En vísperas de la Revolución, París continúa creciendo, hay numerosos edificios en construcción que verán sus obras paradas por la bancarrota de las finanzas públicas. Bajo el espectro de la escasez, la agitación se apodera de los barrios de Saint Antoine y Saint Marcel. El 14 de julio de 1789 se toma la Bastilla. Durante 5 años el París revolucionario de los "sans-culotte" a cuyo mando va Robespierre, dicta la ley y siembra el terror entre sus contrincantes hasta que las tornas cambian y él y sus partidarios también conocerán el funcionamiento de "madame Guillotine" con gran satisfacción del pueblo francés, harto ya de tanto terror.
Unos años antes de la Revolución, la familia de los Borbones decide casar al joven Delfín Luís XVI de quince años de edad con la joven archiduquesa María Antonieta de Habsburgo, un año menor, con el propósito de unir políticamente a Austria y Francia. Por esa época, el joven Luis era un adolescente regordete, tímido y un pelín antisocial. La amante de su abuelo, Madame du Barry lo describía como un pelmazo. En cambio María Antonieta era una joven rubia de grandes ojos, que tenía poco interés en la política, que no sabía nada de Francia, ni de sus costumbres ni de la corte En ese entonces, Luis era un adolescente regordete, tímido y un poco antisocial. La amante de su abuelo, Madame du Barry lo describía como un joven gordo y un pelmazo. A sus veinte años rezaba: “protégenos señor porque reinamos muy jóvenes”.
María Antonieta era una bella joven rubia de grandes ojos, obstinada y vivaz. Siendo adolescente tenía poco interés en la política. Al arribar a Versalles no sabía nada acerca de Francia, ni conocía sus costumbres ni la corte. Por aquella época la joven pareja decide visitar el liceo Louis-le-Grand en París, y hay que ver como son las cosas que en el comité de bienvenida esta un joven estudiante de leyes, un tal Maximiliano Robespierre, quien ofrece un discurso en latín al rey, pero el rey no le hizo mucho caso, tal vez ese desprecio llevó a Robespierre a firmar años más tarde su sentencia de muerte en la guillotina.
Luís XVI |
María Antonieta |
Robespierre |
Pocos días sangrientos después se firmó la Declaración de los Derechos del Hombre. Bajo dicho documento las arcaicas distinciones de clases tenían que ser abolidas y todos los hombres debían ser considerados verdaderamente iguales. La Asamblea Nacional demandaba una monarquía constitucional, con derechos iguales para todos y una justicia bajo leyes razonables. Robespierre exigió más libertad de prensa, y se creo "l'ami du peuple", un diario furibundo lleno de provocaciones y discursos altisonantes creado por Jean-Paul Marat.
Marat aborrecía la extravagancia de la monarquía en medio de la pobreza que oprimía al país, y solo necesitaba el más mínimo rumor para atacar al rey y a la reina en su diario. El 2 de octubre, se celebró una fiesta en Versalles, y le llegó el rumor de que los asistentes habían arrojado al suelo la nueva bandera tricolor, y la habían pisoteado. Tres días más tarde un grupo de mujeres junto con otros muchos ciudadanos se dirigen hacia palacio con picos y armas en sus manos. Entre este grupo de mujeres estaban las famosas poissardes, las temibles pescaderas de los mercados centrales, muy conocidas por ser fornidas y temerarias, que iban armadas con sus cuchillos para cortar pescado. Mientras tanto, en Versalles, la noticia de que la multitud se aproxima y con no muy buenas intenciones llega hasta la recámara de la reina. Se dice que fue entonces cuando pronunció la frase con la que se le iba a recordar durante siglos: "Si no tienen pan, que coman pasteles!". La verdad es que muchos hsitoriadores no tiene claro si la dijo o no, pero es toda una leyenda. Ante los acontecimientos que se le vienen encima el rey decide firmar la Declaración de los Derechos del Hombre, pero ya va tarde. La multitud obliga a la pareja real a mudarse a París, se instalan en el Palacio de las Tullerías. La reina pide ayuda a su familia austríaca, y es su primo, el conde sueco Axel de Fersen, ( que también era su amante fidelísimo) quien se encarga de preparar el plan de fuga con un grupo de selectos y secretos monárquicos. La familia real debía huir de París saliendo de las Tullerías durante la noche por una puerta falsa y dejando una proclama de acentos tradicionales dirigida al pueblo de París: "Volved a vuestro rey; él será siempre vuestro padre, vuestro mejor amigo." Sólo consiguieron llegar hasta Varennes, donde fueron reconocidos y detenidos. Cuando Luis XVI leyó el decreto que le obligaba a regresar, dijo: "Ya no hay rey en Francia".
