Eduardo VII |
Hoy hablaremos de "Bertie", para familia y amigos, o Eduardo VII para sus súbditos. Como he comentado antes, Eduardo tuvo que esperar unos cuantos años hasta que llegó a la corona, pero mientras pasaba el tiempo podemos decir que no dejó de divertirse. Nacido el 9 de noviembre de 1841, al ser el primer varón le adjudicaron un montón de títulos nobiliarios, pero tal vez el más importante sería el de Príncipe de Gales, y como consecuencia de ello heredero al trono en perjuicio de su hermana mayor. Sus padres decidieron que debía tener una educación exquisita, adecuada al futuro cargo que debía ocupar. Lo mandaron a las mejores instituciones, aunque su periplo como estudiante podríamos decir que no fue muy bueno, y no es que el pobre no lo intentara, pero superar a su inteligentísima hermana mayor era un reto difícil de lograr.
Alejandra de Dinamarca |
A su regreso, tenía intenciones de seguir una carrera en el ejército británico, pero no se lo permitieron, era el heredero al trono, así que lo llenaron de rangos militares honorarios. En 1861 lo enviaron a Alemania, para que observase unas maniobras militares pero tan sólo era una excusa, sus padres habían decidido que el niño debía casarse ya, la elegida era la princesa Alejandra de Dinamarca, la hija mayor del príncipe Christian de Dinamarca.
Para ello propiciaron un encuentro en Espita, el 24 de septiembre, y con la colaboración de su hermana, que seguía las instrucciones de su madre. Eduardo y Alejandra congeniaron rápidamente así que los planes de matrimonio avanzaron. Pero que estuviera comprometido no significaba que Bertie se fuera a comportar como debiera según su rango, pues a partir de ese momento comenzó a tener una merecida reputación de playboy. Todo comenzó en unas maniobras del ejército en Irlanda, tenía que pasar unas diez semanas en Curraugh Camp, con la Guardia de Granaderos. El heredero era un novato en cuestiones relacionadas con el sexo, por lo que sus compañeros decidieron presentarle a Nellie Clifton, y ¿que mejor manera que encontrársela directamente en su cama?
Y como a nadie le amarga un dulce, está claro que a Eduardo no le pareció mal la idea. Lo malo es que las noticias vuelan, y llegaron a oídos de su padre el príncipe Alberto, que le escribió una larga carta amonestándole. Como no tenía claro que su hijo le fuera ha hacer caso, el príncipe se trasladó a Cambridge donde se encontraba Eduardo, y allí, dando un paseo bajo la lluvia, discutieron sobre la actitud irresponsable del príncipe. En esa época, Alberto contrajo la fiebre tifoidea, que acabaría con su vida. La reina Victoria culpó a su hijo de lo sucedido, sus irresponsabilidad y actitud habían matado a su padre, según sus palabras. Además afirmó de que nunca lo perdonaría, aseguraba de que su querido Alberto había muerto de preocupación por la conducta del heredero "que había sido asesinado por ese espantoso asunto". El asunto con Nellie duró el mismo tiempo que sus "campamentos" en Curraugh Camp, sólo diez semanas. Pero detrás de ella llegaron otras, muchas otras...
A pesar de ese escarceo juvenil Eduardo y Alejandra se casaron en la capilla de St. George, en el Castillo de Windsor, el 10 de marzo de 1863. El novio contaba con 21 años y la novia con 18. Establecieron su hogar en Malborough House, esa era la residencia en Londres; la casa de campo se encontraba en Norfolk, en Sandringham House. La reina Victoria a pesar de no poder ni verlo, mandaba en la vida de su hijo y nuera, se preocupaba por el estilo de vida social de la pareja, e intentaba imponerles su punto de vista en muchas cuestiones, incluido el nombre que debían llevar sus hijos. Se dice que los hijos de la pareja fueron todos prematuros, pues la princesa intentaba engañar deliberadamente a la reina sobre la fecha probable del parto para evitar que estuviera presente cuando daba a luz.
Daisy Grevilles |
Lillie Langtry |
El príncipe, era un mujeriego, pero siempre solía escoger a mujeres casadas, supongo que conllevaban menos complicaciones. La princesa Alexandra estaba al tanto de sus amantes, aceptó los cuernos e ignoró sus diversiones. Para poder ver a Lillie, el príncipe de Gales no dudaba invitar a Edward Langtry a sus viajes en velero, o a sus jornadas de pesca en Escocia, y parece ser que al marido de la señora tampoco le parecía mal ser un cornudo.
Otra de sus muchas amantes resultó ser Lady Randolph Churchill, madre de Sir Winston Churchill, y que además era muy amiga de su esposa la princesa Alexandra. El marido de Lady Randolph también aceptaba las infidelidades de su esposa, que no sólo fueron con el heredero, sino que hubo otros caballeros que gozaron de sus favores. Otras fueron Daisy Greville, condesa de Warwick; la actriz Sarah Bernhardt , Agnes Keyser, Alice Keppel (cuya bisnieta, Camilla Parker Bowles es ahora la esposa del actual príncipe de Gales) Giulia Barucci, Hortense Scheneider y muchas más, se calcula que llegó a tener más de 50 relaciones extra matrimoniales. Siempre se esforzó en ser discreto, pero los rumores y especulaciones de la prensa eran constantes.
