En el último post sobre Londres nos encontrábamos en que el Rey Carlos I se encuentra encerrado en el Palacio de Windsor, donde espera a ser sometido a juicio acusado de "haberse alzado en armas contra el Parlamento y contra el Reino de Inglaterra", el rey se niega a descubrirse ante los jueces, y con el sombrero bien plantado declara que no reconoce autoridad alguna para que lo juzgue. Ese alarde de chulería no le sirve de mucho, pues acabará siendo decapitado el 30 de enero de 1649. Para esa ocasión el rey ha decidido vestirse con sus mejores galas, vestido elegantemente sale del Palacio de Saint James donde lo habían recluido, y anda solemnemente por el parque escoltado por sus cancerberos. Primero hace una parada en Whitehall para tomar la comunión, luego se dirige a Banqueting Hall donde le espera el cadalso. Que ironía, va a morir en uno de los lugares más queridos de su padre.
Whitehall es la columna vertebral del centro político de Londres, entre emblemáticos monumentos históricos y solemnes edificios gubernamentales. Esta avenida se inicia en Trafalgar Square y se va extendiendo hasta el conjunto monumental que está formado por el Parlamento, la abadía de Westminster y la iglesia gótica de Santa Margarita.
El pueblo de Londres el voluble, y una vez se sabe de la condena del rey, cambian completamente de posición. Una cosa era levantarse contra el autoritarismo, y si me apuras quitarle el trono, pero que Inglaterra ejecutara a su propio rey, eso hería las fibras más sensibles del nacionalismo y del sentimiento monárquico, que de ese hay mucho... Tal es así que en los dias previos a la ejecución se produjeron numerosas manifestaciones de protesta y actos populares para solicitar el indulto al soberano, pero no consiguieron nada. Como recuerdo de esa ejecución hay una estatua ecuestre del poco afortunado soberano en el extremo norte de la avenida Whitehall, no muy lejos del lugar donde perdió la cabeza.
Y que pasó con la familia real, pues huyeron hacia Escocia. La reina Henrietta María y el joven Carlos II se fueron a Escocia acompañados de una serie de fieles monárquicos, dos años después de la muerte del rey, su hijo Carlos será coronado por los mismo fieles que les ayudaron a huir en la Abadía de Scone, lugar de consagración de los reyes Caledonios. Esa coronación no le va a valer de mucho, no tiene ninguna posibilidad de reinar de nuevo sobre Inglaterra.
Treinta años después de haber sido coronado Carlos intenta invadir la Inglaterra de Cromwell, conseguirá llegar hasta Worcester donde será derrotado. Qué ironías de la vida los ingleses decapitaron a su rey por ser absolutista, y en estos momentos están gobernados por un tipo dictatorial, puritano que con el poder que tiene mangonea el parlamento como quiere. En ocasiones los cambios no suelen ser muy buenos...
Tras la derrota el joven rey decide que para aliviar sus penas lo mejor es refugiarse en Francia. Es un muchacho alto y guapo, de buena planta y buen carácter. Sabe combinar la política y la guerra con los placeres terrenales, y en París se aprovecha de ello para buscar ayuda para su causa sin olvidarse de vivir la vida, que para eso estamos en París!.
Todo cambió con la muerte de Cromwell en 1660, el sucesor del mismo no será otro que su hijo Richard, ¿desde cuándo una república resulta ser hereditaria?, bueno la cuestión es que el tal Richard comete errores uno tras otro, y es torpe en cuanto a temas de gobierno. El régimen puritano que había impuesto su padre se va debilitando, el ejército está inquieto, es el momento de actuar. Carlos se dirige a los Países Bajos, y proclama la declaración de Breda. En este documento el rey promete a los británicos una amnistía general, la libertad de conciencia religiosa, un reparto equitativo de las tierras en disputa y el inmediato pago de los salarios retrasados de la milicia. Éste último punto fue clave para que el general realista George Monk lograra reunir un poderoso ejército, al tiempo que sus colegas del Consejo Militar de Londres decidan que actitud tomar. Monck para darles tiempo va avanzando lentamente hacia Londres, de esta manera quiere evitar el derramamiento de sangre y que vayan avanzando las negociaciones para la entronización del rey.
A este periodo se le conoce como la Restauración, los ingleses con la sorna que los caracteriza bautizan a su nuevo rey como "The Merry King", o sea el Rey Alegre (o feliz). El monarca hizo su entrada en Londres el 29 de mayo de 1660, justo el día en que cumplía 30 años. En el triunfal desfile le hicieron guardia de honor unos 20,000 hombres del ejército de Monck, vestidos de gala y alzando los sables al paso del rey. Los londinenses se apiñaban en medio de las calles alfombradas con flores y adornadas con arcos triunfales, mientras acababan con el vino que brotaba de las fuentes por milagro del Ayuntamiento. Las campanas repiqueteaban sin cesar, y desde todos los rincones se oía música. En los balcones se situaban las damas, damiselas, y mujeres de mal vivir engalanadas con sus mejores trajes para la ocasión. El Lord Mayor y los concejales esperaban al soberano bajo numerosos y coloridos estandartes, vestidos con sus libreas relucientes y los collares que indicaban su rango luciendo bajo el sol. Al otro lado se encontraban los lores y nobles, enfundados en sus trajes de seda y terciopelo, bordados en oro y plata. Todo el mundo estaba alegre y sonriente, aliviados y esperanzados con su nuevo rey.
