El Château de Beauregard fue construido en el siglo XVI como pabellón de caza para el rey Francisco I. En 1521 lo cede a su tío René de Saboya (y al que todo el mundo conocía con el sobrenombre del Gran Bastardo) el hermano de su madre, María Luisa de Saboya.
En 1545, Jean du Thier, secretario de Enrique II, lo compró y lo transformó en una elegante casa solariega. Du Thier encargo al arquitecto italiano del rey, Scibec de Carpi, un magnífico estudio con paneles de roble dorado, se trata del Cabinet des Grelots, es una pequeña habitación decorada con cascabeles (grelots).
Pero lo que más llama la atención de este castillo es la Galeries des Illustres, es decir una galería de retratos, la mayor de Europa y que podemos contemplar en la actualidad. Fue construida durante la primera mitad del siglo XVII tras encargo de Paul Ardier, ministro de Luis XIII y un apasionado de la historia de su país.
Con 27 metros de largo por seis de ancho, se sitúa en la planta noble, y está pavimentada con 5.500 baldosas de cerámica de Delft, son pequeños azulejos cuadrados de color blanco, con cuadros en azul, realizados a mano por los holandeses, cada baldosa representa a un soldado, por lo que podemos decir que toda la habitación sería un ejército.
Paul Ardier, sabía que estos azulejos son bastante frágiles, y que se rompían con facilidad, así que solicitó que los hicieran más gruesos de los normal, y encargó el doble de los necesarios para cambiarlos si era necesario.
Catorce reyes de Francia le sucedieron, y se encuentran pintados acompañados por las figuras de sus reinas, ministros, mariscales, diplomáticos... el último rey para Ardier fue Luis XIII, que es el que cierra la colección de reyes. Además de reyes y reinas, también hay personajes destacados de la historia de Francia, junto a otros 25 retratos de personajes de otras nacionalidades.
Tenemos al cardenal Mazarino, a Juana de Arco, a Eduardo III de Inglaterra, los sultanes turcos Murad I, o Solimán el Magnífico. En cuanto a mujeres están Isabel de Baviera, que gobernó durante la locura de Carlos VI, Catalina y Maria de Médicis, Ana de Austria.
El número de retratos varía dependiendo del rey al que están asociados, por ejemplo el reinado de Felipe IV cuenta con 6 retratos, Carlos VII con 21 y Luís XIII, con 40 retratos. Las fechas de los reinados y el emblema junto con el lema del rey se pintan en la madera situada entre el suelo y los retratos.
El pobre Paul Ardier no pudo ver acabada la sala, se tardaron 60 años en hacerla, y eso que él murió a los 93 años.
Durante la entrevista que tuvo lugar en el castillo de Blois entre Luis XIII y su madre, María de Médicis, en 1626, el cardenal Richelieu temía una conspiración, por lo que prefirió alojarse en Beuregard, aceptando la hospitalidad de Paul Ardier, así que se instaló en él junto a su guardia personal.
Para visitar la ciudad podemos seguir cuatro recorridos que nos ofrece la ciudad de Blois, son los llamados P'tits clous y nos sirven para descubrir la ciudad a pie. Son cuatro circuitos peatonales que están señalizados con unos clavos de bronce.
Cada circuito tiene una longitud de unos 2 km aproximadamente y que te permiten descubrir un barrio de la ciudad. Para señalizar los distintos recorridos han utilizado un puerco espín, que resulta ser el emblema de Luis XII, que nos llevará por los alrededores del castillo y los jardines reales.
Uno de los monumentos que no debemos perdernos es la Iglesia de San Nicolás, enclavada cerca del río, en lo que sería la parte baja de la ciudad, se empezó a construir en el año 1138, a principios del siglo XIII, la antigua iglesia abacial de Saint Laumer nos muestra todas las características arquitectónicas de los comienzos del arte gótico.
