Hacia el año 1000 los viajes por motivos religiosos eran el pan nuestro de cada día en Occidente. Para garantizar la seguridad de dichos peregrinos hacia Tierra Santa y evitar la desaparición del patrimonio cristiano, el papa Urbano II anunció una guerra santa contra el infiel, justo diez años después de que los turcos se hubieran apoderado de Jerusalén. En una época de de hambre, epidemias, crecimiento demográfico y mezclado con un creciente malestar general, aquella declaración papal desvió la atención sobre los muchos problemas que tenían en occidente. La primera expedición a Tierra Santa estuvo compuesta por grupos de peregrinos sin apenas organización militar, al grito de: "Dios lo quiere", los cruzados tomaron Jerusalén a sangre y fuego el 15 de julio de 1099, pero tuvieron que esperar un año entero para ver que Palestina se había convertido en un reino bajo Balduino I. Después de su muerte, en 1118, Balduino II asumió el poder de Tierra Santa. Es en ese momento cuando se produce la intervención de nueve caballeros que influirían sobremanera en el orden de su tiempo. El cabeza de aquel grupo, y que estaba vinculado a los monjes agustinos del Santo Sepulcro de Jerusalén, se llamaba Hugo de Payens, un cruzado franco que desde 1114 residía en territorio palestino, tenía la idea de sentar las bases de una poderosa milicia que protegiera a los peregrinos. En un principio, el señor de Payens y sus hombres subsistieron a duras penas, hasta que Balduino II se interesó por su condición de cuerpo militar al servicio de los cristianos, así que les dio cobijo en su palacio, junto al antiguo Templo de Salomón.
Dichos hombres se hacían llamar "los nueve pobres caballeros de Cristo" y acabaron siendo apoyados por las autoridades civiles y eclesiásticas de Jerusalén de modo que no tardaron mucho en ser conocidos "Los caballeros de la milicia del templo de Salomón".
No fue hasta el 1128, cuando en el Concilio de Troyes, se aprobó la regla del Temple, la redacción de la misma se atribuye a Bernardo de Claraval, el reformador del Císter.
Había nacido oficialmente una nueva orden religioso-militar, que iba ganando miembros y adeptos, así como poder. Los monjes del Císter se dedicaban al apostolado, mientras los monjes guerreros del Temple, seguían controlando los caminos hacia Tierra Santa, abrían nuevos horizontes en muchos otros lugares de Occidente. Al final el Temple se convirtió en una organización sin fronteras, cuya máxima autoridad era el gran maestre, quien, fuera de la orden, sólo se sometía al Papa.
El complejo militar y económico que tenían organizado los templarios en Occidente se asentaba sobre la Encomienda, que era algo así como la casa madre, desde la que se administraban y explotaban las propiedades de su demarcación. El comendador local se encontraba bajo la autoridad del maestre de la provincia, y podía residir en un castillo o en una simple casa convento. Esta estructura organizativa se completaba con una serie de cargos subalternos, con contables, captadores de herencias y voluntades, o simples cobradores. Mediante esta ayuda económica de las encomiendas que se encontraban en occidente, se pudo mantener la fuerza armada templaria en Tierra Santa. Recaudaban suficiente dinero y sufragaban también los gastos y viajes del clero, la monarquía y la nobleza les otorgaban generosas donaciones, castillos, casas y tierras. Creo que fueron los primeros banqueros de su tiempo, pues en seguida entraron en el juego de los préstamos, depósitos e hipotecas. El imperio económico que habían conseguido era impresionante, tan impresionante que pudo precipitar su caída.
Durante el reinado de Felipe IV el Hermoso, el rey de Francia, vieron como su poder menguó de forma inexorable.
Felipe IV, envidiaba su poder, y siempre había soñado con apropiarse con los bienes del Temple, así que para conseguirlo presionó al papa Clemente V para convocar el Concilio de Vienne para que se aprobara la disolución de la orden en 1312. Pero los motivos de Felipe no solo eran pura envidia, la razón principal es que el rey francés era uno de los que estaba más endeudado con la Orden del Temple, que le había prestado gran cantidad de dinero. Felipe, había devaluado fraudulentamente la moneda, había aumentado los impuestos y gravado los beneficios de la iglesia, expoliando a los judíos y a los banqueros lombardos, pero no tuvo suficiente y acabó contrayendo nuevas deudas con la orden al tener que costear la boda y la dote se su hija con Eduardo II de Inglaterra.
