A unos 77 kilómetros de Arlés se encuentra Aix-en-Provence, fundada por los romanos, al igual que tantas otras de la región, en el 123 a.C. los romanos la bautizaron como Aquae Sextiae. Aquí se libró una batalla importante entre las tropas romanas de Cayo Mario contra los teutones que tenían en jaque a los romanos. Resumiendo diremos que a pesar de tener menos hombres para luchar, Cayo Mario consiguió derrotar a los germanos, gracias a una emboscada. De esta manera evitó que traspasaran los Alpes en dirección a la península Itálica. Es muy resumido, si queréis saber con más detalle lo que pasó os remito a la wikipedia.
Aix-en-Provence es una población mediterránea totalmente, a pesar de que se encuentra a unos 30 km del Mediterráneo, disfruta de 300 días de sol al año. Para no pasar demasiado calor durante estos trescientos días disponen de numerosas fuentes, dichas fuentes las encontramos por todas las plazas. Si además le añadimos al rumor de las aguas, que el frío Mistral que azota otras zonas de la Provenza por aquí ni se asoma, no es de extrañar que muchos franceses decidan retirarse en esta zona a disfrutar de su jubilación.
La antigua ciudad romana se encuentra en el barrio de Saint-Saveur, y va desde la Catedral hasta la Tour de l'Horloge (la torre del reloj), el actual ayuntamiento. Las calles colindantes conservan los nombres medievales, como la singular rue Esquicho-coudo. Si lo que queréis es ve los restos de las antiguas murallas tenéis que acercaros a la rue Gaston Saporta, en la parte alta de la calle.
La Catedral de Saint-Saveur se construyó sobre el antiguo templo de Apolo, la construcción fue larga en el tiempo, empezaron en el siglo V y la acabaron en el XVII, es por tanto un batiburrillo de estilos. De estilo romano tenemos el Baptisterio y ocho columnas del siglo V o VI, en estilo románico está la nave lateral sur. Las piedras irregulares que se ven eran del antiguo foro romano. El resto del edificio es gótico, y de estilo barroco tenemos la nave lateral norte y más tarde la nave central que es del siglo XVII. Como curiosidad diremos que sólo posee una torre, al igual de la catedral de Strasburgo y la de Troyes, y todo porque no tuvieron suficiente dinero para poder hacer dos torres. Al lado de la catedral está el palacio arzobispal, que demuestra el poder de la iglesia. En el primer piso de este edificio del siglo XVII se encuentra el Museo de la Tapicería. Aquí se celebra desde 1948 el Festival d'Art Lyrique cada mes de julio. Frente a la catedral, en la Plaza de la Universidad, está la antigua facultad de derecho, actualmente alberga el Institut d'Etudes Politiques.
La Chapelle des Oblats, se sitúa en el lugar donde en el siglo XVI había un pequeño jardín en el que había un gran pino. En torno a ese pino los hugonotes solían rezar. En 1562 durante las guerras de religión varios hugonotes fueron ahorcados desde ese mismo pino. Después se cortó y se construyó en es lugar un convento de Carmelitas.
El símbolo de la ciudad y del poder, se alza, como no sobre cimientos romanos, se trata de la Tour de l'Horloge. Como no era suficientemente alta en 1510, decidieron ampliarla y colocar un reloj astronómico en 1661, decorado con cuatro figuras de madera que simbolizan las cuatro estaciones. En la plaza encontramos una fuente con una columna romana en su centro, la fuente fue esculpida por Chastel. Es el lugar de encuentro de los habitantes y turistas de la ciudad. Una vez dejamos atrás la Torre del Reloj, entraremos en la antigua ciudadela condal, que en la edad media se encontraba separada de la ciudadela episcopal mediante una muralla. Hoy ya no hay muralla, sólo calles comerciales que invitan al paseo, a las compras y a la diversión en sus bares y restaurantes. Tal vez la calle más animada sea la Rue Gaston Saporta, es semipeatonal, y en ella encontramos cuatro palacios del siglo XVII y XVIII, en el número 23 está el Hôtel Maynier d'Oppède, reconstruido en 1730, alberga el Institut d'Etudes Françaises. En el número 21 está el Hôtel Boyer de Fonscolombe, destaca su fachada de 1757. En el número 19 está el Hôtel de Châteaurenard, de 1650, es famoso porque en el se alojó Luís XIV en 1660, destaca su magnífica escalera interior. Y por último en el número 17 está el Hôtel d'Estienne de Saint Jean, es uno de los más bonitos, de finales del siglo XVII. Es la sede del Museo del Viejo Aix, muy interesante su visita si queremos saber el pasado de la ciudad. Antes de comenzar con la visita, podemos tomar fuerzas con el típico Pastis, en el Café des deux Garçons, el mismo lugar donde se reunían Paul Cezanne y Emile Zola.
