Esta estación es famosa por el accidente que sucedió el 22 de octubre de 1895. Cuando la locomotora 120-721, que arrastraba dos vagones de maletas, otro postal junto a ocho coches de viajeros, y al final del mismo un vagón de carga adicional había salido de Granville (Normandía) a las 8:45 de la mañana.
A lo largo del trayecto a la capital, fue acumulando unos 10 minutos de retraso. Nada extraño para el conductor, Monsieur Pellerin, el maquinista llevaba 19 años en la empresa y estaba acostumbrado a ese tipo de eventualidades, la solución era sencilla, bastaba con correr un poco más y frenar más tarde y con más fuerza cuando estuviese llegando a la estación. Ese era el plan del conductor, el tren franqueó la señal de entrada de la estación a una velocidad excesiva, de entre 40 y 60 km/h, al ver la señal Pellerin activó el freno de emergencia, faltaban cinco minutos para el mediodía, el tren estaba a unos centenares de metros de las toperas del final de la vía cuando Mariette, el jefe del tren (en aquellos tiempos las locomotoras llevaban siempre dos empleados) levantó la vista del papeleo que revisaba y se dio cuenta que el freno de aire no estaba funcionando como debería.Pellerin ya estaba pisando a fondo el freno, pero la inercia de los vagones cargados hicieron imposible detenerse a tiempo.
Para poder frenar había que vaciar manualmente el circuito de aire del freno de los vagones. El jefe del tren se abalanzo sobre el volante de la válvula, pero justo en ese instante el tren se estrelló contra el final de la vía, con la energía de movimiento que llevaba atravesó los diez metros del vestíbulo, y perforó una pared de 60 centímetros de grosor cayendo nueve metros más hasta el nivel de la calle, donde la locomotora terminó clavada en un ángulo de unos 50 grados junto a la estación del tranvía,
Para lo que fue, se registraron cinco heridos graves, Pellerin, Mariette, un bombero y dos pasajeros. Que sólo salieran heridos dos pasajeros se debió a que las cabinas de pasajeros no llegaron a descarrilar siquiera, lo que evitó males mayores, además hay que destacar que los pasajeros se mantuvieron tranquilos y sentados hasta que se detuvo el tren. También fue una suerte que la locomotora no arrastrase a nadie con su choque y posterior caída. Pero sí que hubo una víctima mortal, la mujer del quiosquero que tenía su puesto justo debajo del punto por el que salió la locomotora, la pobre mujer murió aplastada por un fragmento del muro de la estación, el colmo de todo es que ese día sustituía a su marido en el trabajo....
Al lado mismo de la estación hay un rascacielos, que en su momento levantó mucha polémica, la Tour Montparnasse. Construida entre 1969 y 1972 era el primer rascacielos de la ciudad con sus 210 metros de altura, y digo era, porque ahora es la segunda, ya que se lleva el título la Torre Axa del barrio de la Defénse, con sus 220 metros de alto. La Tour Montparnasse tiene 59 pisos, la terraza se puede visitar (previo pago, claro) y también es un helipuerto. En la planta 56 está el restaurante Ciel de París, también está el Café 360 que abre durante las horas de visita de la torre. Y un bar americano al lado del restaurante, que abre hasta la 1 de la madrugada. Cuando cojáis el ascensor tendréis una sensación extraña en el estómago, pues sube los 56 pisos en tan sólo 40 segundos, es decir que lleva una velocidad de 22 km/h. Para que os animéis a subir aquí os dejo las vistas panorámicas que hay desde la terraza.
Seguimos por la Avenue du Maine, la misma donde está la torre, para llegar hasta el Museo de Montparnasse, está en el número 21 y abrió sus puertas en mayo de 1998. Está situado en el edificio de 1900 que ocupó el antiguo estudio de la pintora rusa Marie Vassilieff, ofrece al visitante la historia de los artistas que llegaron de todo el mundo para vivir y trabajar en Montparnasse desde principios del siglo XX. Presenta exposiciones temporales de artistas del pasado y del presente. Durante años, Marie Vassilieff abrió las puertas de su casa que funcionó como un club privado que a su vez servía como comedor para los artistas, ofreciendo unos precios muy ajustados, por aquí pasaron Modigliani, Chaïm Soutine, Pablo Picasso, entre otros... en poco tiempo el lugar se convirtió en punto de reunión para muchos, en 1913 la "cantina Vassilieff" era tan conocida como la pintora.
Nos vamos en dirección al barrio de Les Invalides, aquí todo es monumental, desde los amplios edificios del siglo XVIII de la École Militaire, hasta el Parc du Champs de Mars que se extiende hacia el sur hasta la imponente Tour Eiffel y el Sena. Las avenidas que rodean la torre están llenas de lujosos edificios estilo art nouveau, con embajadas, aquí los precios de los locales y pisos son desorbitados. Este barrio ya era carísimo en el periodo de entre guerras, y todo porque en el siglo XVIII los acaudalados residentes del Marais decidieron trasladarse a esta parte de la ciudad, construyendo las casas adosadas y aristocráticas que encontramos en la Rue de Grenelle.
