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martes, 30 de septiembre de 2014

Recorrido por la Bretaña I: Rennes la capital


Este septiembre decidimos explorar parte de la Bretaña, y digo parte porque es una zona donde hay mucho que ver, y nosotros llevábamos los días contados, así que nos decidimos por la zona central de la misma, visitando la capital, Rennes y siguiendo una ruta que nos llevaría por Fougères, el Mont Saint Michel, Saint Maló, Dinard, la Costa Esmeralda, Dinan, Josselin, Vannes, Carnac... En total unos 700 kilómetros hechos en coche de alquiler, y alojándonos en hoteles y en las típicas casas de huéspedes.
Llegamos en avión desde Barcelona, este año hay tres vuelos de la compañía Vueling que nos acercan a Bretaña, uno a Rennes, otro a Brest y otro a Nantes. Éste último creo que tiene una frecuencia diaria. También creo que vuela Ryanair y alguna compañía mas. Otra opción es llegar desde París, a través del TGV, en unas dos horas te plantas en la ciudad. Nos alojamos en el hotel Ibis Styles Rennes Gare Nord, un buen hotel bastante céntrico al que puedes llegar en metro o bien a través del TGV pues está en la estación. La zona está en obras por la ampliación de la estación, (bueno casi toda la ciudad está en obras, me recordaba un poco al Madrid de Gallardón). A pesar de estar al lado de la estación es un lugar tranquilo y seguro, pues la comisaría de la Gendarmerie está en una esquina. Hay numerosos locales de restauración, y el centro comercial Colombier a pocas calles.

En primer lugar hablaremos de Rennes, la capital, los romanos ya la conocían como aldea gala de nombre Condate, es decir que su historia tiene más de 2,000 años. Cuando los romanos llegaron la convirtieron en el centro administrativo provincial, junto con  Nantes (que está más al sur), en el principal cruce de caminos de su red de calzadas. Tras la caída del Imperio romano se sabe poco de la ciudad, hasta llegar al siglo XI, cuando destacó en la resistencia a las incursiones normandas que asolaban Francia en esa época. Bretaña consiguió mantenerse independiente hasta poco después de que la Duquesa Ana de Bretaña contrajera matrimonio con el rey francés Carlos VIII en 1491. 

Pero hagamos un poco de historia, el Ducado de Bretaña era rico, bastante rico, y conseguía mantenerse independiente pese a las invasiones normandas que lo asolaban. Este territorio era una "perita en dulce" para muchos soberanos. Y la heredera de ese ducado se nos presenta como una dulce y bella princesa de la Baja Edad Media, rodeada de trovadores y símbolo del amor cortés. Ya de pequeña se vio inmersa en la política de alianzas de su padre el duque Francisco II. Del éxito de su boda dependería el futuro del ducado, que constantemente estaba codiciado y asediado por todas las potencias de la época. A los trece años contaba con un pretendiente en cada país europeo, al final el elegido fue Maximiliano I, rey de Austria y futuro emperador. Su primera boda real tuvo lugar en 1489, convirtiéndose en reina de Austria, el matrimonio se realizó por poderes y aún no se había consumado, cuando Carlos VIII de Francia, cuya prioridad principal era anexionar el ducado de Bretaña a Francia, realizó una hábil maniobra, atacó Rennes la ciudad donde residía la joven duquesa y la obligó a repudiar a Maximiliano I para casarse con él, a cambio su ejército no asolaría a sus súbditos. De ser reina de Austria pasó a serlo de Francia, firmando antes una cláusula por la cual, en caso de muerte del esposo, y si no había descendencia, ella debería casarse con el heredero del trono, así se aseguraba la continuidad de la alianza entre Francia y Bretaña. Y vaya la casualidad, eso es lo que sucedió, Carlos VIII muere repentinamente y de forma accidental sin descendencia (se golpeó la cabeza con el quicio de una puerta, que manera más tonta de morir...), y Ana se casa con su primo Luís XII, el heredero (que también la había cortejado). Hasta aquí todo bien, el pequeño problemilla es que Luís XII ya está casado con Juana de Francia, las circunstancias le obligan a repudiar a su esposa pero como a parte de fea y gibosa la mujer es intachable, opta por comprar la voluntad del Papa Borgia, Alejandro VI, el cual sin problema alguno consiente que Ana se case por tercera vez. Y tal como dicen a la tercera va la vencida, vivieron felices a pesar de 9 embarazos y no tener hijo varón, pues sólo sobrevivieron su hija Claudia, que llegará también a ser reina, y con ella se completará la anexión de Bretaña a Francia. Y Renata de Francia, la que tenía que heredar el ducado de Bretaña por expreso deseo de su madre, pero el rey no lo consideró oportuno ya que prefirió casar a Claudia con el delfín Francisco I.
Ana muere joven, con apenas 36 años, agotada y con la salud quebrantada, de ella ha quedado una tradición que aún perdura, su emblema real fueron los armiños blancos, color que usó repetidamente en sus bodas, así por simple imitación, se hizo muy popular entre las damas de la época, casarse llevando un vestido de color blanco.

