Florencia es una ciudad pequeña, pero tiene tanto que ver que no te la acabas nunca. En la primera visita quedas tan impresionado por lo que ven tus ojos, que te falta tiempo y aliento para poder verlo todo. Y la verdad es que sólo lo ves, no lo puedes disfrutar. Quieres exprimirlo todo en los pocos días que estarás en ella, empaparte de los grandes artistas del renacimiento, disfrutar de su gastronomía, sentirte florentino... pero es difícil lograrlo, por eso siempre recomiendo una segunda o tercera visita a la ciudad. Y una vez hayamos superado el síndrome de Stendhal, regresemos a ella, pues siempre encontraremos una Florencia diferente, aún siendo la misma durante siglos, que nos mostrará algún detalle, alguna cosa que nos habíamos olvidado entre tanto ajetreo de ir para arriba y para abajo para captarlo todo con nuestra cámara de fotos, o con el smartphone en una mano y la guía de viajes en la otra.
Hoy nos centraremos en los sucesos que sucedieron en la ciudad, y que podrían habernos privado a las generaciones siguientes el poder disfrutar de tanta belleza. Como cuando en 1940, el gobierno fascista de Mussolini decidió tomar medidas de protección de todas las obras de arte de la ciudad, ante la posibilidad de una guerra inminente. Ante tal alarmante previsión decidieron acolchar algunas estatuas y trasladar otras tantas a un refugio de hormigón en los Jardines Bóboli. A este refugio también se llevaron las puertas del Baptisterio. En la Accademia las obras de Miguel Ángel se encerraron en silos de ladrillo. Muchas pinturas fueron evacuadas de Florencia, y llevadas a las villas de las afueras como Montagnana, Poppiano, Castello Montegufoni. A éste último se trasladaron obras como "La primavera" de Boticelli, "La batalla de San Romano" de Ucello, "La Virgen en el Trono" de Cimabue, y la "Madonna" de Giotto. Un total de 261 obras se escondieron y protegieron en este castillo, a pesar de algunas visitas que solían hacer los de las SS para ver que encontraban y todo gracias a Guido Masti, el criado de Sir George Sitwell (propietario del castillo en ese momento) que se encargó de proteger unas obras valoradas en más de 320 millones de dólares.
Montefugioni era una fortaleza en la que también se escondieron unas 2.000 personas que procedían de lugares lejanos como Empoli y Castel Fiorentino, estuvieron escondidos en los sótanos y las mazmorras durante unos 15 días. Hasta que un día llegaron las tropas alemanas y lo ocuparon, los refugiados se marcharon huyendo, sólo se quedó Guido y las obras de arte. Los soldados alemanes vivían en las numerosas habitaciones del castillo, y a menudo amenazaban con destruir las obras de arte que allí se albergaban, hasta que un buen día Guido les soltó: "Estas pinturas no pertenecen a una sola nación, sino que son propiedad del mundo" cómo dándoles a entender de que si las destruían serían juzgados por toda la humanidad. Al final la única obra que sufrió fue un Ghirlandaio, era una tabla circular, que los alemanes usaron como tablero de mesa, resultando dañado por las manchas de vino, comida y café... una manera de disfrutar del arte un poco ruda, que les habría costado poner un mantel! Actualmente podéis alojaros en el Castello, pues se ha reconvertido en un hotel y además se celebran bodas, banquetes...
Durante la II Guerra Mundial, ambos bandos consideraron que Florencia debía ser una "ciudad abierta" es decir tenía que evitarse el bombardeo indiscriminado de la ciudad para proteger el patrimonio artístico y cultural de la misma, incluidos los florentinos... (Así se evitaba que la ciudad del renacimiento acabase como Dresden, la conocida "Florencia del Barroco" que acabó totalmente destruida.) Por suerte con Florencia los bombardeos aliados no afectaron mucho a la ciudad, tal vez la peor parte se la llevaron los puentes que cruzaban el Arno, algunos de ellos con cientos de años de antigüedad y todos ellos, a excepción del Ponte Vecchio fueron destruidos por los alemanes el 4 de agosto de 1944, cuando iban de retirada.