María Antonieta preparada para la guillotina |
La Reina fue conducida a la guillotina el 16 de octubre de 1793, en París. Caminó atada detrás de una carreta hasta la Plaza de la Revolución, hoy de la Concordia, su atavío era sencillo, una sábana blanca. Subió a la plataforma con la máxima dignidad que se le puede pedir a un condenado a muerte, su cabeza separada del cuerpo fue expuesta en un palo y mostrada en la plaza, el júbilo de los asistentes fue tan grande como honor, ante lo inevitable, demostró ella.
A las diez y media de la mañana de ese día, el pintor David, cómodamente instalado en la terraza del café La Régence, en la parisina calle de Saint-Honoré, realizó un apunte del natural de la reina María Antonieta camino del patíbulo. La llevaban sentada en una carreta e iba a ser ejecutada en la guillotina tras más de un año de calvario, fue ejecutada en la Place de la Concorde. No hay nada en la plaza que recuerde la muerte de la reina. Su memoria se conserva sin embargo en la actual plaza Louis XVI muy cerca de la sede central de Galeries Lafayette donde se depositó su cuerpo en una fosa común del cementerio de La Madeleine.
En
enero de 1794 Simon renunció a la tutela de Luis Carlos, a quien se le asignó la
misma habitación en una torre del Temple que fuera la última celda de su padre.
Cuidado por cuatro guardias que eran cambiados diariamente, estaba tan aislado
que su hermana María Teresa, prisionera en el piso superior, estaba convencida
de que su hermano había muerto o ya no estaba en el Temple. A principios del año siguiente, la Convención
Nacional votó a favor de exiliar a Luis Carlos, pero se supo que el niño no
resistiría el viaje. El 28 de junio de 1795 se informó que el delfín —Luis XVII
para algunos— había muerto de escrófula, o tuberculosis de las glándulas
linfáticas, con su cuerpo cubierto de llagas y sarna.
Al
instante, comenzaron a correr rumores de que el verdadero heredero había sido
sacado de la cárcel y otro niño había sido colocado en su lugar. La esposa de Antonie
Simon, tutor del delfín en la última mitad de 1794, dio una pista acerca de
cómo pudo hacerse el cambio. Entre las escasas pertenencias que había en la
habitación de su prisionero, había una canasta de ropa con doble fondo, que
podría usarse para ocultar a un niño y sacarlo, dejando a otro en su lugar.
El
pequeño cuerpo fue arrojado a una fosa común, pero el médico que hizo la
autopsia en secreto guardo el verdadero corazón con la idea de
preservarlo. El médico, llamado Philippe-Jean Pelletan, sacó de contrabando
el órgano fuera de la prisión envuelto en un pañuelo y lo mantuvo como una
curiosidad. El juez lo puso en un jarrón de cristal con alcohol en una
estantería de recuerdos extraños pero terminó siendo robado por uno de sus
estudiantes. En su lecho de muerte, el ladrón le pidió a su esposa que devolviera
el corazón a la familia del pequeño rey. La viuda en 1828, la entregó al
arzobispo de París, monseñor Hyacinthe Louis de Quélen. En 1831,
los ladrones robaron esta vez el cofre donde el arzobispo tenía la reliquia y arrojaron el
corazón en un basurero. Pero un hijo del cirujano, el doctor Philippe-Gabriel
Pelletan, logró encontrarlo y, tras momificarlo y registrar su procedencia
con un notario, lo entregó al conde de Chambord, jefe de la Casa de los
Borbones. A lo largo de los años aparecieron supuesto pretendientes al trono de Francia, algunos decían ser el mismo delfín, otros que eran sus herederos, pero al final el misterio se resolvió, la historia oficial era cierta: Un grupo de expertos de la Universidad de
Lovaina, liderado por el profesor de genética humana Jean-Jacques
Cassiman, comparó el ADN de un tejido extraído del corazón del niño
enterrado en la prisión de Temple con muestras del cabello de María Antonieta y
dos de sus hermanas. La serie de ADN conocida como "mitocondrial", que se
transmite por vía femenina, resultó ser exactamente la misma. El resultado
fue a su vez confirmado por un equipo de científicos de la universidad alemana
de Münster dirigido por el doctor Ernst Brinckman.