Huyendo de los terribles Normandos, los monjes benedictinos que custodiaban las reliquias de su fundador, Saint Laumer, se refugiaron en Blois. Aquí construyeron su monasterio, concretamente en la iglesia abacial antes mencionada. De 1138 a 1186, se construyó el coro, el transepto (donde se suelen cruzar el transepto con la nave central) acabaron el conjunto a principios del siglo siguiente. Cuando estallaron las guerras de religión, la abadía acabó destruida por los protestantes y la iglesia quedó en malas condiciones, pero aún se medio aguantaba en pie.
En los siglos XVII y XVIII, se reconstruyó la abadía, durante la Revolución Francesa acabó convertida en un Hôtel Dieu (una especie de hospital). Saliendo de la iglesia por el gran pórtico de Louis XIII, nos encontraremos con una esbelta fachada apretada entre dos poderosos pilares. Los tres pórticos son de un ancho desigual y están coronados por una elegante galería de arquerías, que ocupan toda la anchura de la fachada.
El rosetón que la culmina, fue reparado en el siglo XVII. Encima de éste hay una gárgola monumental, la otra se encuentra al pie de la escalera que lleva al castillo. Tiene dos torres de diferente anchura, cada una está rematada por un campanario coronado por una aguja del siglo XIX. Si lo que queréis es contemplar toda su belleza y esplendor lo mejor bajar hasta el muelle del Loira, desde allí podremos distinguir los contrafuertes que la sostienen, las torres y las linternas.
La parte más antigua, es decir del siglo XII corresponde a la cripta y al oratorio, la primera la encontraréis bajo el coro mientras que el oratorio esta a la izquierda de la entrada. Del siglo XIX son el deambulatorio, y la capilla del ábside consagrada a la Virgen María. En los laterales hay 16 capillas con 31 vidrieras, las vidrieras son del siglo XX. Durante el reinado de Francisco I, en el siglo XVI, ya hicieron algunas reformas, pero fue en 1678 tras un huracán que destruyó las vidrieras mayores y arruinó el edificio tuvieron que volver a empezar, es por ello que de esa época sólo queda el ábside, la fachada occidental y los pisos superiores del campanario. Delante de la catedral está la Maison de l'Acrobate, se distingue por las vigas de madera a la vista y las figuras de diferentes personajes en las columnas.
Durante siglos la iglesia a luchado contra la magia y la brujería, han perseguido, condenado y quemado a muchos, pero en Blois rinden homenaje a todos ellos, sobre todo a la magia con la "Maison de la Magie". Lo primero que os llamará la atención es el dragón de seis cabezas que hay en la fachada, es el guardián de un templo mágico que os dará la bienvenida, ¿estáis preparados? una vez dentro os estaréis iniciando en las artes mágicas en un espacio de más de 2000 metros cuadrados repartidos en cinco niveles, podréis disfrutar de autómatas, historia de la magia, ilusiones ópticas, trucos de ilusionismo, y conocer la vida y la obra de Robert-Houdin.
Nacido como Jean Eugène Robert el 7 de diciembre de 1805, en Blois, resultó ser un apasionado de la mecánica y de la relojería, su padre tenía un taller de relojería pero quería que su hijo se dedicase a otro oficio, para ello lo mandó a la universidad de Orléans, acaba siendo notario en su ciudad, pero aún sigue muy interesado en la mecánica, al final consiguió convencer a su padre para que le dejara hacer lo que más le gustaba. Para aprender mejor el oficio se fue a Tours pero enfermó y regresó a Blois, allí conoce a la que será su esposa Cecilia, hija de un relojero parisino Jacques Houdin.
En 1830 se casaron y adoptó el apellido de su esposa Houdin, que uniría al suyo par hacerlo compuesto Robert-Houdin, así se destacaría de entre otros muchos relojeros. Un buen día recibió unos libros sobre prestidigitación y magia en lugar de los de relojería que había encargado, este error cambió la vida del relojero. Durante un tiempo compaginó profesión con afición, en 1837 creo el reloj más ligero y que escondía su maquinaria, con el dinero que ganó empieza a fabricar objetos automatizados que tuvieron mucho éxito en la Exposición Universal de 1844. Encontró un patrón que le financió sus proyectos pero no fue tras la muerte de su esposa cuando se dedicó en cuerpo y alma a la magia, llegó a actuar ante el rey de Francia y la Reina de Inglaterra, hizo numerosos bolos por Europa.