Poco antes, el cónsul suizo Karl Steinhauslin (y en honor del cual se bautizó el banco Florentino) había implorado que se salvaran las estatuas de las cuatro estaciones del Ponte Santa Trinità, pero no lo consiguió. También se fue al suelo. Después de la liberación, las excavadoras registraron el fondo del río en busca de las estatuas, incluso cuando el batallón de ingenieros 387 del ejército norteamericano comenzaban a construir los puentes "Bailly", unos puentes provisionales de madera y acero, que acercarían las dos orillas del río (cerca de Galluzo queda un puente de este tipo).
Finalmente se encontraron las cuatro estaciones, a excepción de la cabeza de la estatua que representaba a la Primavera. Según la autora de "Piedras de Florencia", Mary McCarthy circuló el rumor de que un soldado norteamericano había sido visto con la cabeza perdida. Ante tal rumor el consistorio colgó carteles por toda la ciudad con una foto de la estatua donde se preguntaba: ¿Ha visto a esta mujer? recompensa de 3.000 dólares a quien la devuelva. Pero la cabeza no apareció. En 1958 y una vez se había reconstruido una réplica exacta del puente, usando herramientas renacentistas como las usadas por los constructores originales y lo que quedaba de las estatuas, la primavera incluída pero seguía sin la cabeza. Un buen día mientras se hacían unas obras en el Ponte Vecchio, apareció la cabeza de la Primavera en el lecho del río, tres años después...
Tal y como decíamos Florencia se salvó de la destrucción, en el libro "Saving Italy" se describe el saqueo que sufrió la galería de los Uffizi, y la destrucción de algunas áreas de la ciudad.
El puente original fue construido en madera, en el 1252, gracias a que la familia Frescobaldi puso el dinero para la realización de la obra, tomó el nombre de la cercana iglesia de la Santa Trinita, sólo estuvo en pie unos siete años, pues en 1259 y bajo el peso de la multitud que asistía a un espectáculo en el Arno, se desplomó. Lo reconstruyeron en piedra, y aguantó un tiempo hasta que cedió a la presión del agua durante la inundación del año 1333, de esa inundación sólo se salvó el Ponte alle Grazie. La reconstrucción fue lenta, y duró casi medio siglo, de 1356 a 1415. Pero en 1557, hubo otra gran inundación que se llevó el puente por delante. El Arno se ha desbordado decenas de veces, generalmente en años con dígitos dobles o triples, y con intervalos de 100 años, (1333,1466,1557,1844,1966) los florentinos supersticiosos esperan otro gran "alluvione" en el 2055 o el 2077, pero tal como está el clima la cosa puede adelantarse.
El puente que podemos contemplar hoy, es un diseño que encargó en su día Cosimo I, y el encargado de la obra fue Bartolomeo Ammannati, aunque el diseño le corresponde a Miguel Ángel, quien sugirió la línea moderna de tres arcos, en referencia a sus estudios y que ya había puesto en práctica en las tumbas de las Capillas de los Médicis y en los pasos de la Biblioteca Laurentina. Se construyó entre los años 1567 y 1571, en piedra sólida de color amarillento. Las estatuas fueron colocadas en 1608, y son obra de diferentes autores: Pietro Francavilla se encargó de la Primavera, Taddeo Landini, del Invierno. Giovanni Caccini hizo dos, el Verano y el Otoño, para celebrar la boda de Cosme II con María Magdalena de Austria.
