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miércoles, 18 de marzo de 2020

"l'affaire des poisons" o cuando en el siglo XVII se repartía el veneno como si no hubiera un mañana.



En el último tercio del siglo XVII, cuando los franceses aún idolatraban a sus reyes, el Rey Sol se encontraba en lo más alto de su reinado. La corte se encontraba en Versalles, siguiendo al rey y disfrutando de la vida.

Pero no todo era tan bonito en esa época, los bailes, los banquetes, las cacerías, las relaciones de los cortesanos... no escondían un triste suceso que ocurría en París y como no, en Versalles.

El suceso en cuestión era conocido como "L'affaire des poisons"y reveló que el elegante mundo de la corte de Versalles tenía un lado oscuro, por no decir muy negro. Donde cualquier motivo era bueno para poner en práctica siniestros conjuros contra los enemigos, o incluso familia (si ésta era molesta, claro...).

Pero antes de llegar a la solución final por veneno, los caballeros y las damas de la Corte del Rey Sol, solían acudir a adivinas y hechiceras que en un primer momento se dedicaban a la adivinación mediante las líneas de la mano, los horóscopos o echando las cartas.

Cuando el cliente les pedía algo más, empezaban por los conjuros, luego a modelar muñecos con las características de la víctima al que se clavaban alfileres o los churruscaban lanzándolos al fuego. Si el cliente aún no estaba satisfecho con el resultado o quería acabar con el tema más rápido se optaba por el "poison" o sea el veneno.

Los venenos más utilizados eran derivados del arsénico, a los que llamaban "polvos de sucesión" pues eran muy utilizados en caso de querer que la herencia te llegara antes de tiempo...

Estos venenos tenían la ventaja de que eran bastante accesibles ya que se solían utilizar como matarratas, además de que eran incoloros e insípidos, y muy solubles en cualquier líquido o alimento.
Así que se podían usar de una vez, si había mucha prisa, o bien en pequeñas cantidades a lo largo de un periodo de tiempo para que pareciera que se estaba desarrollando una enfermedad.
Otros venenos usados era el vitriolo (o sea ácido sulfúrico), el "sublimado corrosivo" (cloruro de mercurio) y por último plantas como la cicuta.

Pero ¿como se descubrió el pastel? si resulta que la mayoría de los implicados estaban interesados en que no se supiese públicamente el asunto. Pues todo saltó a la luz cuando un militar llamado Sainte-Croix, muy aficionado a la alquimia y que había pasado una temporadita entre rejas, y  que murió dejando un montón de deudas a su espalda.

Sus acreedores se presentaron en su casa para ver que podían recuperar y encontraron una cajita metálica que contenía una colección de cartas de su amante y "recetas de venenos" que había desarrollado el mismo. Su amante se trataba de Marguerite d'Aubray, Marquesa de Brinvilliers, y las cartas de la cajita resultaron ser suyas. En dichas cartas, Marguerite relataba el asesinato con todo detalle de su padre y de sus hermanos, y como no, de los intentos de hacerlo con su marido para así quedarse en herencia todos los bienes de la familia y poder casarse con Sainte-Croix.
Marguerite d'Aubray, Marquesa de Brinvilliers


Al leer las cartas tan tenebrosas decidieron que más les valía entregarlas a la policía, así que contactaron con Nicolás La Reynie, comisario de la policía de París. El comisario ordenó su detención, pero la dama huyó hacia Inglaterra, al final la detuvieron en Flandes y la repatriaron a Francia.

Durante el viaje de regreso intento escapar, sobornar a sus guardianes e incluso suicidarse, al final acabó en los calabozos donde la sometieron a la tortura del agua, pero no confesó su culpa. Sólo abrió la boca cuando ya condenada a muerte se confesó con el abad Perot, pero lo que contó fue una bomba "...más de la mitad de la "gente principal de París" hacía lo mismo que ella..." No dio nombres pero se le entendió claramente que apuntaba alto.

A partir de ese momento, el comisario La Reynie empezó la investigación por la conocida "Corte de los Milagros" el lugar más sórdido de París y que Victor Hugo describió muy bien en sus obras literarias.
Allí encontraron a La Voisin, La Vigoreux, La Bosse, La Filastre todas ellas eran echadoras de cartas, quiromantes, "dames Blanches", curanderas... a las que acudían los interesados en temas un poco oscuros.