La bandera de Bretaña se la conoce como Gwenn ha du y fue diseñada en 1925, es blanca y negra. Está compuesta por cinco bandas negras, que simbolizan los antiguos obispados de la Alta Bretaña (Rennes, Nantes, Dol, Saint-Maló y Ssaint-Brieuc) y cuatro franajs blancas que corresponden a los de la Baja Bretaña (Cornualles, Léon, Tréguier y Vannes). En un recuadro blanco se representan once armiños estilizados, emblema de los Montfort, duques de Bretaña (la forma de cruz recuerda la piel de este animal, que aparece en muchos escudos de las ciudades bretonas).

Otro símbolo bretón que podréis encontrar en cualquier parte es el Triskell una cruz de tres espirales que representan la tierra, el fuego y el aire. Probablemente sea un símbolo de origen celta que se encuentra no sólo en monedas y joyas antiguas, sino también en miniaturas y pergaminos medievales, en la actualidad lo encuentras en los diferentes souvenirs que hay en todas las tiendas de recuerdos.

Situada en la confluencia de los dos ríos más importantes de Bretaña, el Ille y el Villaine, y que a su vez la divide en centro norte y centro sur. El centro sur es donde está toda la actividad administrativa e industrial, es más moderna. En cambio el centro norte se corresponde con el casco histórico, la ciudad estudiantil, el comercio y las zonas de ocio. La ciudad se puede visitar en un día y medio como mucho, al menos para nosotros fue suficiente. El sábado la ciudad bulle, la gente pasea, va de tiendas, de bares... en cambio el domingo es diferente, sólo están los visitantes, pues casi todo está cerrado, si señores aquí el domingo es para descansar, y se lo toman muy a pecho. Por ello os recomiendo encarecidamente acudir a la oficina turística, que se encuentra en una capilla, concretamente en la Chapelle de Saint Yves (del siglo XV) y que pertenecía al Hôtel Dieu de la ciudad (el antiguo hospital que fue demolido para canalizar el río) en ella está la exposición permanente Rennes, ville d'art et d'histoire que a través de fotografías, maquetas y pinturas nos documentan la historia de la ciudad y su gente. El domingo es un buen día para una visita guiada, así lo hicimos nosotros, pues apenas hay gente y te puedes mover por la ciudad en grupo tranquilamente.



