar por su lado sin advertir que es una escultura.
Hasta 1918 fue el único café literario de Viena. En 1925, para celebrar su 50 aniversario, fue renovado completamente y reabierto un año después como café-restaurante. Cerró sus puertas en 1943 para abrirse de nuevo en 1982, después de una magnífica restauración.En la actualidad, en este elegante Café se sirven cerca de 1.000 tazas de café al día. También ofrece todos los días música de piano en directo.

Archivo:Cafe Schwarzenberg Vienna-bef 1900.jpgCafé Schwarzenberg es un café de la Ringstraße, en el Distrito 1, centro de Viena. Su dirección es el 17 de Kärntner Ring, frente a la Schwarzenbergplatz.
En 1861, durante la construcción de la Ringstraße (el principal bulevar de Viena), el matrimonio Hochleitner 1861 abría el Café Schwarzenberg, que pronto se convertiría en lugar de encuentro de los economistas más célebres. Uno de los parroquianos más famosos fue el arquitecto Josef Hoffmann, cofundador de los talleres Wiener Werkstätte. Muchos de sus diseños comenzaron como bosquejos en las mesas del café. Durante la ocupación soviética tras las Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo se apropió del local; en 1979 aún se podían observar agujeros de bala en sus paredes. Como la mayoría de los café de la Ringstraße, dispone de un Schanigarten, es decir, que pone mesas en la acera. Durante la temporada de baile vienesa, este café es uno de los pocos que ofrecen el llamado Katerfrühstück (literalmente, desayuno de resaca), en el que los asistentes al baile, al término de este (a eso de las 4 de la madrugada) se recuperan con un pequeño Gulasch y un Seidl de cerveza.

En 1931 la cafetería fue decorada por Josef Zotti y por eso tiene ese toque tan especial. En el Café Museum se respira cultura, se respira arte y, sobretodo, se respira una calidad y una elegancia que se encuentran en pocos lugares del mundo. El café y los pasteles que sirven son excepcionales, ya que los pasteleros que trabajan en el Café Museum son de los mejores de Viena, así que aquí sólo encontraréis calidad.

Café Demel
Durante sus más de 200 años de tradición, la “Confitería Imperial y Real de los hijos de Demel” (K.u.K. Hofzuckerbäcker Ch. Demel’s Söhne), conocida como Café Demel, ha sido uno de los lugares favoritos de reunión de la aristocracia y la burguesía. Tanto en su famoso salón rococó como en cualquiera de los otros salones de sus dos plantas, el Café Demel nos ofrece tartas, pastas, mazapanes, chocolates, caramelos,...tanto para degustar en el café, acompañándolo con un buen café o un chocolate caliente, como para llevártelo (también lo envían a cualquier parte del mundo, ya no hay excusa!) también hay un museo del mazapán y del chocolate.


Café Griensteidl
El Cafè Griensteidl,  fue inaugurado en 1847 por el ex farmacéutico Heinrich Griensteidl, rápidamente se convirtió en un lugar de encuentro de literatos vieneses
Personalidades como Karl Kraus, Hermann Bahr, Hugo von Hofmannsthal y Arthur Schnitzler, músicos como Arnold Schoenberg, sino también políticos como Victor Adler y Theodor Herzl se pasaban horas en él. El que podemos visitar en la actualidad es una reconstrucción de 1990, pues el edificio fue demolido como parte de la remodelación del lugar de San Miguel para dar paso a los Herbersteins Palais en enero de 1897. 

Café Hawelka
Leopold Hawelka, quien regentaba desde 1936 el Café Alt Wien, decidió abrir el Café Hawelka en mayo de 1939. La decoración interior del antiguo " Cafe Ludwigs " fue diseñado por un estudiante de Art Nouveau el arquitecto Adolf Loos. En septiembre de ese mismo año tuvo que cerrar porque el dueño Leopold fue enviado al frente ruso, cuando regresó de la guerra y vió que pese a los bombardeos de la II Guerra Mundial no quedó dañado, así que decidió reabrirlo en otoño de 1945. Convirtiéndose en poco tiempo en la segunda casa para los artistas e intelectuales, que todavía hoy en día acuden a este legendario café. A pesar del paso de los años, sigue siendo uno de los cafés tradicionales de Viena donde poder degustar un buen café en su cálida y acogedora atmósfera como hicieron Friedensreich Hundertwasser, que un día ante una numerosa audiencia, lanzó contra el techo un par de huevos rellenos de pintura roja y azul, la lluvia de color salpicó a los asistentes, poco después Hundertwasser se convertiría en famoso. Arthur Miller y Andy Warhol también pasaron por este café.
Café Korb, 
En la ceremonia de apertura el 26 de marzo 1904 Su Majestad el Emperador Franz Josef incluso apareció en persona.  Su ubicación está en el centro de Viena, en el primer distrito, cerca de la catedral de San Esteban, en la esquina Tuchlauben.
Café Mozart
Tres años después de la muerte de Mozart, se abrió en este local un café, aunque el nombre actual se los pusieron en 1929. Este café está al lado de la Ópera Estatal, y siempre ha sido el lugar de reunión para cantantes, directores y músicos. Aquí fue donde Graham Greene escribió "El Tercer Hombre" y donde se filmo una escena de la película. Este es uno de los pocos cafés donde no permiten fumar.
Café Sacher
http://www.travelstales.it/wp-content/uploads/2011/04/torta-sacher.jpgTambién se encuentra cerca de la Ópera, concretamente detrás. Y se vanagloria de ser el lugar donde tenemos que ir para degustar la original tarta Sacher (Sacher-Torte). Dicha tarta, la receta de la cual se mantiene bajo estricto secreto, fue creada en 1832 por un aprendiz de cocina (Franz Sacher) para agasajar a los invitados del Prícipe de Metternich. Tras pasar 16 años trabajando en Bratislava y Budapest (donde aprendió ha hacer la tarta), Sacher volvió a Viena y abrió una tienda de delicatessen y vinos. Eduard, el hijo mayor de Franz Sacher, fue aprendiz de repostero en la confitería vienesa Demel. Allí empezó a confeccionar la tarta de su padre en la forma que hoy se conoce. En 1876 fundó el Hotel Sacher, todavía hoy existente, y comenzó a vender la Sachertorte. Tras la muerte de Eduard Sacher, su esposa Anna continuó regentando el hotel. La propiedad de la receta fue motivo de disputas legales a mediados del siglo XX entre los herederos de Sacher (dueños del hotel) y la pastelería Demel. La justicia dictaminó que el hotel tenía derecho a comercializar el dulce con el apelativo de Original Sacher-Torte, mientras que Demel debía hacerlo como Eduard Sacher-Torte. 

Café Schwarzenberg 
Café Schwarzenberg
Café Schwarzenberg
© Julius Silver
Situado en la propia Ringstraβe, el Café Schwarzenberg es el café más antiguo de dicha avenida. Abierto en 1861 por la familia Hochleitner, en un principio fue frecuentado por gente de negocios, atrayendo hoy en día tanto a vieneses como a visitantes. 
    Café Rüdigerhof
    Esta joya entre los cafés vieneses, es de 1902, y que ahora tiene más de 100 años de antigüedad , está situado en un edificio de estilo Art Nouveau bellamente conservado.

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