Pero tal vez la inundación que más se recuerda es la de 1966, la del día 4 de noviembre. En el centro histórico estaba ya todo dispuesto para celebrar el día siguiente el aniversario de la victoria en la Primera Guerra Mundial, hay banderolas y estandartes que engalanan la ciudad, se respira el ambiente de fiesta. Pero la noche trae consigo más precipitaciones y es entonces cuando el caudal empieza a subir y con él la desconfianza. Las noticias de la provincia preocupan, pues algunos afluentes y torrentes empiezan a dar problemas, en algunos pueblos la familias ya se están refugiando en los tejados, la autopista tiene tramos inundados así como la línea del ferrocarril. A las dos de la madrugada, un afluente se desborda y anega el parque de la Cascine, tres horas después los joyeros del Ponte Vecchio van corriendo a poner en buen recaudo todas sus mercancías. A las 9 de la mañana la catedral ya está rodeada de agua por todas partes, a lo largo del día las aguas irán creciendo e invadiendo otros barrios de la ciudad. En el interior del Duomo se llegó a acumular unos 6 metros de agua, la riada arrancó las Puertas del Paraíso del Baptisterio que acabaron bastantes dañadas, otra obra perjudicada fue la Magdalena Penitente de Donatello.
En la Biblioteca Nazionale unos 700.000 libros raros y manuscritos quedaron anegados, pero tal vez una de las pérdidas más sentidas fue la del Cristo de Cimabue, que quedó en un estado lamentable al acabar flotando sobre el lodo en medio de Santa Croce, perdiendo casi el 60% de la superficie pictórica. Los florentinos cuentan que al ser llevada a los talleres de restauración, la gente se arrodillaba y lloraba al ver su penoso estado. Se consiguió restaurarlo pero no quedó como el original.
En Santa Croce y el Claustro de Santa María Novella acabaron sumergidas bajo 4 metros de agua. Era tal la desgracia que había ocurrido en la ciudad, que los florentinos no daban a basto para poder salvar las obras de arte. Pero días después del desastre empezaron a llegar personas de todas las partes del mundo para ayudar en las tareas de desescombro y limpieza. A todos estos voluntarios se les conoce como los Angeli del Fango, es decir los Ángeles del Barro. En el trigésimo aniversario de las inundaciones (1996) la ciudad intentó localizar a todos los que participaron para invitarlos a la ciudad y agradecerles todo su trabajo. Gracias a todos estos voluntario podemos seguir disfrutando de una ciudad como la bella Florencia.
En 1993, el 27 de mayo acababa de comenzar, era la 1 de la madrugada cuando una explosión hizo temblar toda la ciudad. En la Vía dei Georgofili una furgoneta fiat fiorino llena de más de 200 kilos de explosivos, había explotado. El cráter que hizo tenía dos metros de diámetro por uno y medio de profundidad, el motor el coche bomba acabó a 50 metros de distancia. La explosión hizo que la Torre de las Pulgas se colapsara y acabara en el suelo, llevándose la vida de 5 personas. Los 4 integrantes de la familia que guardaba la Accademia Georgofili, que dormían en el último piso de la torre, donde se encontraban durmiendo y otra persona más que se encontraba en la casa de enfrente y que tardaron en identificar porque quedó carbonizada. Toda la zona quedó llena de escombros y vidrios rotos. La misma destrucción reinaba en la galería de los Uffizi, el pasillo diseñado por Giorgio Vasari para unir las dos alas de la galería peligra. Entre las obras dañada hay que destacar el Nacimiento, de Gherardo delle Notti y varios cuadros de Bartolomeo Manfredi que quedaron totalmente destruidos.
El célebre Adonis de Sebastiano del Piombo sufrió un gran corte vertical. Las obras de restauración contaron una una financiación de 20 millones de dólares, para recuperar la estructura del museo, y la sección de catalogación de obras, donde se perdieron unas 30.000 imágenes, además de reconstruir la torre medieval de los Pulci, que se colapsó. Las investigaciones concluyeron de que fue un atentado de la mafia, que en esos años estaba muy activa. Recordad la muerte de los magistrados Falcone y Borsalino, y de otros atentados en Roma. La Mafia había decidido que hacían mucho más daño atacando obras de arte, su teoría era si matamos a un juez, lo sustituyen, si matamos a un policía también, si atacamos la Torre de Pisa el daño al estado sería incalculable e insustituible. En este artículo queda bastante claro.
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