Antiguamente, donde hoy se encuentra la plaza San Marco, había, como mucho, además del antiguo Convento de San Marcos, edificios con funciones de cuarteles y cuadras. En esta zona, también se encontraba la casa de fieras de los Médicis, que tenía muchos animales exóticos, como jirafas, elefantes y leones. Alrededor de la plaza, se merecen una visita el Jardín dei Semplici, fundado en 1545 para estudiar las hierbas medicinales, el Museo Arqueológico, con su importante colección de jarrones etruscos, y la Academia de Bellas Artes, la escuela de arte más antigua del mundo, fundada en 1563.
Pero hoy nos centraremos en el Convento de San Marco, es un edificio especial, en su tiempo era un importante convento de los frailes dominicos patrocinado por Cosme de Médicis. Su estructura se remonta a finales del siglo XIII, cuando la orden de Silvestrini lo fundó. Pero fue Cosme de Médicis el que encargó a Michelozzo que le hiciera unas pequeñas reformas para que fuera un poco más funcional, acorde con las nuevas tendencias filosóficas y estilísticas.
El visitante lo primero que ve es la tienda de recuerdos, que la dejaremos para lo último, pues lo interesante de ver está en el Chiostro di Sant’Antonino, un claustro proyectado el 1440 por Michelozzo, el arquitecto favorito de los Médicis. El claustro y las dependencias anexas contienen una bellísima colección de obras de Fra Angélico, el pintor más exclusivo, personalista y beatífico de toda Florencia. Creo que el más impresionante es el Descendimiento de la Cruz, y no por sus medidas (175x185 cm.) sino por la maravilla pictórica que es. Se pintó en 1433 para la Capilla Strozzi que estaba en la Iglesia de Santa Trinità, sobre un retablo que ya había comenzado Lorenzo Monaco unos años antes. El retablo en sí es un tríptico, en el medio encontramos el cuerpo de Cristo que está siendo descolgado de la cruz, y llena la totalidad de la escena. El cuerpo es recibido por San Juan y otro personaje que no se sabe bien quien es. En el grupo también está María Magdalena, abrazada a los pies de Cristo, y un hombre elegantemente vestido, se supone que puede ser alguien de la familia Strozzi.

El edificio fue inaugurado oficialmente en enero 1443 , en presencia de Eugenio IV y el cardenal Niccolo 'de Acciapacio , arzobispo de Capua. Según Vasari, Cosme de Médicis pagó la cifra de más de 40 000 florines en la reestructuración del convento, muy por encima de las sumas pagadas por la construcción del magnífico palacio de la familia, siempre confiado a las manos capaces de Michelozzo. Cosme asumió todos los gastos, el proyecto, las obras, el mobiliario… la decoración de las estancias más importantes las encargó a un fraile pintor que vivía en el mismo convento. Dicho fraile se llamaba Giovanni da Fiesole, pero lo conocían como Angélico por la gracia de su pincel y su bondad. La orden de los Dominicos era culta y poderosa, y tenerla como aliada era una excelente maniobra política, digamos que las obras del convento patrocinadas por Cosme fueron una inversión en imagen además de que así se ganaba a la orden y al Papa.
En los conventos cada parte está ligada a las reglas de los frailes o a un momento de su jornada, nada es casual. El claustro, es un espacio abierto que suele estar en el centro del convento y el pórtico permite atravesarlo sin exponerse a la intemperie. En los lados del claustro suelen estar distribuidos los lugares indispensables para la vida de los frailes, a un lado tenemos la iglesia y la hospedería, donde se alojaban los peregrinos. Y al otro lado el refectorio donde comían; enfrente de la entrada, la sala Capitular donde solían discutir las cuestiones del orden del día, y por último la escalera que conduce a las celdas en las que dormían los frailes, sin olvidarnos de la biblioteca donde leían, estudiaban o escribían.
En la hospedería hay algunas obras de Fray Angélico, son unas pinturas sobre madera, de tema sacro. Tenemos un tríptico de estilo gótico con fondo de pan de oro. O una tabla cuadrada de estilo renacentista, con paisajes de fondo, donde las figuras están en una posición más natural. En esta tabla tenemos en la banda derecha (nuestra derecha si miramos de frente) a San Pedro Mártir, a San Francisco y a Santo Domingo los tres con hábito blanco y negro según el estilo de si orden. En la banda izquierda se encuentra a Marcos, Juan y Lorenzo, éste último con ropajes suntuosos de color rojo rematados de oro, y se acompaña de la parrilla en la que fue martirizado. Frente a la Virgen tenemos por último a los santos Cosme y Damián, los dos hermanos médicos que hacían milagros y que fueron elegidos como protectores por los Médicis.
