El origen de estas dos iglesias se remonta al momento en que se decidió restaurar lo que había sido la entrada principal durante la Edad Media y el Renacimiento, la actual Vía Flaminia, del siglo XVII.
En 1655, el Papa Alejandro VII decidió que era el momento de rediseñar a lo grande la entrada de la Vía del Corso, y le encargó el trabajo al arquitecto Carlo Rainaldi. En la reforma se incluían dos iglesias iguales, pero las dos áreas que había disponibles para realizarlas eran diferentes, por lo que los proyectos no son exactamente iguales. Gracias a la genialidad del arquitecto se consiguió salvar la diferencia de tamaño de las iglesias; una de ellas tiene una cúpula ovalada que engaña al ojo para que nos de la impresión de que es circular como la de su gemela. Bien, ahora sólo hay que distinguir cual es cual mirando las cúpulas. La idea del proyecto era buena, pero era necesario encontrar el capital, y uno de los que puso parte del dinero para llevar a cabo las obras fue el cardenal Girolamo Gastaldi.
La Iglesia de Santa María dei Miracoli, es la de la derecha si miramos desde la Plaza del Popolo, empezó su construcción en 1675 y se terminó en 1681. De planta circular se diferencia de su gemela porque su cúpula es octogonal mientras que la de Santa María in Montesanto es dodecagonal. Su interior lo debemos a Antonio Raggi, que fue discípulo de Bernini, los monumentos a los cardenales Benedetto y Gastaldi (enterrado en la iglesia, y no sólo por ser su benefactor, sino también por ser uno de los máximos luchadores contra la peste que sufrió la ciudad de Roma) son de Carlo Fontana.
La Iglesia de Santa María de Montesanto está situada en la Vía del Babuino, 198 en ella hay un cuadro que nos sorprenderá, y mucho. Cuando uno entra en la capilla de las Almas del Purgatorio, situada a la derecha, lo último que uno espera encontrarse es un cuadro reciente tan anacrónico. El cuadro tiene una composición totalmente clásica, y si no te fijas puedes llegar a pensar que es otro de tantos. Después de visitar numerosas iglesias con sus respectivas obras de arte, este cuadro nos puede pasar desapercibido, pero si nos fijamos bien despertará nuestra curiosidad. "La cena de Emaus" tiene ciertos detalles muy peculiares, como las modernas zapatillas de tenis que lleva uno de los peregrinos, es el mismo que lleva una camiseta de tirantes y lo que podrían ser unos tejanos, y se encuentra escuchando a Jesús, al lado de otro muchacho con una camisa más bien actual. Otro punto destacable es el libro, que junto a un violín se encuentra en el suelo. La obra no es de hace siglos, sino más bien reciente, pintada por Tommasi Ferroni, sino fuera por esos detalles podría considerarse una obra del 1500.
La Iglesia de Santa María de Montesano está considerada como la iglesia de los artistas, durante la misa de 12 de los domingos se toca música, y un actor es el que generalmente lee los textos, al final de la misa se dice la oración de los artistas.
No es lo único gemelo que hay en la plaza, los dos cafés, el Rosati y el Canova, también son gemelos y muy frecuentados por la intelectualidad romana de los años 60.
Si ahora le damos la espalda a las iglesias anteriormente mencionadas, nos encontraremos de frente con un inmenso obelisco. Este obelisco pertenecía a Ramsés II hasta que Augusto decidió traérselo a Roma y colocarlo en la spina del Circo máximo, allá por el siglo X a.C.
La plaza lleva el nombre de la iglesia de Santa María del Popolo, que se encuentra a la derecha detrás del obelisco. La plaza tiene una forma elíptica muy elegante, con un diseño neoclásico a cargo de Giuseppe Valadier. Concebida entre 1811 y 1824 consiguió darle amplitud y teatralidad manteniendo los monumentos que ya habían, y convirtiéndola en el punto de reunión para el pueblo romano. La Porta del Popolo, abierta en la muralla de Aureliano, fue durante mucho tiempo la principal puerta de entrada a la ciudad. Su fachada exterior, realizada en el siglo XVI, está inspirada en los arcos de triunfo antiguos. La interior fue decorada por Bernini en 1655, par celebrar la llegada triunfal de la reina Cristina de Suecia a Roma. Encima del arco principal hay una inscripción "Felice faustoque ingressui" (para una entrada feliz y bendita), fue encargada por el papa Alejandro VII, a Bernini, con motivo de la visita de la reina Cristina de Suecia, cuya conversión al catolicismo se consideró un gran éxito de la Contrareforma.