Para llegar al Hôtel des Invalides, la mejor perspectiva la encontraremos desde la Place Vauban, pero si queréis una buena foto, bien enmarcada, lo mejor es entrar unos cientos de metros hacia la Avenue Bretéil, una avenida ajardinada donde te puedes echar en el césped tranquilamente. Las grandes arterias que atraviesan la zona en la actualidad eran antiguamente anchas alamedas rodeadas de campos y bosques. Todas ellas son obra de Luis XIV y Luis XV al servicio del ejército y para mayor gloria de la monarquía, pues se crearon al mismo tiempo que los Inválidos y la Escuela Militar. Después del I y II Imperio esta zona se convirtió en un lugar de celebraciones de la glorias patrióticas y destinaron el Champ de Mars (Campo de Marte) como lugar para las Exposiciones Universales, cuyo testigo es la Tour Eiffel.
Pero antes de visitar los Inválidos podemos coger la Avenue de Tourville y acercarnos a la École Militaire. Luis XV firmó en 1751, el edicto para la creación de la futura Escuela Militar que debía ser erigida en la llanura de Grenelle. El vasto espacio que se extendía hacia el Sena, y que era utilizado para realizar ejercicios militares. Tomó en nombre de Champ de Mars, dedicado al antiguo dios de la guerra. Bajo la Revolución y cuando Napoleón estaba en el poder, allí se celebraban las grandes fiestas nacionales. Diseñado en 1765 por Gabriel, como campo de maniobras para la escuela militar, aquí fue donde el pequeño general tomó un arma entre sus manos por primera vez, donde se realizaron las primeras carreras de caballos y las primeras ascensiones en globo. Una vez Napoleón, ya coronado como emperador, regresará para condecorar a sus mejores soldados.
Así como Luis XIV creó los Invalides para albergar a los heridos de guerra, su hijo Luis XV funda un colegio para 500 jóvenes gentiles, hijos de oficiales que quieran servirle y que no tenían medios económicos. Jacques-Ange-Gabriel (el constructor de la Plaza de la Concordia) recibe el encargo de edificas la École Militaire. Su primer proyecto se desecha por ser demasiado lujoso, pues las arcas del reino no estaban muy boyantes, a pesar de ello el conjunto terminado en 1722, resulta imponente. Entre 1784 y 1785 la École Royale, pasaría a llamarse École des Cadets, y admite a un jovenzuelo corso de 15 años llamado Napoleone Buonaparte. Que se graduará como teniente de artillería con la siguiente mención: "Llegará lejos si las circunstancias lo permiten" (y vaya si lo permitieron!)
Alrededor de un patio central y diez pequeños patios cuadrados, comienzan a elevarse rápidamente los edificios bajo la dirección de Libéral Bruant. La Explanada de los Inválidos fue trazada entre 1704 y 1720 por Robert de Cotte, con unas medidas de 500 metros de largo por 250 de ancho, ofrece una soberbia perspectiva del Sena y la Rive Droite; además ha recuperado recientemente los prados y árboles que perdió durante la construcción del aparcamiento subterráneo. Un amplio foso separa el jardín del edificio, la fachada es un claro ejemplo del estilo clásico, entre dos pabellones ornados de trofeos, la decoración se ha reducido a las curiosas buhardillas, y sobre todo, a la espléndida portada que sirve de marco a la estatua ecuestre de su creador, Luís XIV, acompañado de la Prudencia y la Justicia.
La solemne fachada norte de la Escuela Militar tiene un pabellón central cuya cúpula de base cuadrangular se apoya en ocho columnas corintias, y está decorada con unas alegorías de la Paz, la Fuerza, Francia y la Victoria. Esta última representa a Luis XV, es una de las pocas efigies que ha sobrevivido a la Revolución. La fachada sur de la escuela da a la Place de Fontenoy, es una plaza rodeada de grandes edificios públicos, y tiene un interés especial porque uno de ellos es la sede de la Unesco, el edificio es una gigantesca Y elevada sobre pilares. La sede es un auténtico museo de arte moderno, pues destaca un mural de Picasso, cerámicas de Joan Miró y esculturas de Henry Moore.
Ahora por la Avenue Lowendal llegaremos hasta Les Invalides. Hasta el reinado de Luis XIV, los veteranos de los ejércitos reales, demasiado viejos para luchar o inválidos a causa de las heridas, no tenían más remedio que dedicarse a la mendicidad, o bien sobrevivían como podían cuando se negaban a ingresar en las abadías, donde los monjes tenían la obligación de acogerlos. En 1670 el rey Sol decidió construirles un amplio edificio en la llanura de Grenelle, entre 1671 y 1674 ya se había acabado de construir el Hôpital de la Salpètriere (donde siglos más tarde Lady Di sería trasladada después de su accidente en el Pont d'Alma), era la mitad este del hospital, y que rápidamente fue ocupada por sus inquilinos. Inacabada la parte oeste se construyó la doble iglesia de los Inválidos; la de los soldados para uso de los mutilados, y abierta en 1677 y posteriormente la del Domo, ésta reservada al rey y a su corte, inaugurada en 1706.
La fachada del hôtel mide 196 metros de largo y está rematada con ventanas abuhardilladas, cada una de las cuales está decorada con forma de un trofeo diferente. Sobre la entrada principal se erige una cabeza de Hércules.