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Girolamo Savonarola |
En San Marco Cosme de Médicis (el Viejo) se sentía como en su casa, que por cierto estaba a la vuelta de la esquina. Había surtido la biblioteca de los frailes con valiosos libros y raros volúmenes, recopilados y copiados a mano para él por el erudito Niccolò Niccoli. Para compensar al mecenas se había dispuesto que tuviera dos celdas en las que podía retirarse a meditar, o a orar, o conspirar cuando quisiese.
Pero tal vez el cuadro que todos más conocemos de Fray Angélico sea La Anunciación, ambientada en un claustro muy parecido al del convento.
En cada una de las celdas de los frailes hay un fresco, pero aquí el estilo es más sencillo, y los colores empleados son más baratos. Es por ello que no hay azul, ni rojo, ni el color oro… era una manera de dejar de lado lo superfluo para adaptarse a la vida frugal de los monjes. Los más ancianos podían elegir el tema que querían, mientras que en las celdas de los más jóvenes solía pintarse una crucifixión, o escenas de la Pasión… eran escenas didácticas. En menos de una semana el fraile tenía pintado su fresco, Fray Angélico además de ser muy bueno, era rápido.
San Marco, de hecho, se convirtió en un centro cultural y religioso de primer orden, capaz de atraer la atención de las más grandes personalidades de su época. Aquí, por ejemplo, estudió Angelo Poliziano y Pico della Mirandola , legando sus valiosas colecciones a la biblioteca de los dominicos;
Desde 1869, el antiguo monasterio es la sede del Museo Nacional de San Marcos, donde hoy en día, incluso junto con otras obras, se conserva en su parte central y en algunos paneles laterales, la Pala di San Marco por Fra Angélico, que data de 1440.

Girolamo Savonarola instauró una teocracia moral en la ciudad, a base encendidos sermones llegó a convertirse en el amo absoluto de la ciudad, tenía atemorizados tanto a ricos como a pobres, e incluso se enfrentará al Papa de Roma, pero al final morirá colgado en una plaza pública y su cuerpo será quemado hasta convertirlo en ceniza. Y como puede ser que un simple fraile se haga con el poder de una ciudad como era Florencia. Muy sencillo el sucesor del Magnífico fue su hijo Pedro de Médicis, un personaje incapaz para casi todo, a veces despiadado, otras violento. Su propio padre lo había calificado como un loco. Después de dos años de un gobierno que hacía aguas por todas partes, decide dar la ciudad de Florencia al rey francés Carlos VIII que iba a Italia a reclamar el trono de Nápoles. Pero Carlos se fue y quedo un vacío de poder que rápidamente fue ocupado por Savonarola, aprovechando la ocasión, claro.
Pero Savonarola fue demasiado lejos. Durante un breve período, se convirtió esencialmente en el gobernante de Florencia. Uno de sus primeros actos fue hacer que la homosexualidad fuera un delito capital, que se castigaba con la muerte. Envío a muchos florentinos, incluyendo la élite, fuera de la ciudad. El hombre se creció tanto que los florentinos se cansaron de él, al igual que el Papa Alejandro VI, quien estuvo advirtiéndolo de que se estaba sobrepasando en sus quehaceres, hasta que harto del fraile lo excomulgó. Pero al ver que ni con esas, remitía su ímpetu se ordenó su ejecución, que tuvo lugar en la Piazza della Signoria, sobre una pira ardiente, donde fueron encadenados Savonarola y dos de sus seguidores. Sus cenizas fueron esparcidas en el río Arno. En la actualidad existe una placa redonda en la Piazza della Signoria en el mismo lugar de la ejecución, para conmemorar la vida de Savonarola.
Desde la salida del Museo de San Marco, gire a la izquierda y luego la primera a la derecha. El Chiostro dello Scalzo se encuentra a pocos metros a la izquierda, en la Via Cavour, en el número 69. En él hay un ciclo de frescos de Andrea del Sarto que cuenta la historia de San Juan Bautista, es para muchos su obra maestra.
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