El obelisco Flaminio, tiene una altura de 24 metros, construido en tiempos de Ramsés II y Merenptah, allá por el 1232 a.C. fue traído a Roma como souvenir, ya hablamos de ello en un post anterior. Los cuatro leones que lo rodean son de mármol, de estilo egipcio, y de sus bocas salen chorros de agua que confluyen en una taza colocada en una pequeña escalinata sobre la que reposa el monumento. Los leones se los debemos también a Valadier, que tal vez consideraba que el obelisco sólo era poco para su gran plaza.
La plaza lleva el nombre de la Iglesia de Santa María del Popolo, la tradición cuenta que en el lugar donde ahora se levanta la iglesia, se construyó una capilla y que fue sufragada por el pueblo romano, el pueblo de la Virgen. Así que el pueblo primero tuvo una iglesia y luego la plaza también acabó siendo del pueblo.
Ideada en el siglo XVII como entrada monumental a la ciudad para todos los peregrinos que llegaban a la ciudad a través de la vía Flaminia desde el norte.
Antes de la aparición de Valadier, la plaza tenía una forma trapezoidal, era muy modesta, apenas decorada. Hay que recordar que durante mucho tiempo este era el lugar donde se celebraban las ejecuciones públicas y el punto de partida de las carreras que se celebraban en la Vía del Corso.
Cuando se llevaron a cabo las obras de remodelación en el segundo decenio del siglo XIX, se colocaron dos exedras decoradas con estatuas y fuentes que limitan los dos lados de la plaza, la colocación arquitectónica de la pendiente del Pincio, las construcciones simétricas a los lados de la "Porta del Popolo" y los leones anteriormente mencionados. Para unificar la plaza con la colina puso amplias rampas, adornadas con árboles y caminos que nos llevan a la terraza del Pincio, que acabó convirtiéndose en uno de los lugares para pasear más famosos de la ciudad, al que acudía el pueblo llano, la burguesía, la nobleza y como no el clero.
La mejor hora para subir a la colina del Pincio, suele ser un poco antes del atardecer, para así disfrutar de unas vistas espectaculares bañadas por las luces del ocaso. A lo largo de los senderos que nos llevarán a lo alto de la colina se suceden los bustos de patriotas italianos, añadidos siglos después por indicación de Giuseppe Mazzini, el nacionalista italiano del siglo XIX. En el Pincio tenemos otro obelisco, éste fue mandado colocar por Pío VII, era el obelisco que se había traído el emperador Adriano unos siglos antes.
Seguimos en la plaza y está vez nos dirigiremos a Santa María del Popolo, una de las iglesias-museo más hermosas de Roma, pues lo tiene todo: arquitectura renacentista, decoración de Bernini, frescos de Pinturicchio situados detrás del altar de la primera capilla, en el lado derecho, lienzos de Caravaggio en el coro, mosaicos que siguen los cartones ideados por Rafael... vamos que entras en ella y te cuesta un mundo salir con tanta belleza que hay en su interior.
Se dice que los restos del emperador romano Nerón yacían bajo los cimientos de esta iglesia, bueno más bien bajo los cimientos de la primera iglesia. Según la historia fue el Papa Pascual II el que decidió construir una pequeña capilla sobre el lugar donde Nerón fue sepultado, era una manera de celebrar que ese mismo año, 1099, se había liberado el Santo Sepulcro y para obviar cualquier resto de paganismo. Para ello mandó desenterrar la tumba, quemar lo que quedaba del emperador y lanzarlos al río Tiber. Posteriormente, construyó una iglesia dedicada a la Virgen María cuyos gastos fueron costeados por el pueblo de Roma.
Santa María del Popolo se amplió en 1227 por otro papa, Gregorio IX, pero será en el siglo XV bajo el mandato papal de Sixto IV cuando se realizaran las obras necesarias para darle el aspecto actual del templo, una iglesia de tres naves y con numerosas capillas laterales. En el siglo XVI Bramante alargó el ábside, Rafael Sanzio se encargó de la capilla del banquero Agostino Chigi. Pero las obras no acabaron aquí, un siglo más tarde Alejandro VII, otro papa que decidió reformar de nuevo la iglesia, y encargó el trabajo a Gian Lorenzo Bernini, que la decoró interiormente y le dio el aspecto barroco a la fachada.
A finales del siglo XVI Martín Lutero, el monje agustino que años más tarde iniciaría la Reforma protestante, vivió en el monasterio que se encontraba al lado de la iglesia durante su juventud.
El valor artístico del edificio se encuentra en su decoración interior, la capilla Della Rovere, la primera a la derecha, contiene frescos de Pinturicchio, es el mismo autor de "La adoración del Niño" que podemos contemplar sobre el altar, y de las magníficas escenas bíblicas del techo abovedado del presbiterio. Durante siglos se creyó que la imagen de estilo barroco de la "Madona del Popolo" en el altar mayor era obra del apóstol san Lucas, hasta que los expertos en arte dijeron que pertenecía a la escuela Sienesa del siglo XIII. Detrás del altar mayor se encuentran las tumbas de los cardenales Ascanio Sforza y Girolamo Basso della Rovere, ambas son obra de Andrea Sansovino.