Este hôpital era muy moderno para su época, pues los huéspedes se alojaban en los edificios secundarios, las habitaciones constaban de 5 o 6 camas para los soldados, y de 1 o 2 para los oficiales. Para poder ser admitido en el hospital se exigían 10 años de servicio armado. La oración y la misa eran obligatorias. Cuando algún residente cometía alguna pequeña infracción del reglamento el castigo era acabar en la "mesa de bebedores de agua" situada en el centro del refectorio, en cambio "aquel que fuera encontrado yaciendo con hombre o mujer" sería colocado sobre el "caballo de madera", una especie de caballete sujeto por cuerdas.
El hospital se concibió para acoger un máximo de 2,000 personas, pero en 1710 llegó a albergar a más de 3,000. Los inválidos podían dedicarse al trabajo, pues habían talleres de tapicería, cerámica, caligrafía y grabado, cursos de anatomía y química. Los cirujanos eran muy respetados, y los experimentos del abad Jean Antoine Nollet con la electricidad apasionaban a la opinión pública, una vez puso a 200 monjes en fila, sujetando entre cada dos de ellos un alambre de hierro de unos 7,6 metros, dando una longitud de más de 1500 m. Produjo una descarga eléctrica, mediante su botella de Leiden y observó cómo reaccionaban simultáneamente todos los monjes, contorsionándose por el shock que les produjo. Esta práctica o "remedio" se aplicó en los Inválidos en 1748.
Dentro del complejo de los Inválidos, encontramos el Museo de la Armada, donde está documentada la historia militar desde la Edad de Piedra hasta la II Guerra Mundial,está situado en la zona donde estaba la antigua armería, merece una atención especial los murales del siglo XVII de Parrocel que adornan las paredes y celebran las conquistas militares de Luis XIV. También hay que destacar el Historial De Gaulle una atracción multimedia sobre el general y su papel en la II Guerra Mundial. Después nos encontramos con el Musée de l'Ordre de la Liberation, la Orden se fundó para conmemorar las proezas heroicas de la II Guerra Mundial. También podemos visitar el Museo des Plans-Reliefs, es decir de maquetas militares de fuertes y ciudades como la de Perpignan, de 1686 donde se muestran las fortificaciones diseñadas por el arquitecto militar Vauban en el siglo XVII. Otro lugar donde perderse es el Jardín de Les invalides, diseñados por De Cotte en 1704 y están alineados de cañones de bronce de los siglos XVII y XVIII.
Saint-Louis-des-Invalides es conocida como la iglesia de los soldados, es la capilla del Hôtel des Invalides. Construida por Jules Hardouin-Mansart entre 1679 y 1708 según los planos de Libéral Bruant. Se compone por una austera nave de unos 70 metros de longitud, no tiene crucero, y aloja las criptas donde están enterrados los mariscales del ejército francés, así como el autor de la Marsellesa (Rouget de l'Isle). Esta iglesia larga y fría, no cuenta con más decoración que las banderas y los estandartes requisados en las batallas a los enemigos de la patria, y que se encuentran colgados en las cornisas. En este mismo lugar, el 14 de julio de 1789, la muchedumbre enfurecida penetró sin muchos problemas, para posteriormente dirigirse a la Bastilla, con la complicidad de los soldados, que les facilitaron encontrar en los sótanos unos 23,000 fusiles y unos 24 cañones. Desde Saint-Louis se contempla el interior del Dôme, la capilla privada de Luis XIV.
Tal vez lo más visitado del complejo es el Dôme, un buen día Luís XIV, el rey Sol, hizo llamar a Jules Hardouin-Mansart en 1676 para encargarle la construcción de la Iglesia del Dôme, formando parte del conjunto de los Invalides, pero que sólo utilizaría el rey y además acogería las tumbas reales. Mansart no se rompió mucho la cabeza con los planos, pues reutilizó unos que había encontrado de su tío F. Mansart (estos planos eran el proyecto de construcción de un gran mausoleo para los Borbones en Saint Dennis, y que nunca se llevaron a cabo).Tras la muerte de Luís XIV, se desechó la idea de enterrar a la familia Real en él, a partir de ese momento se convirtió en un monumento a la gloria de los Borbones, un templo en forma de cruz griega dentro de un cuadrado, que nos recuerda a San Pedro, en Roma. Por encima de la fachada se alza el Dôme, cuarenta columnas enmarcan las ventanas de la base, una linterna y una aguja apuntan al sol a 107 metros del suelo. La gran cúpula revestida de 50.000 laminas de plomo dorado, y que se vuelve a dorar cada 50 años. Para la celebración del bicentenario de la Revolución fueron necesarios 550.000 panes de oro para cubrirla y cuyo peso total no sobrepasara los 16,65 kilos.