No hay duda alguna de que el nuevo rey entró en palacio con el pie derecho. En la primera etapa de su reinado la situación le favoreció abiertamente, sin gran esfuerzo de su parte. La jerarquía anglicana y los nobles terratenientes llegaran a un acuerdo para dominar el nuevo Parlamento, que será elegido en 1661. Gracias a ellos el rey podrá disponer de un poderoso ejército, esta estabilidad tanto la del soberano, como la del Parlamento será asegurada por medio de leyes que controlarán la prensa, limitarán las reuniones públicas y establecerán una educación unitaria, nacionalista y monárquica.
Las medidas tomadas no molestan a los londinenses, saben lo que es sufrir los extremismos políticos y no quieren volver a padecerlos. En este periodo de bonanza en que todos están más o menos contentos, los londinenses pueden ver como su rey suele pasear diariamente por una colina, la que actualmente se llama Constitution Hill, suele ir acompañado por alguno de los hombres sabios que lo asesoran o por alguna de sus favoritas, que tiene una docena de ellas....
De sus favoritas destaca una joven galesa, Nell Gwyn, y que fue una de las primeras comediantes que triunfó en los escenarios de Londres. Hay que recordar que este rey antes de subir al trono, había disfrutado de la vida en ciudades como París. Allí había asistido a la Comedie Française, y a otros teatros parisinos, gracias a esta amplitud de miras decidió reabrir y subvencionar las salas que habían sido clausuradas por los puritanos, e impulsar las actuaciones de mujeres en sus escenarios. Hasta ese momento y ya desde tiempos de Shakespeare los papeles femeninos eran interpretados por muchachos, lo que a menudo provocaba maliciosas carcajada y silbidos del público.
Como el rey era un deportista nato, también importó y puso de moda un juego francés al aire libre llamado Pall Mall, era una especie de mezcla entre el criquet y el golf. Las pistas se encontraban en la actual avenida de Pall Mall, casualmente junto a la confortable residencia de la mencionada señorita Gwyn.
Pall Mall era y es una amplia y señorial avenida que une el palacio de Saint James con la plaza de Waterloo, estamos en el corazón del Londres aristocrático. Su nombre viene de que en el siglo XVII la nobleza practicaba en ese lugar un juego de origen italiano, el palla-maglio, o pelota martillo, digamos que sería el ancestro del británico cricket. Es conocida por albergar unos cuantos clubs de caballeros que se construyeron entre el siglo XIX y principios del XX. De entre ellos destacan el Athenaeun, entre sus socios estaban C. Darwin, W. Churchill, C. Dickens, T.S. Elliot....y muchos más, aquí se reunían los literatos y poetas. El Travellers, era un club de caballeros del que sólo podían ser socios aquellos caballeros que viajaran al extranjero para que pudieran reunirse y a la mismo tiempo ofrecer hospitalidad a los distinguidos visitantes extranjeros. Las normas originales de 1819 excluían a cualquier miembro que "no haya viajado fuera de las Islas Británicas a una distancia de por lo menos, 500 kilómetros de Londres en línea directa", así que si no cumplís los requisitos olvidaros...También estaba el Oxford and Cambridge Club, exclusivo para los antiguos alumnos de esas universidades, el Royal Automobile Club, con una piscina que daría envidia a cualquier gimnasio de alto standing... Chicas, lo siento pero no podemos entrar, todos tenían siempre la misma norma, sólo hombres...
Esta calle resultó ser el centro artístico de Londres debido a que en 1814 la Royal Academy, la National Gallery y la casa de subastas Christie's se situaban en ella, aunque ninguna permaneció allí por mucho tiempo. Los inmuebles de la zona sur del Pall Mall pertenecen y han pertenecido durante años a la corona, como el Palacio de Saint James, o Malborough House, que en el pasado fue una residencia real. En esta zona también se encontraba la War Office, en su época fue el centro administrativo del Gobierno del Reino Unido, era un complejo de edificios pertenecientes a la mansión ducal de Cumberland House. No era la única residencia ducal de la zona, también estaba la Schomberg House y la Buckingham House, que fue la residencia del duque de Buckingham.
Durante los fines de semana el rey se solía escapar en buena compañía hacia los palacios de Windsor, Hampton Court... atravesaba Chelsea al galope con su caballo para llegar lo antes posible a los brazos de su amante de turno. Este camino que realizaba se le conoce actualmente por King's Road, es decir el Camino del Rey.