La mejor manera de conocer la ciudad es siguiendo una de las cinco rutas posibles que la oficina de turismo pone a nuestra disposición y que nos llevaran por los distintos lugares en los que el pintor se inspiró para sus cuadros. Para ello hay que partir del centro de la ciudad y seguir el camino señalizado con una plaquita en la que hay grabada una C y que nos van marcando el recorrido, desde la casa donde nació, hasta la última dirección donde vivió el pintor, en la Rue Boulegon, nº 23. Estos cinco caminos nos llevan hacia el pueblo de Tholonet, Jas de Bouffan, la cantera de Bibémus, a las orillas del Arc, al puente de los Tres Saltos, al estudio de la colina de Lauves, o bien cerca del camino de La Marguerite, allí el pintor plasmó por última vez la montaña "Sainte-Victoire".
Después de haber vendido su propiedad del Jas de Bouffan, y reinvertir el dinero ganado en construir un estudio en la colina de Lauves, se dedica a la creación de sus obras maestras. Todos los días el pintor deja atrás su pequeño apartamento en la rue Boulegon para dirigirse a su luminoso estudio. Pero no sólo pintará en el estudio, también lo hará en la propiedad veraniega de la familia y que se encuentra a 2 km al suroeste de Aix, allí el artista pintará 36 óleos, 17 acuarelas y 17 dibujos que representan la casa, la granja, el paseo de los castaños, los bosques, el estanque. Esta casa y el parque fueron declarados Monumentos Históricos, pertenece al ayuntamiento y para visitarla hay que reservar. Como anécdota debéis saber que en el gran salón oval de la plata baja, Cézanne pintó en los muros doce grandes composiciones, que desgraciadamente fueron retiradas de allí.
Cuando Cézanne era aún un crío, uno de sus compañeros de escuela era Émile Zola. Zola había nacido en París, el 2 de abril de 1840. Sus padres se trasladaron a Aix cuando el niño tenía sólo tres año, y lo inscribieron en la escuela Bourbon, donde conoció a Cézanne. Los dos niños se convirtieron en amigos inseparables, leían poesía, recorrían los alrededores de Aix... En 1858, Zola volvió a París, y regresaba en vacaciones. La amistad no se perdió gracias a la correspondencia mutua. Cézanne se fue a París para entrar en la Escuela de Bellas Artes, pero no fue aceptado, así que regresó a Aix. Su padre estaba en contra de que fuese pintor, pero al final ante la insistencia de su hijo accedió dándole un subsidio para que pudiera pintar a tiempo completo. En octubre de 1906, mientras pintaba en la naturaleza, una tormenta le sorprendió. Acabó enfermando y una pulmonía acabó con él 8 días más tarde, tenia 67 años. La relación de los dos amigo acabó un buen día cuando a Zola se le ocurrió en 1886 escribir la novela L'Oeuvre. Inspirada en Cézanne, para ello creó el personaje de Claude Lantier, un artista fracasado. Cézanne se sintió molesto al creer que su amigo de la infancia lo creyera un fracasado, a partir de ese momento la relación se enfrió tanto que ya nunca se volvieron a ver.
Zola se comprometió con la política, y bastante, a raíz del "caso Dreyfus"; cuando escribió su famosa carta abierta "J'accuse" (yo acuso) en el periódico francés que conmocionó a los círculos políticos. Murió cuatro años más tarde, el 29 de septiembre de 1902, al asfixiarse en su apartamento parisino como resultado de que su chimenea estaba embozada.
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