En 1840, Luis Felipe decidió que sería un buen lugar para trasladar los restos de Napoleón, concretamente en la cripta, y decidió que sus compañeros en el más allá fueran el mariscal Foch, y Vauban, posteriormente se convertiría en el monumento conmemorativo a los militares franceses. Cuando entramos por la entrada principal, a la derecha la primera tumba que nos encontramos es la de José Bonaparte (para los españoles, más conocido popularmente como Pepe Botella) el hermano mayor de Napoleón rey de Nápoles y de España se halla en la capilla lateral. Seguimos hacia adelante y nos encontramos con el monumento a Vauban. Napoleón I encargó su construcción en 1808 y alberga una urna con el corazón de Sébastien Le Prestre de Vauban, gran arquitecto e ingeniero militar de Luis XIV fallecido en 1707. En la siguiente capilla está el mariscal Foch, desde ésta podemos ir hacia el centro, para ver en el fondo de la cripta la tumba de Napoleón. El rey Luis Felipe decidió traerse los restos del emperador desde Santa Elena, en un gesto de reconciliación con los republicanos y partidarios de Bonaparte (bastante contrarios a su régimen). La Iglesia del Dôme era el lugar más apropiado para ello. Pero para evitar que Napoleón resurgiera de sus cenizas el rey se aseguró de que no se levantara de su tumba, para ello se colocó el cuerpo de Napoleón justo debajo de la cúpula, en seis ataúdes, uno dentro de otro como si fuera una muñeca rusa. El primero es de hierro blanco, le sigue uno de caoba, dos de plomo, uno de ébano y el último de roble. Todos ellos descansan sobre una base de granito de los Vosgos. Al fondo de la cripta descansa el hijo del emperador, el Rey de Roma, muerto en 1832 en Viena como duque de Reichstadt, regresó a París junto a su padre, por orden y gracia de Hitler, pues sentía una enorme admiración por el corso. Las estatuas de Pradier simbolizan sus victorias.
Napoleón fue devuelto a Francia en 1840, después de un largo tira y afloja con los ingleses, fue homenajeado con un pomposo funeral, bajo una gran nevada que caía sobre la ciudad. El féretro permaneció abierto un par de minutos en presencia de un grupo selecto de invitados que descubrieron que tras 19 años (los que ya llevaba muerto), el cuerpo se conservaba en perfectas condiciones, es más le habían crecido las uñas de los pies provocando agujeros en los calcetines. Poco antes de morir, una mano anónima afeitó totalmente su cabeza y sus cabellos fueron repartidos entre cientos de sus seguidores, que los guardaron como una reliquia. De acuerdo a su propia y última voluntad, su corazón fue preservado y entregado a su amada María Luisa, actualmente sigue conservado en una jarra de plata. Parte de su estómago se conservaba en un pimentero de plata, y sus intestinos los tenían guardados en el Real Colegio de Cirujanos de Francia, hasta que se perdieron en 1940 tras un bombardeo. Está claro que al pobre Napoleón lo acabaron repartiendo en diferentes recipientes de plata, incluso su miembro viril (de 3cm...), en 1972, acabó siendo subastado públicamente en Christie's. El pene del general se supone que fue conservado durante mucho tiempo por su confesor, hasta que se subastó, pero la primera vez nadie lo quiso, sería en una tercera subasta cuando un urólogo estadounidense lo compró cinco años más tarde por 3.800 dólares. Se sabe que Napoleón había sufrido numerosos problemas de salud durante la batalla de Waterloo, hemorroides, estreñimiento crónico, fobia a los gatos, sífilis... el hombre era muy precavido y por ello firmó una póliza en mayo de 1813, por si moría en la batalla, o era hecho prisionero, eso sí la prima que pagó fueron 3 libras y tan sólo para un mes. Tras el regreso de lo que quedaba del emperador, el prestigio del mausoleo superó al del hospital. En la Capilla de Saint Jérôme guarda la tumba del hermano menor de Napoleón, Jerónimo, rey de Westfalia. Si alzamos la vista en el techo podemos contemplar una pintura circular de Charles de la Fosse que muestra La Gloria del Paraíso, con San Luís entregando la espada a Cristo.
En las capillas laterales en torno a la iglesia, yacen los jefes militares y compañeros próximos a Napoleón, y que un buen día recibieron la visita de un curioso personaje, Adolf Hitler, a poco de haber entrado en la ciudad decidió hacer turismo por ella y rendir un homenaje a uno de los pocos hombres que admiraba, Napoleón. La admiración que sentía por él, no logró evitar que mandara colocar en el subsuelo de los Invalides un tendido de cable detonante conectado a un gran número de explosivos, además de botellas de oxígeno comprimido a 180 atmósferas, para que cuando se produjera la explosión las botellas realizaran el trabajo de decenas de bombas incendiarias. El incendio que provocaría asolaría los Invalides, incluida la cúpula bajo la cual descansaba su admirado ídolo.
Así mismo decidió que se minaran los 42 puentes de la ciudad, cuya explosión en una ciudad tan poblada, provocaría una destrucción impresionante, al hacer que el Sena se desbordase y anegara gran parte de las riberas del río. La Place de la Concorde, y toda la zona que va a lo largo del río desde el Boulevard de Saint Germain, hasta los Invalides debería quedar destruida de una tacada.