Detrás de la Rue St-Ives encontramos las calles más pintorescas de la ciudad como la rue du Chapitre con el Hôtel du Blossac, en el número 5, uno de los mejores ejemplos de casas con estructura de madera y que sobrevivieron al incendio de 1720, y la rue de Psalette, así como numerosos palacios de los siglos XVIII y XIX. Por la rue des Dames (lleva el nombre en honor de las damas de compañía de la duquesa Ana de Bretaña, aunque no siempre llevó este nombre, durante la revolución francesa a muchas calles se les cambió el nombre, por ejemplo a la Rue St-Yves se la llamó Rue des Sans-Culottes, y tuvieron la cortesía de cambiarle también el nombre a la de des Dames  que pasó a llamarse Rue de la Raison, por ella llegamos a la Catedral de St-Pierre, construida en el siglo XVII en estilo neoclásico, en la portada, flanqueada por dos torres gemelas podemos ver el escudo de Luis XIV, el rey Sol. Cuando ves la fachada no te esperas lo que te vas a encontrar dentro, y la verdad es que es preciosa, uno piensa que aquí la catedral tendría que ser gótica como tal vez la de Chartres, pero no neoclásica estilo Segundo Imperio llena de estucos y dorados, además las columnas que se ven parecen de mármol, pero no, son de granito y están pintadas y tratadas de tal manera que dan el pego. La verdad es que es una maravilla, llevan más de 10 años restaurándola y el año que viene en 2015 acaban y lo celebraran por todo lo alto. En frente de la catedral hay una calle que nos lleva a las Portes Mordelaises, las puertas de la muralla construida por los romanos en el siglo III. Por aquí pasaban los duques de Bretaña para su coronación en la Catedral.
Como podréis ver en la foto hay vallas que impiden moverte por la zona, el motivo es que están los arqueólogos, investigando un poco, además quieren hacer una zona ajardinada para resaltar las murallas del siglo XV. Desde aquí el recorrido nos lleva a la Place des Lices, fuera de las murallas y donde durante la Edad Media se celebraban los torneos de caballeros y las Lizas. Si lo visitáis una mañana de sábado, podréis disfrutar de uno de los mercados al aire libre más grandes y coloridos de toda Francia.
En el siglo XVI fue ampliada, y un siglo más tarde se empezaron a construir los Hôtels Particuliers, edificios erigidos como residencias para los parlamentarios en un estilo medieval. Al final de esta plaza, encontramos otra placita la de San Michel, un lugar de reunión para los habitante de Rennes, ahora, porque en siglos pasados aquí estaba la horca, justo debajo del reloj que no funciona (se dice que está encantado) para impartir "justicia" y no era muy visitado que digamos, al lugar se le conocía como "el fin del mundo". Si seguimos por la Rue Saint Michel, una de las calles más antiguas de la ciudad veremos más edificios con el típico entramado de madera, son casas de los siglos XV y XVI, en el número 13 encontramos la casa más antigua de la ciudad.
Tras recorrer la rue St-Michel a la que los estudiantes suelen llamarla la "rue de la soif" la calle de la sed, debido a la gran concentración de bares que hay por la zona, llegaremos a la Place St-Anne, donde se encuentra la iglesia de St-Aubin, que muestra un cierto desequilibrio en sus proporciones debido a la impresión que produce su tejado a dos aguas. La foto aparece con vallas, y es que Rennes parece que está en obras continuamente, en un lado los arqueólogos buscando, en otros la nueva línea de metro que complementará a la ya existente, (es un metro pequeño y estrecho de un par de vagones que funciona automáticamente sin conductor, como la línea 14 de París y al que tienes que bajar varios niveles para poder cogerlo). En la misma plaza hay un par de casas que son un ejemplo de la arquitectura civil que predominaba antes del incendio de 1720. El 23 de diciembre de ese año un carpintero borracho Henry Boutrouel (al que conocían como Cavée) discute acaloradamente con su mujer y prende accidentalmente fuego a su tienda, cuando se le cae una vela sobre un montón de astillas de madera.  fuego se propaga rápidamente por toda la ciudad, se quemaron unas 10 hectáreas, las más pobladas, casi el 40% de la ciudad, después de 6 días consiguen aplacar el incendio porque a alguien se le ocurre hacer un cortafuegos con los edificios que aún están en pie, además por obra y milagro divino empieza a llover torrencialmente lo que hace que la llamas se apaguen y las iglesias se llenen de ex votos de agradecimientos. Las perdidas humanas fueron más bien pocas, en cambio las materiales fueron extensas, de entre ellas se perdieron más de 8 millones de libros y documentos.