En 1845 compra un teatro donde representará las "Soirées Fantastiques", está considerado como el padre de la magia moderna. Tal es así que años después de su muerte Erik Weisz, húngaro de nacimiento decidió tomar su apellido añadiéndole una i final (algún listo le había comentado que añadiéndole la i, en francés quería decir "igual que...") para homenajear al maestro de la magia.
Hay que decir que también tomó prestado el nombre de Harry, de otro ilusionista amigo suyo, Harry Kellar. Vámos, que mucha imaginación en cuanto a nombres artísticos no tenía, pues unió unos que ya tenían dueño. Y todo porque a los 15 años leyó la biografía de Robert-Houdin y decidió que él sería más grande, y más famoso. Su admiración no duró siempre, se acabó cuando se peleó con los hijos de Houdin, que no quisieron recibirlo. Así que se dedicó a escribir un libro en el que desenmascarar al mago, tratando de bajarlo de golpe del pedestal aduciendo que sus inventos eran robados de otros magos. No se sabe si esta actitud fue por cabreo o por miedo a que aún estando muerto fuera mejor que él mismo y siempre saliese mal parado en las comparaciones. En la película "The illusionist" se basan en la historia y en los trucos de magia de Robert-Houdin.
Durante siglos la iglesia a luchado contra la magia y la brujería, han perseguido, condenado y quemado a muchos, pero en Blois rinden homenaje a todos ellos, sobre todo a la magia con la "Maison de la Magie". Lo primero que os llamará la atención es el dragón de seis cabezas que hay en la fachada, es el guardián de un templo mágico que os dará la bienvenida, ¿estáis preparados? una vez dentro os estaréis iniciando en las artes mágicas en un espacio de más de 2000 metros cuadrados repartidos en cinco niveles, podréis disfrutar de autómatas, historia de la magia, ilusiones ópticas, trucos de ilusionismo, y conocer la vida y la obra de Robert-Houdin.
En 1830 se casaron y adoptó el apellido de su esposa Houdin, que uniría al suyo par hacerlo compuesto Robert-Houdin, así se destacaría de entre otros muchos relojeros. Un buen día recibió unos libros sobre prestidigitación y magia en lugar de los de relojería que había encargado, este error cambió la vida del relojero. Durante un tiempo compaginó profesión con afición, en 1837 creo el reloj más ligero y que escondía su maquinaria, con el dinero que ganó empieza a fabricar objetos automatizados que tuvieron mucho éxito en la Exposición Universal de 1844. Encontró un patrón que le financió sus proyectos pero no fue tras la muerte de su esposa cuando se dedicó en cuerpo y alma a la magia, llegó a actuar ante el rey de Francia y la Reina de Inglaterra, hizo numerosos bolos por Europa.
En 1845 compra un teatro donde representará las "Soirées Fantastiques", está considerado como el padre de la magia moderna. Tal es así que años después de su muerte Erik Weisz, húngaro de nacimiento decidió tomar su apellido añadiéndole una i final (algún listo le había comentado que añadiéndole la i, en francés quería decir "igual que...") para homenajear al maestro de la magia.
Hay que decir que también tomó prestado el nombre de Harry, de otro ilusionista amigo suyo, Harry Kellar. Vámos, que mucha imaginación en cuanto a nombres artísticos no tenía, pues unió unos que ya tenían dueño. Y todo porque a los 15 años leyó la biografía de Robert-Houdin y decidió que él sería más grande, y más famoso. Su admiración no duró siempre, se acabó cuando se peleó con los hijos de Houdin, que no quisieron recibirlo. Así que se dedicó a escribir un libro en el que desenmascarar al mago, tratando de bajarlo de golpe del pedestal aduciendo que sus inventos eran robados de otros magos. No se sabe si esta actitud fue por cabreo o por miedo a que aún estando muerto fuera mejor que él mismo y siempre saliese mal parado en las comparaciones. En la película "The illusionist" se basan en la historia y en los trucos de magia de Robert-Houdin.
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