La explanada que se extiende frente a los Invalides fue utilizada por Parmentier, que la llenó de patatas, para realizar sus experimentos y demostrar al mismo tiempo sus virtudes nutritivas. El laboratorio estaba en el mismo edificio hasta que en 1773 lo perdió gracias a la enorme oposición que le plantaron las "hermanas grises" que cuidaban a los enfermos y que creían peligrar el poder curativo de su botica por los inventos de Parmentier. Pero Parmentier un digno defensor de las patatas, decide continuar con sus estudios sobre los tubérculos para asegurar que son comestibles. La gente no se fía de las patatas, ha corrido el rumor de que comerlos transmite la lepra. Pero él continúa con su idea, un buen día decide plantar un campo de patatas y protegerlo con guardias armados, cuando las patatas ya están maduras retira los soldados. Los franceses son muy suyos, pero en cuanto a curiosos no les gana nadie, todo el mundo se pregunta que hay en ese campo para estar custodiado, y una noche acuden al patatal para ver que es lo que hay, se llevan las patatas y empiezan a comerlas. A partir de ese momento las patatas formarán parte de la gastronomía francesa, e incluso se plantaran en el jardín de las Tullerías, en 1795 para contrarrestar la gran hambruna que asoló la ciudad.
Pero Parmentier no sólo introdujo la patata, sino que obligó a la vacunación contra la viruela en el ejército, también tuvo la idea de extraer azúcar de la caña de azúcar, y estudió el almacenar alimentos en frío, antes de que aparecieran los frigoríficos modernos.
Al lado mismo de la estación hay un rascacielos, que en su momento levantó mucha polémica, la Tour Montparnasse. Construida entre 1969 y 1972 era el primer rascacielos de la ciudad con sus 210 metros de altura, y digo era, porque ahora es la segunda, ya que se lleva el título la Torre Axa del barrio de la Defénse, con sus 220 metros de alto. La Tour Montparnasse tiene 59 pisos, la terraza se puede visitar (previo pago, claro) y también es un helipuerto. En la planta 56 está el restaurante Ciel de París, también está el Café 360 que abre durante las horas de visita de la torre. Y un bar americano al lado del restaurante, que abre hasta la 1 de la madrugada. Cuando cojáis el ascensor tendréis una sensación extraña en el estómago, pues sube los 56 pisos en tan sólo 40 segundos, es decir que lleva una velocidad de 22 km/h. Para que os animéis a subir aquí os dejo las vistas panorámicas que hay desde la terraza.
Seguimos por la Avenue du Maine, la misma donde está la torre, para llegar hasta el Museo de Montparnasse, está en el número 21 y abrió sus puertas en mayo de 1998. Está situado en el edificio de 1900 que ocupó el antiguo estudio de la pintora rusa Marie Vassilieff, ofrece al visitante la historia de los artistas que llegaron de todo el mundo para vivir y trabajar en Montparnasse desde principios del siglo XX. Presenta exposiciones temporales de artistas del pasado y del presente. Durante años, Marie Vassilieff abrió las puertas de su casa que funcionó como un club privado que a su vez servía como comedor para los artistas, ofreciendo unos precios muy ajustados, por aquí pasaron Modigliani, Chaïm Soutine, Pablo Picasso, entre otros... en poco tiempo el lugar se convirtió en punto de reunión para muchos, en 1913 la "cantina Vassilieff" era tan conocida como la pintora.
Nos vamos en dirección al barrio de Les Invalides, aquí todo es monumental, desde los amplios edificios del siglo XVIII de la École Militaire, hasta el Parc du Champs de Mars que se extiende hacia el sur hasta la imponente Tour Eiffel y el Sena. Las avenidas que rodean la torre están llenas de lujosos edificios estilo art nouveau, con embajadas, aquí los precios de los locales y pisos son desorbitados. Este barrio ya era carísimo en el periodo de entre guerras, y todo porque en el siglo XVIII los acaudalados residentes del Marais decidieron trasladarse a esta parte de la ciudad, construyendo las casas adosadas y aristocráticas que encontramos en la Rue de Grenelle.
Para llegar al Hôtel des Invalides, la mejor perspectiva la encontraremos desde la Place Vauban, pero si queréis una buena foto, bien enmarcada, lo mejor es entrar unos cientos de metros hacia la Avenue Bretéil, una avenida ajardinada donde te puedes echar en el césped tranquilamente. Las grandes arterias que atraviesan la zona en la actualidad eran antiguamente anchas alamedas rodeadas de campos y bosques. Todas ellas son obra de Luis XIV y Luis XV al servicio del ejército y para mayor gloria de la monarquía, pues se crearon al mismo tiempo que los Inválidos y la Escuela Militar. Después del I y II Imperio esta zona se convirtió en un lugar de celebraciones de la glorias patrióticas y destinaron el Champ de Mars (Campo de Marte) como lugar para las Exposiciones Universales, cuyo testigo es la Tour Eiffel.
Pero antes de visitar los Inválidos podemos coger la Avenue de Tourville y acercarnos a la École Militaire. Luis XV firmó en 1751, el edicto para la creación de la futura Escuela Militar que debía ser erigida en la llanura de Grenelle. El vasto espacio que se extendía hacia el Sena, y que era utilizado para realizar ejercicios militares. Tomó en nombre de Champ de Mars, dedicado al antiguo dios de la guerra. Bajo la Revolución y cuando Napoleón estaba en el poder, allí se celebraban las grandes fiestas nacionales. Diseñado en 1765 por Gabriel, como campo de maniobras para la escuela militar, aquí fue donde el pequeño general tomó un arma entre sus manos por primera vez, donde se realizaron las primeras carreras de caballos y las primeras ascensiones en globo. Una vez Napoleón, ya coronado como emperador, regresará para condecorar a sus mejores soldados.
