Pero antes hay que saber que en 1189 había una antigua fortaleza medieval donde se reunieron Felipe Augusto "el Conquistador", rey de Francia. Un brillante guerrero y estratega que exigió al rey de Inglaterra, Enrique II Plantagenet una reunión en él, tras haberlo derrotado en la batalla de Azay-le-Rideau a principios de ese mismo año. El rey francés le informó a su adversario que en los términos del tratado de paz (la Paix de Colombiers) que iban a firmar le exigía que renunciara a parte de sus posesiones en Francia. La leyenda cuenta que el rey de Francia se quedó conmovido por el mal estado que presentaba el soberano inglés, su salud estaba muy deteriorada y le ofreció asiento. Enrique II altivo, se negó y se mantuvo en pie todo orgulloso mientras sus guardias lo ayudaban a sostenerlo. Además estaba mosqueado porque su hijo, el entonces conde de Poitou (y que más tarde la historia lo recordaría como Ricardo Corazón de León) había luchado del lado de los franceses. Enrique II había jurado vengarse de ambos, pero no pudo ya que murió tan sólo tres días más tarde de la firma del tratado, eso sí en su lecho de muerte no se olvidó de condenar a su hijo que lo había traicionado.
Siglos más tarde, en el siglo XVI Jean le Breton, ministro de finanzas del rey Francisco I y embajador de la corte en Roma, fue el superintendente de las obras del cercano Château de Chambord se encargó de supervisar la construcción y de los pagos de la misma.
Colombiers, era tal y como se conocía la zona de Villandry en la Edad Media. Le Breton lo compró en 1532 y por unas 35.000 libras pero al ministro le parecía un nombre demasiado común, como estaba a buenas con la familia real, solicitó permiso para cambiar el nombre de la aldea y del castillo, y ya de paso la suya, así que pronto se convirtió en el Señor de Villandry. Mediante el castillo conseguía adquirir una importante posición social, para él y su familia, así que no dudaron en invertir toda su fortuna para mejorar el castillo y su parque. La fidelidad a la corona a lo largo de los años hizo que a su nieto, Balthazar, le fuera conferido un título de nobleza y se convirtió en el "Marqués de Villandry".
El castillo estuvo en las mismas manos hasta que en 1754 el Marqués de Castellane lo compra y reorganiza el castillo al estilo neoclásico imperante en la época, estamos en el siglo XVIII. Durante la Revolución Francesa, la propiedad fue confiscada y a principios del siglo XIX el Emperador Napoleón Bonaparte la compró para su hermano José Bonaparte será el propietario del castillo, en la primera planta están sus habitaciones decoradas en el clásico "Estilo Imperio".
Pero el castillo entra en decadencia, está medio destruido el edificio y los jardines se van abandonando, llega el siglo XX y el castillo va a ser demolido, es entonces cuando aparece un español Joaquín Carvallo (Joachim, para los franceses) que lo salva de la ruina.
Joaquin Carvallo era un extremeño que a finales del siglo XIX tuvo que dejar su tierra como emigrante para poder investigar y triunfar como médico en París al lado del profesor Charles Richet, que en 1913 conseguiría el premio Nobel de Fisiología. A pesar de estar dedicado a sus estudios tuvo tiempo para conocer a la que sería su futura esposa, Anne Coleman que estaba como becaria. Anne había nacido en Pensilvania, y era la heredera de una familia con posibles que tenían negocios siderúrgicos en los Estados Unidos, se conocieron a raíz de la discusión que mantenían por la guerra que enfrentaba a sus dos países (1898).
Durante la Primera Guerra Mundial regresó a su oficio de médico, pero esta vez como médico militar, y convirtió parte de su propiedad en un hospital para atender a los heridos con la inestimable ayuda de su esposa. Una vez terminó la guerra continuaron con su pasión, transformaron el parque romántico de Le Breton en lo que actualmente podemos contemplar.
Los jardines están divididos en cuatro áreas temáticas: el jardín ornamental, dedicado al amor en todas sus facetas, el tierno, el apasionado, el infiel y el trágico), otra área es el jardín del agua, el jardín de las hierbas aromáticas y medicinales y el huerto. Este último está inspirado en los huertos monacales de las abadías, en el se combinan los colores de los puerros, las remolachas, las lombardas o las calabazas. Aunque su creación fue debida a que necesitaba cultivar hortalizas y verduras para así poder dar de comer a los soldados que tenía alojados en su castillo durante la guerra.
Ahora son los bisnietos de Joachim Carvallo los que se encargan de regentar el castillo y de organizar las visitas. Los jardines abren todos los días del año a partir de las nueve de la mañana, tienen empleados a una legión de jardineros que se encargan de podar más de 1.260 tilos, y unos 52 kilómetros de setos. Además cada año en sus invernaderos se cultivan unas 250.000 plantas de flores y hortalizas con las que se repueblan los jardines.
Pasear por los jardines es una gozada, pero para contemplarlos mejor hacerlo desde la terraza del mirador, así se puede ver la composición paisajista de los jardines.
De este castillo podemos ir hacia el Château de Langeais, a través de la carretera D7 tardaremos sólo doce minutos en llegar.