Si cogemos la Rue St-Melanie, llegaremos a otra iglesia neoclásica la de Nôtre-Dame en Sainte-Melaine. Aquí las paredes están llenas de ex votos y agradecimientos varios de la gente de Rennes algunos del siglo XVIII, XIX y anteriores. Al lado de la iglesia está el parque o Jardin du Thabor, originalmente era el huerto de los benedictinos de Ste-Melanie, que lo llamaban así en recuerdo del monte de Palestina. Con más de 10 ha, es un un jardín de estilo francés, con un huerto botánico y un célebre rosal, en el que todos los rosales tienen un nombre, están etiquetados o bien hay una placa con el nombre, en primavera cuando florecen debe ser una pasada. El parque es un punto de reunión importante para los ciudadanos de Rennes, hasta el punto de que todo el mundo los domingos por la tarde se reunen en él. Si volvemos al centro de la ciudad en la calle principal encontramos el ayuntamiento y el teatro de la ópera, situados en la Place de la Mairie, podemos decir que estamos en el corazón de la ciudad.
 El Hôtel de Ville erigido en el 1743 sobre un proyecto de Jacques Gabriel (arquitecto de Luis XV), destaca la Tour de l'Horloge entre dos alas simétricas. Hay una curiosa historia en la hornacina que hay en medio, había una estatua de Jean Boucher de 1911 y que simbolizaba la unión de Bretaña y Francia, el problema es que se veía a la Duquesa Ana de Bretaña arrodillada delante de Carlos VIII rey de Francia, el 7 de agosto de 1932 una bomba del grupo separatista Gwen ha Du (blanco y negro) la hizo volar por los aires, pues lo consideraban como un "monumento a la vergüenza nacional". En frente está el Teatro de la Ópera, en estilo neoclásico todo circular y que parece que vaya a encajar con el ayuntamiento si los juntáramos. Si bajamos hacia el río, nos encontramos con la Place de la Republique, con unos edificios impresionantes, el Palais du Commerce, construido en 1882 actualmente es la sede de Correos y fue ideado para "esconder" la ciudad baja, pues se creía que su visión desvirtuaba la magnificencia de la plaza.


Otros lugares de interés son el Palais du Parlament de Bretagne, en la Place du Parlement, se salvó del incendio del 1720, pero quedó casi completamente destruido en el incendio de febrero de 1994 (una manifestación de pescadores que acabó mal),  del siglo XVII, está restaurado en su totalidad se buscaron a los mejores pintores, ebanistas y escultores franceses de los siglos XVII y XVIII para darle la imagen que tenía. Actualmente alberga el Palacio de Justicia. Se puede visitar mediante una visita guiada que se puede adquirir en la oficina de turismo. En esta plaza durante la Revolución Francesa se planto la Guillotina. Por la zona del Parque Thabor, hay unos cuantos palacetes o Hôtels Particuliers que son bonitos de ver, hay unos cuantos interesantes. Si bajamos por la rue Gambetta podremos ver el Palacio Saint GeorgesEl Palacio de St. Georges fue construido en el sitio de una abadía benedictina fundada alrededor de 1032 por el duque Alain III para dar cabida a las mujeres de familias nobles cuya primera abadesa fue su hermana. Fue saqueado y quemado a finales del siglo XII , y reconstruido por su abadesa Magdalena de Lafayette y Marguerite de Halgouet. Durante la Revolución el edificio se convirtió en un cuartel de verse afectados por el resultado del quinto Batallón de Cazadores, y el regimiento de infantería número 41 de la línea, que recuerda una placa de mármol en la entrada oeste de la rue Gambetta . En 1888 los establos fueron destruidos para construir la escuela de medicina. 
El edificio sufrió un incendio el 05 de agosto 1921.  Actualmente y tras su restauración se utiliza como cuartel de los bomberos además albergará diversas oficinas y servicios administrativos. En el ala oeste hay una sirena que, durante la Segunda Guerra Mundial, alertaba a los ciudadanos de Rennes de los bombardeos. Una curiosidad más es la Piscina Saint-Georges, una piscina de principios del siglo XX toda decorada en estilo Art-Deco, la verdad es que no pudimos verla, al ser domingo estaba cerrada al público.
En Rennes hay buenos lugares para comer las típicas Galettes, y Crêpes acompañadas de un bol de sidra. Junto a la estación del TGV está L'Epi de Blé (muy concurrida por los lugareños), por el centro hay donde elegir, sólo hay que fijarse en las calificaciones de Trip Advisor para acertar en la elección. En la zona más moderna, al sur de la Place de la Republique (punto neurálgico para todos los transportes), concretamente enfrente del Museo de Bretaña, hay un magnífico restaurante biológico que hace unos menus bien de precio, se llama Le Bistrot de nos Terroirs, y como el nombre indica su cocina se basa en productos locales de la región biológicos. Está en 3, Cours des Alliés al lado de los Cines Gaumont. Al lado hay una creperia también bio que se llama Ker Soazig, pero cuidado por que fue nuestra primera opción, pero al ver el trato que el camarero nos dispensó nos fuimos al de al lado, y hay que darles las gracias por ello (si miráis los comentarios en TripAdvisor los ponen finos).























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