Así como Luis XIV creó los Invalides para albergar a los heridos de guerra, su hijo Luis XV funda un colegio para 500 jóvenes gentiles, hijos de oficiales que quieran servirle y que no tenían medios económicos. Jacques-Ange-Gabriel (el constructor de la Plaza de la Concordia) recibe el encargo de edificas la École Militaire. Su primer proyecto se desecha por ser demasiado lujoso, pues las arcas del reino no estaban muy boyantes, a pesar de ello el conjunto terminado en 1722, resulta imponente. Entre 1784 y 1785 la École Royale, pasaría a llamarse École des Cadets, y admite a un jovenzuelo corso de 15 años llamado Napoleone Buonaparte. Que se graduará como teniente de artillería con la siguiente mención: "Llegará lejos si las circunstancias lo permiten" (y vaya si lo permitieron!)
Alrededor de un patio central y diez pequeños patios cuadrados, comienzan a elevarse rápidamente los edificios bajo la dirección de Libéral Bruant. La Explanada de los Inválidos fue trazada entre 1704 y 1720 por Robert de Cotte, con unas medidas de 500 metros de largo por 250 de ancho, ofrece una soberbia perspectiva del Sena y la Rive Droite; además ha recuperado recientemente los prados y árboles que perdió durante la construcción del aparcamiento subterráneo. Un amplio foso separa el jardín del edificio, la fachada es un claro ejemplo del estilo clásico, entre dos pabellones ornados de trofeos, la decoración se ha reducido a las curiosas buhardillas, y sobre todo, a la espléndida portada que sirve de marco a la estatua ecuestre de su creador, Luís XIV, acompañado de la Prudencia y la Justicia.
La solemne fachada norte de la Escuela Militar tiene un pabellón central cuya cúpula de base cuadrangular se apoya en ocho columnas corintias, y está decorada con unas alegorías de la Paz, la Fuerza, Francia y la Victoria. Esta última representa a Luis XV, es una de las pocas efigies que ha sobrevivido a la Revolución. La fachada sur de la escuela da a la Place de Fontenoy, es una plaza rodeada de grandes edificios públicos, y tiene un interés especial porque uno de ellos es la sede de la Unesco, el edificio es una gigantesca Y elevada sobre pilares. La sede es un auténtico museo de arte moderno, pues destaca un mural de Picasso, cerámicas de Joan Miró y esculturas de Henry Moore.
Ahora por la Avenue Lowendal llegaremos hasta Les Invalides. Hasta el reinado de Luis XIV, los veteranos de los ejércitos reales, demasiado viejos para luchar o inválidos a causa de las heridas, no tenían más remedio que dedicarse a la mendicidad, o bien sobrevivían como podían cuando se negaban a ingresar en las abadías, donde los monjes tenían la obligación de acogerlos. En 1670 el rey Sol decidió construirles un amplio edificio en la llanura de Grenelle, entre 1671 y 1674 ya se había acabado de construir el Hôpital de la Salpètriere (donde siglos más tarde Lady Di sería trasladada después de su accidente en el Pont d'Alma), era la mitad este del hospital, y que rápidamente fue ocupada por sus inquilinos. Inacabada la parte oeste se construyó la doble iglesia de los Inválidos; la de los soldados para uso de los mutilados, y abierta en 1677 y posteriormente la del Domo, ésta reservada al rey y a su corte, inaugurada en 1706.
La fachada del hôtel mide 196 metros de largo y está rematada con ventanas abuhardilladas, cada una de las cuales está decorada con forma de un trofeo diferente. Sobre la entrada principal se erige una cabeza de Hércules.
Este hôpital era muy moderno para su época, pues los huéspedes se alojaban en los edificios secundarios, las habitaciones constaban de 5 o 6 camas para los soldados, y de 1 o 2 para los oficiales. Para poder ser admitido en el hospital se exigían 10 años de servicio armado. La oración y la misa eran obligatorias. Cuando algún residente cometía alguna pequeña infracción del reglamento el castigo era acabar en la "mesa de bebedores de agua" situada en el centro del refectorio, en cambio "aquel que fuera encontrado yaciendo con hombre o mujer" sería colocado sobre el "caballo de madera", una especie de caballete sujeto por cuerdas.
El hospital se concibió para acoger un máximo de 2,000 personas, pero en 1710 llegó a albergar a más de 3,000. Los inválidos podían dedicarse al trabajo, pues habían talleres de tapicería, cerámica, caligrafía y grabado, cursos de anatomía y química. Los cirujanos eran muy respetados, y los experimentos del abad Jean Antoine Nollet con la electricidad apasionaban a la opinión pública, una vez puso a 200 monjes en fila, sujetando entre cada dos de ellos un alambre de hierro de unos 7,6 metros, dando una longitud de más de 1500 m. Produjo una descarga eléctrica, mediante su botella de Leiden y observó cómo reaccionaban simultáneamente todos los monjes, contorsionándose por el shock que les produjo. Esta práctica o "remedio" se aplicó en los Inválidos en 1748.