King's Road en un principio era el camino privado que utilizaba el monarca para ir hacia Kew, hasta 1830 siguió siendo privado, aunque los que vivían por los alrededores solían utilizarlo. Hay algunas casas que datan de principios del siglo XVIII como la que está en el número 213, en ella se puede ver una placa azul en la que nos informa que el director de cine Sir Carol Reed, vivió allí desde 1948 hasta su muerte, treinta años después. Dos números más, en el 215, vivieron el actor Peter Ustinov, Thomas Arne (compositor de "Rule Britannia") y Ellen Terry. Otro de los vecinos ilustres del barrio fue Ian Fleming, el padre de James Bond.
Al lado de King's Road se abrió en 1876, la primera pista de hielo artificial del mundo, el "Glaciarum". En plena explosión de la década de los 60 la calle se convirtió en el símbolo de la cultura mod. Más tarde llegaron los hippies y los punks, que la convirtieron en un centro de la contracultura. Actualmente si paseáis por allí veréis que se ha aburguesado un poco. En King's Road se abrió la primera franquicia de Starbucks de Londres.
Volvamos con el "Merry King" Carlos II a su época. Todo era felicidad y tranquilidad para la corte y sus súbditos, hasta que el buen rey se vio envuelto en una absurda guerra con Holanda, cuyos sucesivos desastres y la vergonzosa derrota que sufrieron sus naves con la que acabó el conflicto en 1667 hicieron que el prestigio del soberano cayera por los suelos, a parte la corona y el reino quedaron gravemente endeudados. Si a eso añadimos que Londres sufrió dos terribles catástrofes un año tras otro, el rey lo tenía un poco mal para mantener su credibilidad y su simpatía para con el pueblo.
La primera catástrofe que les llegó fue la peste, o la "gran Peste" como se conoce, llegó a Londres la primavera de 1665, fue totalmente excepcional, tanto por su virulencia, y duración, como por sus consecuencias. De 460,000 habitantes de la ciudad, murieron unos 70,000 (aunque algunas fuentes dicen que podrían haber sido casi 100,000) ya que muchos certificados de defunción eran ambiguos. El mal se manifestó a principios de abril, tras un invierno muy duro que la había mantenido latente. A medida que avanzaba el verano, que fue más bien tórrido y húmedo, la peste se fue extendiendo rápidamente. En junio ya habían perecido 4,000 personas, y al mes siguiente la cifra se había doblado.
Los apestados se hacinaban entre gemidos en los improvisados hospitales, vagaban por las calles o se arrastraban hasta los abrevaderos de caballos para calmar su incesante sed. Los vecinos no podían más que apiñar los cadáveres en las plazas y esquinas, a la espera de que los atareados carros que los recogían pasasen por su zona. El panorama era dantesco, el olor que se respiraba por todos los rincones de la ciudad era nauseabundo y los gritos de dolor asustaban al más valiente. En septiembre la mortalidad llegó a su máximo, en una sola semana se registraron 12,000 muertes, luego poco a poco se fue reduciendo gracias a que ya llegaba el frío invierno.
El rey ya no era tan alegre, y se dedicó a participar personalmente en las tareas de prevención y dictó una serie de medidas inteligentes como sería el acondicionar casas de aislamiento, conocidas como "pesthouses" en las que sólo se depositaban a los realmente enfermos. Se marcaban las puertas con una equis roja y eran custodiadas por guardias armados, para reprimir los frecuentes disturbios en los que a menudo intentaban incendiar las casas marcadas.
Entre las recomendaciones de las autoridades para protegerse del contagio estaba el "consumo de tabaco" así que el fuego solía mantener encendidas grandes hogueras pro toda la ciudad con la esperanza de que quemando tabaco se purificara el aire. Se establecen unas normas para el entierro de los muertos, debían enterrarse antes de la salida del sol, las tumbas debían tener una profundidad como mínimo de seis pies, y toda aglomeración de gente en los entierros queda prohibida mientras dure la actual epidemia. Los enfermos deben permanecer recluidos, "tan pronto como cualquier persona sea declarada contaminada de peste, a partir de esa misma noche deberá quedar recluida en su casa", además tenían la obligación de denunciar al pobre que tuviera "manchas, rojeces, hinchazón de cualquier parte del cuerpo, o caiga gravemente enfermo, el dueño de la casa debe dar aviso al inspector de salud en un plazo de dos horas. Pero hay de los que compartían casa con el enfermo, también estaban estigmatizados y no podían salir de casa ni cambiar de residencia, es decir que también acababan condenados a morir.
Los aristócratas y los que tenían dinero huían de la ciudad para salvar sus vidas, al final el rey también abandonó la ciudad, no sin antes dar un consejo a los que tenían barcas, botes o cualquier tipo de embarcación, les instó a que permanecieran aislados en medio del Támesis. Este consejo real fue realmente efectivo, pues se preservaron unas 10,000 vidas con él.
Este 2015 encontraron unos cuantos cadáveres en Liverpool Street, y que parece ser que corresponderían a las víctimas de la peste, si queréis leer más en este enlace.
Este 2015 encontraron unos cuantos cadáveres en Liverpool Street, y que parece ser que corresponderían a las víctimas de la peste, si queréis leer más en este enlace.
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