Pero la principal atracción de la iglesia es la Cappella Cerasi, la encontraréis a la izquierda del altar mayor, contiene las pinturas de Caravaggio: "La conversión de San Pablo" y la "Crucifixión de San Pedro". Otra capilla interesante es la Capilla Chigi, obra de Rafael Sanzio, en ella están las tumbas del banquero Agostino Chigi y de su hermano, situadas en las paredes laterales de la capilla, las distinguiréis porque tienen forma piramidal. Seguramente se inspiró en la pirámide romana de Cestius. Bernini diseño el mármol del suelo y la lámpara de bronce, formada por tres querubines, dos de las cuatro estatuas que hay en las esquinas, la de Habakuk (que fue el encargado de llevarle la comida a Daniel cuando se hallaba en la guarida del león) y la de Daniel y el león.
La capilla Chigi fue escenario de la película "Ángeles y Demonios" de Dan Brown, según la novela, el Habakuk era el altar que representaba a la tierra. Antes de dejar la iglesia fijaros en el esqueleto que comparte jaula con una mariposa (símbolo de la resurrección), para ello hay que ir por la puerta más oriental, la que se encuentra al lado de la pequeña tienda de recuerdos.
La via Flaminia era la carretera romana construida para unir la capital del imperio con la ciudad de Rimini, y por consiguiente con el mar Adriático. Durante siglos, el área que se extendía desde el monte Pincio, hasta el Tíber había estado deshabitada. Se rumoreaba que por allí corrían espíritus malignos, ya que era el punto débil en la defensa de la ciudad.
La actual Porta del Popolo, era la antigua Porta Flaminia, situada inmediatamente detrás de la Muralla Aureliana. Si la atravesamos veremos parte de la muralla, y de la antigua puerta.
La Iglesia de Santa María de Montesano está considerada como la iglesia de los artistas, durante la misa de 12 de los domingos se toca música, y un actor es el que generalmente lee los textos, al final de la misa se dice la oración de los artistas.
No es lo único gemelo que hay en la plaza, los dos cafés, el Rosati y el Canova, también son gemelos y muy frecuentados por la intelectualidad romana de los años 60.
Si ahora le damos la espalda a las iglesias anteriormente mencionadas, nos encontraremos de frente con un inmenso obelisco. Este obelisco pertenecía a Ramsés II hasta que Augusto decidió traérselo a Roma y colocarlo en la spina del Circo máximo, allá por el siglo X a.C.
La plaza lleva el nombre de la iglesia de Santa María del Popolo, que se encuentra a la derecha detrás del obelisco. La plaza tiene una forma elíptica muy elegante, con un diseño neoclásico a cargo de Giuseppe Valadier. Concebida entre 1811 y 1824 consiguió darle amplitud y teatralidad manteniendo los monumentos que ya habían, y convirtiéndola en el punto de reunión para el pueblo romano. La Porta del Popolo, abierta en la muralla de Aureliano, fue durante mucho tiempo la principal puerta de entrada a la ciudad. Su fachada exterior, realizada en el siglo XVI, está inspirada en los arcos de triunfo antiguos. La interior fue decorada por Bernini en 1655, par celebrar la llegada triunfal de la reina Cristina de Suecia a Roma. Encima del arco principal hay una inscripción "Felice faustoque ingressui" (para una entrada feliz y bendita), fue encargada por el papa Alejandro VII, a Bernini, con motivo de la visita de la reina Cristina de Suecia, cuya conversión al catolicismo se consideró un gran éxito de la Contrareforma.
El obelisco Flaminio, tiene una altura de 24 metros, construido en tiempos de Ramsés II y Merenptah, allá por el 1232 a.C. fue traído a Roma como souvenir, ya hablamos de ello en un post anterior. Los cuatro leones que lo rodean son de mármol, de estilo egipcio, y de sus bocas salen chorros de agua que confluyen en una taza colocada en una pequeña escalinata sobre la que reposa el monumento. Los leones se los debemos también a Valadier, que tal vez consideraba que el obelisco sólo era poco para su gran plaza.
La plaza lleva el nombre de la Iglesia de Santa María del Popolo, la tradición cuenta que en el lugar donde ahora se levanta la iglesia, se construyó una capilla y que fue sufragada por el pueblo romano, el pueblo de la Virgen. Así que el pueblo primero tuvo una iglesia y luego la plaza también acabó siendo del pueblo.
Ideada en el siglo XVII como entrada monumental a la ciudad para todos los peregrinos que llegaban a la ciudad a través de la vía Flaminia desde el norte.