Dentro del complejo de los Inválidos, encontramos el Museo de la Armada, donde está documentada la historia militar desde la Edad de Piedra hasta la II Guerra Mundial,está situado en la zona donde estaba la antigua armería, merece una atención especial los murales del siglo XVII de Parrocel que adornan las paredes y celebran las conquistas militares de Luis XIV. También hay que destacar el Historial De Gaulle una atracción multimedia sobre el general y su papel en la II Guerra Mundial. Después nos encontramos con el Musée de l'Ordre de la Liberation, la Orden se fundó para conmemorar las proezas heroicas de la II Guerra Mundial. También podemos visitar el Museo des Plans-Reliefs, es decir de maquetas militares de fuertes y ciudades como la de Perpignan, de 1686 donde se muestran las fortificaciones diseñadas por el arquitecto militar Vauban en el siglo XVII. Otro lugar donde perderse es el Jardín de Les invalides, diseñados por De Cotte en 1704 y están alineados de cañones de bronce de los siglos XVII y XVIII.
Saint-Louis-des-Invalides es conocida como la iglesia de los soldados, es la capilla del Hôtel des Invalides. Construida por Jules Hardouin-Mansart entre 1679 y 1708 según los planos de Libéral Bruant. Se compone por una austera nave de unos 70 metros de longitud, no tiene crucero, y aloja las criptas donde están enterrados los mariscales del ejército francés, así como el autor de la Marsellesa (Rouget de l'Isle). Esta iglesia larga y fría, no cuenta con más decoración que las banderas y los estandartes requisados en las batallas a los enemigos de la patria, y que se encuentran colgados en las cornisas. En este mismo lugar, el 14 de julio de 1789, la muchedumbre enfurecida penetró sin muchos problemas, para posteriormente dirigirse a la Bastilla, con la complicidad de los soldados, que les facilitaron encontrar en los sótanos unos 23,000 fusiles y unos 24 cañones. Desde Saint-Louis se contempla el interior del Dôme, la capilla privada de Luis XIV.
Tal vez lo más visitado del complejo es el Dôme, un buen día Luís XIV, el rey Sol, hizo llamar a Jules Hardouin-Mansart en 1676 para encargarle la construcción de la Iglesia del Dôme, formando parte del conjunto de los Invalides, pero que sólo utilizaría el rey y además acogería las tumbas reales. Mansart no se rompió mucho la cabeza con los planos, pues reutilizó unos que había encontrado de su tío F. Mansart (estos planos eran el proyecto de construcción de un gran mausoleo para los Borbones en Saint Dennis, y que nunca se llevaron a cabo).Tras la muerte de Luís XIV, se desechó la idea de enterrar a la familia Real en él, a partir de ese momento se convirtió en un monumento a la gloria de los Borbones, un templo en forma de cruz griega dentro de un cuadrado, que nos recuerda a San Pedro, en Roma. Por encima de la fachada se alza el Dôme, cuarenta columnas enmarcan las ventanas de la base, una linterna y una aguja apuntan al sol a 107 metros del suelo. La gran cúpula revestida de 50.000 laminas de plomo dorado, y que se vuelve a dorar cada 50 años. Para la celebración del bicentenario de la Revolución fueron necesarios 550.000 panes de oro para cubrirla y cuyo peso total no sobrepasara los 16,65 kilos.
En 1840, Luis Felipe decidió que sería un buen lugar para trasladar los restos de Napoleón, concretamente en la cripta, y decidió que sus compañeros en el más allá fueran el mariscal Foch, y Vauban, posteriormente se convertiría en el monumento conmemorativo a los militares franceses. Cuando entramos por la entrada principal, a la derecha la primera tumba que nos encontramos es la de José Bonaparte (para los españoles, más conocido popularmente como Pepe Botella) el hermano mayor de Napoleón rey de Nápoles y de España se halla en la capilla lateral. Seguimos hacia adelante y nos encontramos con el monumento a Vauban. Napoleón I encargó su construcción en 1808 y alberga una urna con el corazón de Sébastien Le Prestre de Vauban, gran arquitecto e ingeniero militar de Luis XIV fallecido en 1707. En la siguiente capilla está el mariscal Foch, desde ésta podemos ir hacia el centro, para ver en el fondo de la cripta la tumba de Napoleón. El rey Luis Felipe decidió traerse los restos del emperador desde Santa Elena, en un gesto de reconciliación con los republicanos y partidarios de Bonaparte (bastante contrarios a su régimen). La Iglesia del Dôme era el lugar más apropiado para ello. Pero para evitar que Napoleón resurgiera de sus cenizas el rey se aseguró de que no se levantara de su tumba, para ello se colocó el cuerpo de Napoleón justo debajo de la cúpula, en seis ataúdes, uno dentro de otro como si fuera una muñeca rusa. El primero es de hierro blanco, le sigue uno de caoba, dos de plomo, uno de ébano y el último de roble. Todos ellos descansan sobre una base de granito de los Vosgos. Al fondo de la cripta descansa el hijo del emperador, el Rey de Roma, muerto en 1832 en Viena como duque de Reichstadt, regresó a París junto a su padre, por orden y gracia de Hitler, pues sentía una enorme admiración por el corso. Las estatuas de Pradier simbolizan sus victorias.