Apenas dos años más tarde, el día de San José, el gran maestre de la orden, Jacques de Molay, vigésimo segundo y último gran maestre, ardía en la hoguera frente a Nôtre Dame, acompañado por el maestre provincial de Normandía, Godofredo de Charney.
Los inquisidores se habían dado mucha prisa con los interrogatorios, la tortura y el encarcelamiento de todos los caballeros templarios. Los sometieron a un cuestionario inverosímil, tuvieron que soportar una batería de acusaciones que iban desde pisar la cruz, a adorar ídolos paganos, practicar la homosexualidad, realizar ceremonias secretas, e incluso negar la divinidad de Cristo.
En los reinos de la Península Ibérica los templarios ocuparon la primera línea en la batalla contra el islam. En marzo de 1128 se produjo su llegada a Portugal, tras la donación real del castillo de Soure. Hacia 1131 el conde de Barcelona, Berenguer III, se hizo templario justo antes de morir y donó el castillo de Granyena (Lleida) a la orden del Temple, de esta manera entraron en el condado de Barcelona y posteriormente en Aragón, Mallorca, Valencia, Navarra, León, Castilla yToledo. Al final se cree que pudo haber unas 100 encomiendas, mientras que en Francia los miembros de la orden pasaron un calvario, en la Península los procesaron según la orden de Roma, los procesos fueron e Salamanca y en Tarragona, donde se declaró simplemente que estaban limpios de pecado e infamia, además se decretó que los caballeros fueran respetados, que se les facilitase ayuda cuando la necesitaran y que se procurase su ingreso en otras órdenes, ya fueran militares o monásticas, siempre que éste fuera su deseo y voluntad.
La primera ruta será en Catalunya, por las tierras de Leida, concretamente entre alas comarcas de la Segarra, el Plà d'Urgell y El Segrià, donde encontraremos un buen número de encomiendas templarias, en concreto cinco. Empezaremos en Granyena de Segarra. En la actualidad Granyena es un pueblo pequeño, situado a unos 7 km de Cervera, con apenas 136 habitantes, y del que apenas quedan recuerdos de los Templarios, todavía se conservan restos de muros y de los portales, en la colina, tal y como se ve en la foto. Granyena se convirtió en una suerte de lugar iniciático para la orden, en julio de 1131 el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III, hallándose a las puertas de la muerte y recién ingresado en la orden, donó al Temple el castillo que se alzaba frente a las tierras ocupadas por los musulmanes. Era una invitación a que los monjes guerreros tomaran parte en la reconquista catalana, para ello les otorgaba una fortaleza en la primera línea de combate. Una zona del castillo acabó convirtiéndose en cementerio que albergaría a los hermanos templarios muertos. Cuando la orden desapareció, el castillo pasó a manos de la Orden de los Hospitalarios.
Barbens |
A través de la N-II llegaremos a Corbins, en la comarca del Segrià, justo en la confluencia de los ríos Segre y Noguera Ribagorçana. Situado a 10 km al norte de Lleida, era una encomienda templaria entre 1167 y 1305. Antes de que fuera organizada, allá por el año 1143, Ramón Berenguer IV cedió los derechos que tenía en el lugar a los Templarios. Pero estas tierras aún estaban bajo el poder de los musulmanes, pese a ello, los monjes guerreros organizaron una pequeña comunidad cinco años después. De los condes de Urgell y de los señores de Anglesola obtuvieron un conjunto de tierras y derechos. La sede estaba en la que posteriormente sería llamada casa de los Hospitalarios. En el siglo XVII la orden hospitalaria llevó a cabo las primeras reformas del edificio templario, y al que hoy se le llama el castillo, y del que solo quedan una torre y los sótanos.
Cerca del pueblo hubo una propiedad de los caballeros templarios, era conocida como la Torre de la Mesó, allí construyeron un oratorio sin permiso eclesiástico. A causa de ello el obispado de Lleida y los templarios se enzarzaron en discusiones continuas, pues lo primeros exigían a los segundos que lo demolieran inmediatamente. Tal es así que el Abad de Poblet y el Obispo de Zaragoza se vieron obligados a intervenir como árbitros en la disputa, al final acabaron dándole la razón al Temple.