Antes de la aparición de Valadier, la plaza tenía una forma trapezoidal, era muy modesta, apenas decorada. Hay que recordar que durante mucho tiempo este era el lugar donde se celebraban las ejecuciones públicas y el punto de partida de las carreras que se celebraban en la Vía del Corso.
Cuando se llevaron a cabo las obras de remodelación en el segundo decenio del siglo XIX, se colocaron dos exedras decoradas con estatuas y fuentes que limitan los dos lados de la plaza, la colocación arquitectónica de la pendiente del Pincio, las construcciones simétricas a los lados de la "Porta del Popolo" y los leones anteriormente mencionados. Para unificar la plaza con la colina puso amplias rampas, adornadas con árboles y caminos que nos llevan a la terraza del Pincio, que acabó convirtiéndose en uno de los lugares para pasear más famosos de la ciudad, al que acudía el pueblo llano, la burguesía, la nobleza y como no el clero.
La mejor hora para subir a la colina del Pincio, suele ser un poco antes del atardecer, para así disfrutar de unas vistas espectaculares bañadas por las luces del ocaso. A lo largo de los senderos que nos llevarán a lo alto de la colina se suceden los bustos de patriotas italianos, añadidos siglos después por indicación de Giuseppe Mazzini, el nacionalista italiano del siglo XIX. En el Pincio tenemos otro obelisco, éste fue mandado colocar por Pío VII, era el obelisco que se había traído el emperador Adriano unos siglos antes.
Seguimos en la plaza y está vez nos dirigiremos a Santa María del Popolo, una de las iglesias-museo más hermosas de Roma, pues lo tiene todo: arquitectura renacentista, decoración de Bernini, frescos de Pinturicchio situados detrás del altar de la primera capilla, en el lado derecho, lienzos de Caravaggio en el coro, mosaicos que siguen los cartones ideados por Rafael... vamos que entras en ella y te cuesta un mundo salir con tanta belleza que hay en su interior.
Se dice que los restos del emperador romano Nerón yacían bajo los cimientos de esta iglesia, bueno más bien bajo los cimientos de la primera iglesia. Según la historia fue el Papa Pascual II el que decidió construir una pequeña capilla sobre el lugar donde Nerón fue sepultado, era una manera de celebrar que ese mismo año, 1099, se había liberado el Santo Sepulcro y para obviar cualquier resto de paganismo. Para ello mandó desenterrar la tumba, quemar lo que quedaba del emperador y lanzarlos al río Tiber. Posteriormente, construyó una iglesia dedicada a la Virgen María cuyos gastos fueron costeados por el pueblo de Roma.
Santa María del Popolo se amplió en 1227 por otro papa, Gregorio IX, pero será en el siglo XV bajo el mandato papal de Sixto IV cuando se realizaran las obras necesarias para darle el aspecto actual del templo, una iglesia de tres naves y con numerosas capillas laterales. En el siglo XVI Bramante alargó el ábside, Rafael Sanzio se encargó de la capilla del banquero Agostino Chigi. Pero las obras no acabaron aquí, un siglo más tarde Alejandro VII, otro papa que decidió reformar de nuevo la iglesia, y encargó el trabajo a Gian Lorenzo Bernini, que la decoró interiormente y le dio el aspecto barroco a la fachada.
A finales del siglo XVI Martín Lutero, el monje agustino que años más tarde iniciaría la Reforma protestante, vivió en el monasterio que se encontraba al lado de la iglesia durante su juventud.
El valor artístico del edificio se encuentra en su decoración interior, la capilla Della Rovere, la primera a la derecha, contiene frescos de Pinturicchio, es el mismo autor de "La adoración del Niño" que podemos contemplar sobre el altar, y de las magníficas escenas bíblicas del techo abovedado del presbiterio. Durante siglos se creyó que la imagen de estilo barroco de la "Madona del Popolo" en el altar mayor era obra del apóstol san Lucas, hasta que los expertos en arte dijeron que pertenecía a la escuela Sienesa del siglo XIII. Detrás del altar mayor se encuentran las tumbas de los cardenales Ascanio Sforza y Girolamo Basso della Rovere, ambas son obra de Andrea Sansovino.
Habakuk |
Cúpula Capilla Chigi |
La via Flaminia era la carretera romana construida para unir la capital del imperio con la ciudad de Rimini, y por consiguiente con el mar Adriático. Durante siglos, el área que se extendía desde el monte Pincio, hasta el Tíber había estado deshabitada. Se rumoreaba que por allí corrían espíritus malignos, ya que era el punto débil en la defensa de la ciudad.
La actual Porta del Popolo, era la antigua Porta Flaminia, situada inmediatamente detrás de la Muralla Aureliana. Si la atravesamos veremos parte de la muralla, y de la antigua puerta.
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