Napoleón fue devuelto a Francia en 1840, después de un largo tira y afloja con los ingleses, fue homenajeado con un pomposo funeral, bajo una gran nevada que caía sobre la ciudad. El féretro permaneció abierto un par de minutos en presencia de un grupo selecto de invitados que descubrieron que tras 19 años (los que ya llevaba muerto), el cuerpo se conservaba en perfectas condiciones, es más le habían crecido las uñas de los pies provocando agujeros en los calcetines. Poco antes de morir, una mano anónima afeitó totalmente su cabeza y sus cabellos fueron repartidos entre cientos de sus seguidores, que los guardaron como una reliquia. De acuerdo a su propia y última voluntad, su corazón fue preservado y entregado a su amada María Luisa, actualmente sigue conservado en una jarra de plata. Parte de su estómago se conservaba en un pimentero de plata, y sus intestinos los tenían guardados en el Real Colegio de Cirujanos de Francia, hasta que se perdieron en 1940 tras un bombardeo. Está claro que al pobre Napoleón lo acabaron repartiendo en diferentes recipientes de plata, incluso su miembro viril (de 3cm...), en 1972, acabó siendo subastado públicamente en Christie's. El pene del general se supone que fue conservado durante mucho tiempo por su confesor, hasta que se subastó, pero la primera vez nadie lo quiso, sería en una tercera subasta cuando un urólogo estadounidense lo compró cinco años más tarde por 3.800 dólares. Se sabe que Napoleón había sufrido numerosos problemas de salud durante la batalla de Waterloo, hemorroides, estreñimiento crónico, fobia a los gatos, sífilis... el hombre era muy precavido y por ello firmó una póliza en mayo de 1813, por si moría en la batalla, o era hecho prisionero, eso sí la prima que pagó fueron 3 libras y tan sólo para un mes. Tras el regreso de lo que quedaba del emperador, el prestigio del mausoleo superó al del hospital. En la Capilla de Saint Jérôme guarda la tumba del hermano menor de Napoleón, Jerónimo, rey de Westfalia. Si alzamos la vista en el techo podemos contemplar una pintura circular de Charles de la Fosse que muestra La Gloria del Paraíso, con San Luís entregando la espada a Cristo.
En las capillas laterales en torno a la iglesia, yacen los jefes militares y compañeros próximos a Napoleón, y que un buen día recibieron la visita de un curioso personaje, Adolf Hitler, a poco de haber entrado en la ciudad decidió hacer turismo por ella y rendir un homenaje a uno de los pocos hombres que admiraba, Napoleón. La admiración que sentía por él, no logró evitar que mandara colocar en el subsuelo de los Invalides un tendido de cable detonante conectado a un gran número de explosivos, además de botellas de oxígeno comprimido a 180 atmósferas, para que cuando se produjera la explosión las botellas realizaran el trabajo de decenas de bombas incendiarias. El incendio que provocaría asolaría los Invalides, incluida la cúpula bajo la cual descansaba su admirado ídolo.
Así mismo decidió que se minaran los 42 puentes de la ciudad, cuya explosión en una ciudad tan poblada, provocaría una destrucción impresionante, al hacer que el Sena se desbordase y anegara gran parte de las riberas del río. La Place de la Concorde, y toda la zona que va a lo largo del río desde el Boulevard de Saint Germain, hasta los Invalides debería quedar destruida de una tacada.
En la película "Diplomacia" se ve el tête a têteque mantienen el general Von Choltitz que tendrá que llevar a cargo la orden directa del Führer de destruir París con el cónsul de Suecia Raoul Nordling, que hará todo lo posible para evitarlo. Es una película muy buena, a mi me gustó mucho. Un libro que habla también de este tema es "¿Arde París?" de Dominique Lapierre y Larry Collins, un buen libro para conocer el París durante la II Guerra Mundial (también se hizo la película...).
La explanada que se extiende frente a los Invalides fue utilizada por Parmentier, que la llenó de patatas, para realizar sus experimentos y demostrar al mismo tiempo sus virtudes nutritivas. El laboratorio estaba en el mismo edificio hasta que en 1773 lo perdió gracias a la enorme oposición que le plantaron las "hermanas grises" que cuidaban a los enfermos y que creían peligrar el poder curativo de su botica por los inventos de Parmentier. Pero Parmentier un digno defensor de las patatas, decide continuar con sus estudios sobre los tubérculos para asegurar que son comestibles. La gente no se fía de las patatas, ha corrido el rumor de que comerlos transmite la lepra. Pero él continúa con su idea, un buen día decide plantar un campo de patatas y protegerlo con guardias armados, cuando las patatas ya están maduras retira los soldados. Los franceses son muy suyos, pero en cuanto a curiosos no les gana nadie, todo el mundo se pregunta que hay en ese campo para estar custodiado, y una noche acuden al patatal para ver que es lo que hay, se llevan las patatas y empiezan a comerlas. A partir de ese momento las patatas formarán parte de la gastronomía francesa, e incluso se plantaran en el jardín de las Tullerías, en 1795 para contrarrestar la gran hambruna que asoló la ciudad.
Pero Parmentier no sólo introdujo la patata, sino que obligó a la vacunación contra la viruela en el ejército, también tuvo la idea de extraer azúcar de la caña de azúcar, y estudió el almacenar alimentos en frío, antes de que aparecieran los frigoríficos modernos.
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