De Corbins nos acercaremos a Lleida, para visitar la Seu Vella, es la catedral y se encuentra en lo alto de un cerro. Gardeny se convirtió en la encomienda más importante de Catalunya.
promontorio. Del siglo XIII, se dijo que los constructores templarios trabajaron en las obras de su construcción. Su campanario tiene forma octogonal, parece más un faro con sus 60 metros de altura que lo que en realidad es, un campanario. A los pies del castillo del Rey o de la Suda se encuentra este edificio de planta basilical, con tres naves y un amplio transepto, hay destacar los cinco ábsides y el cimborio del crucero. La construcción empezó en 1203 bajo la dirección del arquitecto Pere Sa Coma, luego a partir de 1269 se hizo cargo de ella otro Pere, Pere de Prenafeta. Todo el edificio es una transición del románico al gótico. La puerta de Els Fillols y la Anunciata son una buena muestra de la escuela románica de Lleida, con arquivoltas y capiteles historiados dentro de la tradición provenzal, con motivos tradicionales árabes. En el claustro, se abren tres puertas que dan acceso a las naves del templo. Tras la toma de Lleida en 1149, los templarios recibieron diversas donaciones en compensación por su ayuda militar. Uno de sus bienes más preciados fue el lugar de Gardeny, que entraba dentro de un acuerdo firmado con Ramón Berenguer IV en virtud del cual percibirían la quinta parte de las tierras conquistadas a los musulmanes.
Con cierta regularidad era la residencia del maestre provincial. En 1182 la cabaña de Gardeny era tan importante que se creó el cargo de un único administrador, un sólo caballero se ocuparía de la buena marcha del negocio. Gardeny actualmente está integrado en la ciudad de Lleida, pero en sus inicios era un cerro que se encontraba frente a la ciudad, a la derecha del río Segre, en el camino que llevaba a Zaragoza. Ahí se alzan los restos del castillo Templario y la iglesia de Santa María de Gardeny, se encuentran en medio de un complejo de casernas construidas entre 1940 y 1950. Pese a las modificaciones hechas entre los siglos XVII y XVIII aún destaca el recinto soberano de la fortaleza, datada a mediados del siglo XII, y donde se encontraban los edificios principales de la encomienda: la iglesia, la torre y la residencia. La iglesia de una sola nave de planta rectangular, con un gran ábside liso y bóveda apuntada es un ejemplo de la austeridad cisterciense.
Esta iglesia sólo atendía las necesidades religiosas de los habitantes de la encomienda del Temple, pero un buen día algunos creyentes de Lleida empezaron a sentir veneración por la imagen de Santa María, que se encontraba en el altar mayor. Estos simpatizantes llegaron a desembolsar mucho dinero par obtener el favor de que los monjes guerreros les encendieran candiles y velas en honor de la Virgen. Tanto que Guillem d'Anglesola donó un candil de plata para que estuviera encendido por los siglos de los siglos, y para que lo hicieran les otorgó una renta vitalicia. Hubo tantas donaciones de este tipo, que al final la orden se decidió por crear un órgano religioso llamado Lampada charitatis para gestionarlas eficazmente. Pero de nuevo hubo un conflicto con el obispado de Lleida, esta vez no era por la recaudación, ni por las velas, sino por las campanas de la iglesia templaria, cuyo tañido molestaba a la parroquia de San Llorenç.
Si queréis conocer un poco más de Gardeny, en este enlace además hacen visitas guiadas al castillo, te explican la historia de los templarios, algunas visitas son teatralizadas y por un precio bastante económico, otras son visitas libres... hay donde escoger!
Acabaremos esta ruta tomando el rio Segre abajo, a unos 12 km de Lleida se encuentra Torres de Segre. Aquí se organizó una encomienda templaria hacia 1291. Este término de Torres había sido donado a la sede de Gardeny a cambio de que los templarios pagaran una renta anual al monasterio de poblet. Los castillos de Remolins y Gebut, ya desaparecidos entraron también en el trato. Del castillo de Torres, situado frente al río, se conservan algunos muros y parte del foso, actualmente es una residencia particular, (al igual que la llamada casa del Comendador, en el recinto de la antigua fortaleza) la distinguiréis porque con tanta reforma presenta puertas y ventanales renacentistas.
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