Pero no sería hasta el 1680 cuando todo estalló. La hija de una de las acusadas por brujería, Margueritte La Voisin, empezó a cantar cual jilguero primaveral.  Confesó ante los jueces que no sólo la aristocracia de París se dedicaba a envenenar a sus enemigos o familia,  y que, de entre los muchos que habían acudido a su madre se encontraba la Marquesa de Montespan, la que había sido favorita del rey durante 20 años y algunas damas más de la corte.

Según contó, Madame de Montespan, ya habría acudido a ellas en los inicios de su relación con el rey, en un primer momento para usar conjuros de enamoramiento, y luego a lo largo de los 20 años que había sido la Maîtresse en Tître, es decir la amante oficial, para poder mantenerse en el puesto a pesar de las numerosas infidelidades que el rey solía cometer, o cuando aparecía alguna fresca que le quería quitar su sitio en la corte.

Al fin y al cabo ella lo había hecho cuando sustituyó a Louise de La Vallière, la antigua favorita real. La Montespan durante estos 20 años le había dado 7 hijos al rey, hasta que en 1679 apareció una doncella tan bella como un ángel de la que el rey se enamoró perdidamente. Se trataba de Mademoiselle de Fontanges.

Madame de Montespan

Madame de Montespan ya no era joven ni lozana, su último embarazo la había dejado con bastantes kilos de más encima y estaba perdiendo los favores de alcoba del rey. El monarca había tenido algún que otro desliz con alguna dama de la corte, nada serio de lo que preocuparse, pero con esta cándida flor la cosa iba tan en serio que no lo podía permitir. Así que sintiéndose amenazada decidió recurrir a los servicios de La Voisin, la cual debía ir en persona al Palacio de Saint-Germain-en-Laye donde se encontraban los tortolitos para acabar con el rey y mademoiselle de Fontanges.

Las acusaciones contra la Montespan causaron una crisis de estado,  y más cuando la bella joven Angelique, con apenas 20 años, murió el 28 de junio de 1681,  en el convento de Port-Royal tras ser repudiada por el rey y perder el hijo que esperaba, eso sí con el título de condesa como agradecimiento por los servicios prestados.
Su repentina muerte se sumó a los rumores de envenenamiento, y adivinad quien fue citada como envenenadora...

Pero el rey consideraba a Madame de Montespan como una amiga entrañable, con la que hablar y consultar temas de la corte, la pasión la desataba con otra mujer, la institutriz de los hijos de ambos, Madame de Maintenon, con la que acabaría casándose en secreto y siéndole más o menos fiel hasta el final de su reinado.
Louis XIV
Es por ello que cuando le llegaron las acusaciones y rumores sobre su ex, decidió que aquello debía pararse de inmediato, así que detuvo el proceso en 1682.

Dicho proceso llevado por La Reynie, había acusado a 442 personas, varios habían muerto durante los interrogatorios, se habían ordenado 319 detenciones, realizado 104 juicios, de los cuales 36 eran condenas de muerte, 34 de exilio...
A los prisioneros que estaban pendientes de juicio se les envió una carta sellada en la que se les comunicaba que las acusaciones quedaban en suspenso y que no serían condenados ni torturados, pero tampoco liberados, así que se quedarían en prisión hasta su muerte. Repartidos por los diferentes castillos franceses e incomunicados.

La "amiga entrañable" del rey.
El rey mandó archivar toda la documentación, y en 1709, tras la muerte del comisario encargado de la investigación, ordenó quemarlo todo, incluidos los archivos privados de La Reynie. Lo que el rey no se esperaba es que el comisario hizo varias copias de los informes, y que estos acabarían en la Biblioteca Nacional de Francia. Gracias a ello se ha podido reconstruir a historia.

El balance final fue que Madame de Montespan acabó recluida en un convento de las Hijas de San José de París, allí vivió dedicada a la caridad hasta el día de su muerte en 1707, el rey a cambio le otorgó una pensión de medio millón de francos.
Las hechiceras acabaron condenadas a muerte, fueron quemadas vivas después de ser torturadas.
Las damas de la corte como Madame de Dreux, Madame de Leféron y Madame de Poulaillon fueron recluidas en diversos conventos como instigadoras de envenenamientos.
La Duquesa de Bouillon, el Duque de Luxemburgo y otros tantos nobles, reconocieron ser clientes de La Voisin, pero como no se pudo probar nada contra ellos acabaron en libertad. Al igual que la Condesa de Soissons, que huyó del país y no pudieron detenerla.








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