Sarah Bernhardt |
Se ve que el bueno de Bertie, no tenía suficiente con sus numerosas amantes, pues también se dedicaba a visitar los más famosos y prestigiosos burdeles del mundo, uno de los más frecuentados se encontraba en París. Se trataba del "Le Chabanais", donde disponía de una cámara especial donde hacía realidad todas su fantasías sexuales, estaba decorada con su escudo de armas, y tenía una bañera de cobre decorada con una figura de un medio cisne que a la vez era mujer, en la que disfrutaba bañarse con la "cocotte" escogida, entre litros de champagne. Durante la década de 1880 a 1890 fue un asiduo cliente que hacía uso de la "siège d'amour" el asiento del amor (actualmente se encuentra en el Museo del Sexo de Praga), que le iba de perlas para poder llevar a cabo el acto sexual, pues estaba tan obeso que según como no daba la talla. El burdel estaba situado en el número 12 de la Rue Chabanais y estuvo en pleno funcionamiento desde 1878 hasta 1946, cercano al Louvre, y al Jockey Club de París.
Un buen día Eduardo se encontró involucrado en un conflicto personal, cuando Lord Charles Beresford, amenazó con revelar a la prensa los detalles de la vida privada del futuro monarca, y todo porque se interponía entre su romance con la condesa de Warwick, Daisy Greville. Resulta ser que la señora mantenía un doble juego, a Eduardo lo utilizaba como una tapadera para esconder su relación amorosa con Beresford. Nadie la juzgaría por ser la amante del Príncipe, y nadie se atrevería a preguntarle. Lo malo es que Beresford no llevaba bien la cornamenta, y por eso quería sacarlo todo a la luz. Al final las cosas se calmaron, pero la relación entre los hombres ya no fue la misma.
Eduardo y Alejandra acabaron siendo coronados en la abadía de Westminster el 9 de agosto de 1902 por el arzobispo de Canterbury, la coronación había sido programada para junio, el 26 concretamente. Pero dos días antes sufrió una apendicitis, lo operaron de urgencia y al día siguiente ya estaba en la cama fumándose un cigarro.
Una vez coronado reformó los palacios reales, volvió a introducir las ceremonias reales que su madre había suspendido, como la de Apertura del Parlamento, fundó la Órden del Mérito, contribuyó al desarrollo de las artes y las ciencias. Su reinado fue más bien corto, no llegó a los diez años pero entre sus logros se encuentra el histórico acuerdo de paz con su eterno enemigo, Francia, para ello firmó los tratados que servirían como base para la futura colaboración entre ambas naciones en las dos guerras mundiales y en la unión de Europa.
Eduardo era un gran hombre, tanto en aspecto tenía un diámetro de cintura de 122 cm, como en sus actos, uno de ellos fue muy comentado, pues no dudó en reprender públicamente a unos oficiales británicos durante unos de sus viajes por la India, por haber tratado con menosprecio a personas de otras razas y culturas "porque un hombre tenga la cara negra y una religión diferente a la nuestra, no hay razón por la que deba ser tratado como un bruto".
En las cortes europeas nadie decía nada sobre Eduardo VII, pues estaba relacionado con casi todos los monarcas europeos, llegó a ser conocido como el "Tío de Europa", pues todos, todos, estaban emparentados con él, desde el emperador Guillermo II de Alemania con el que no se llevaba nada bien, el zar Nicolás II de Rusia, la reina Victoria Eugenia de España, la princesa heredera Margarita de Suecia, María de Rumania, Sofia de Grecia, la zarina Alejandra de Rusia, el rey Haakon de Noruega (era sobrino por matrimonio y a la vez su yerno); el rey Jorge I de Grecia, Federico VIII de Dinamarca eran sus cuñados; Alberto I de Bélgica, Carlos I y Manuel II de Portugal, junto con el zar Fernando de Bulgaria primos segundos... vamos que todos eran familia como podéis leer en este link.
El 6 de mayo de 1910, el rey Eduardo VII sufría una bronquitis, y no se le ocurrió nada mejor que fumarse un cigarro al mediodía, como solía hacer siempre. Pero esta vez sufrió un infarto y murió antes de la medianoche en el Palacio de Buckingham. Se puede decir que su reinado fue un suspiro comparado con el de su madre la Reina Victoria, pero está muy claro de que durante la espera supo vivir muy bien la vida. Londres en esa época está en plena ebullición, la zona de Embankment es uno de los primeros lugares de Gran Bretaña que tuvo luces eléctricas en la calle, aunque hay aún muchas calles iluminadas con lámparas de gas. En la ribera del Támesis crecen los astilleros y los madereros que necesitan el río para su negocio y entregas, la electricidad mueve los modernos molinos de harina situados al lado del Puente de Waterloo. Las calles de Londres están muy abarrotadas de tráfico, aún hay caballos tirando de vehículos que comparten espacio con los primeros coches, hasta 1896, había una ley que obligaba a que un hombre portando una banderola roja fuera delante de los "carruajes sin caballos". Tal es el caos que se empieza la construcción del primer metro del mundo. Las estaciones de Charing Cross y Waterloo conectan la capital con el resto del país, los nuevos planes de saneamiento del agua y del alcantarillado han convertido la ciudad en un lugar más salubre en el que los salarios de los londinenses van subiendo continuamente. Parece que todo funciona, pero la "edad de oro" de Gran Bretaña está acabando, ya no es el máximo poder mundial, la prosperidad de la capital es frágil, y su poder industrial también mengua, pronto tendrá que luchar contra mayores y mejores competidores extranjeros.
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