Más tarde, los restos mortales de los reyes, se exhuman del cementerio de la Magdalene, (hoy en día el cementerio está ocupado por los jardines Luis XVI, situados en el distrito octavo de París) los restos seran trasladados a la Basílica de Saint Denis, allí mismo se construye la Chapelle Expiatoire , uno de los monumentos más extraños y emocionantes que se pueden ver en París. En su interior, hay una una desgarradora imagen de María Antonieta al estilo de Santa Teresa de Bernini, así como una reproducción de la última carta que escribe antes de ser ejecutada. Allí descansan los restos de María Antonieta
en la cripta bajo una lápida negra, también se puede admirar un
grandioso monumento en su memoria, a espaldas del altar mayor, e incluso
la capa de armiño que se utilizó en los solemnes funerales que le
organizó su cuñado Luis XVIII. Pero lo que quizás más conmueve es descubrir el corazón de su hijo, conservado en una urna de cristal.
A un régimen muy liberal, salido de la Asamblea Constituyente de 1791, el gobierno revolucionario impone una centralización implacable e inicia lo que se conoce como los Años del Terror (hay que decir que la centralización iniciada por aquel entonces, parece ser que aún no ha acabado). A partir del siglo XIX toda la vida de Francia depende de las decisiones de París, de sus desórdenes, de sus modas, se su literatura. La centralización se convierte también en económica, a partir de la modernización de las finanzas en los años del Segundo Imperio. Después del periodo revolucionario Napoleón se impone en Francia como primer cónsul, y más tarde como emperador, no sin antes privar a la ciudad de todo poder municipal por temor a que se reproduzcan los excesos de la Revolución. El París imperial se presenta como una ciudad floreciente, se emprende un ambicioso proyecto urbanístico. Se construyen puentes, fuentes, la red de alcantarillado, los mercados y mataderos... sin embargo, la crisis económica de principios del siglo XIX, y el aumento de la población provocado por la gran afluencia de campesinos a la capital crean un clima de agitación peligroso.
En marzo de 1814 París es asediado por los ejércitos extranjeros que traen de vuelta a los Borbones del exilio. Pero un año más tarde regresa Napoleón, que durará 100días en el poder, pues la batalla de Waterloo lo obliga a abdicar por segunda vez. Durante la restauración, la ciudad se moderniza: mercados, mayoristas de vinos, y canales que mejoran el abastecimiento de la ciudad. Los puentes, aceras y el alumbrado público con gas, junto con los ómnibuses facilitan la vida de sus habitantes.
En febrero de 1848 una una nueva insurrección derrocó el régimen de Luís Felipe, una monarquía parlamentaria. Se instaura la II República, cuyo presidente será un sobrino del mismo Napoleón y que un año después se proclama emperador con el nombre de Napoleón III. Éste emprende una renovación total de la ciudad, lo más paradójico es que Napoleón III apenas conoce la ciudad, puesto que no ha vivido jamás en ella hasta su llegada a la Presidencia de la República y más tarde a la corona imperial. El emperador ha pasado la mayor parte de su vida en Londres, una ciudad en plena ebullición cívica y en aquel instante una de las ciudades más modernas del mundo.
Sin duda, un movimiento humano que cambió el sistema y un nuevo inicio de la historia del mundo. EN la actualidad, de seguir todo como está, se cocinará una nueva revolución. El tiempo lo dirá.
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