Allá por el año mil, había dos grandes señores, uno era el Conde de Anjou Fulco Nerra, y el otro era Eudes I, el Conde de Blois, que se disputaban la Touraine. A finales del siglo X, Fulco Nerra conquistó Langeais, fundó una fortaleza sobre un promontorio con vistas al Loira. Langeais fue territorio de disputas entre los condados de Anjou y de Blois, e iba cambiando de propietario según fuera el ganador de la contienda. Hasta que en el siglo XII pasa a manos del dominio real tras las victorias del rey de Francia Philippe Auguste. Durante la Guerra de los Cien Años las bandas armadas ocuparán la fortaleza. Carlos VII lo comprará en 1422. En 1465, Luis XI decide construir un nuevo castillo, sustituyendo al anterior. La arquitectura reflejará los cambios que se producirán en el periodo que va del siglo XV al XVI, del lado que da a la ciudad la fachada tiene todos los atributos que debe tener un castillo, grandes torres, el puente levadizo, almenas... aunque el edificio ya no es una fortaleza. La fachada del lado izquierdo corresponde más a una residencia real o de un noble, con grandes ventanas, abierto al exterior... Los trabajos que durarán dos años más o menos están a cargo de Jean Bourré, el fiel consejero del rey.
Y de Jean Briçonnet, también afín al rey y que posteriormente acabará siendo alcalde de Tours. Después de acicalar el castillo el rey Luis decide ponerlo a la venta en julio de 1466, el comprador será su primo Dunois, hijo del compañero de Juana de Arco. Cuando Dunois es el propietario del castillo, ofrece uno de sus salones al nuevo rey, Carlos VII para que celebre allí su boda con Ana de Bretaña. La boda se celebra la víspera del 6 de diciembre de 1491, con esta boda política, pues el rey estaba interesado en incorporar uno de los ducados más ricos y poderosos de Francia, como era el Ducado de Bretaña a la monarquía francesa. El contrato firmado por ambos estipula que los cónyuges tienen derecho sobre el ducado, Anna de Bretaña acepta el trato con la condición de que si el rey muere sin un hijo varón, ella se casará con el nuevo soberano de Francia. Parece que fuera visionaria, pues los hijos de la pareja real mueren nada más nacer o cuando son niños, incluso el rey muere siete años después de la boda en el castillo de Amboise. Ana entonces se casa con Luis de Orleans, que será coronado como Luis XII.
A partir del siglo XV Langeais pasará a manos de diferentes propietarios, hasta que Jacques Sigfried, un hombre de negocios que ama el arte de la Edad Media decide comprarlo en 1886. El hombre se pasó 20 años restaurándolo y acondicionándolo, para acabar cediéndolo al Institut de France que es su poseedor actual, aunque el que se encarga de la gestión del castillo desde 2005 es la empresa Kleber Roussillon.
Langeais posee dos fortalezas excepcionales, una es la torre de Foulques Nerra y la otra el castillo de Luis XI. La primera resulta ser la torre del homenaje más antigua de toda Francia, y la segunda posee la doble faceta de ser un castillo feudal hacia la ciudad mientras que es renacentista mirando hacia el patio. Este castillo guarda auténticos tesoros en su interior, que evocan la fastuosidad de una morada como esta, con quince aposentos que se encuentran decorados con tapices, aparadores, cátedras y suntuosos cofres.
Entre los tesoros del castillo tenemos el cofre nupcial traído por Ana de Bretaña, tenía 14 años cuando se casó con el jorobado de Carlos VIII, hay un cuadro que está hecho de cera que recrea la boda y el vestido que llevó la novia, hecho en hilo de oro y adornado con 160 pieles de armiño, símbolo del condado de Bretaña.
Si queréis saber como era un castillo en la Edad Media la mejor opción es visitar este castillo, está todo recreado, incluso la boda de Ana de Bretaña con Carlos VIII, las cocinas, las habitaciones, las salas...
De este castillo podemos ir hacia el Château de Langeais, a través de la carretera D7 tardaremos sólo doce minutos en llegar.
A partir del siglo XV Langeais pasará a manos de diferentes propietarios, hasta que Jacques Sigfried, un hombre de negocios que ama el arte de la Edad Media decide comprarlo en 1886. El hombre se pasó 20 años restaurándolo y acondicionándolo, para acabar cediéndolo al Institut de France que es su poseedor actual, aunque el que se encarga de la gestión del castillo desde 2005 es la empresa Kleber Roussillon.
Langeais posee dos fortalezas excepcionales, una es la torre de Foulques Nerra y la otra el castillo de Luis XI. La primera resulta ser la torre del homenaje más antigua de toda Francia, y la segunda posee la doble faceta de ser un castillo feudal hacia la ciudad mientras que es renacentista mirando hacia el patio. Este castillo guarda auténticos tesoros en su interior, que evocan la fastuosidad de una morada como esta, con quince aposentos que se encuentran decorados con tapices, aparadores, cátedras y suntuosos cofres.
Entre los tesoros del castillo tenemos el cofre nupcial traído por Ana de Bretaña, tenía 14 años cuando se casó con el jorobado de Carlos VIII, hay un cuadro que está hecho de cera que recrea la boda y el vestido que llevó la novia, hecho en hilo de oro y adornado con 160 pieles de armiño, símbolo del condado de Bretaña.
Si queréis saber como era un castillo en la Edad Media la mejor opción es visitar este castillo, está todo recreado, incluso la boda de Ana de Bretaña con Carlos VIII, las cocinas, las habitaciones, las salas...
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