El 16 de julio de ese mismo año Frédéric escribe a su familia polaca "debéis saber que he sacado el pasaporte para irme a Londres..." un pasaporte en el que indicaba "vía París". En otoño llegó a París, sus sentimientos con el pueblo francés no eran gratos, estaba resentido porque los franceses no habían ayudado a los polacos cuya insurrección había sido aplastada por los rusos. Pero se sintió fascinado por la ciudad en efervescencia. Las jornadas revolucionarias de 1830 abrieron una era de prosperidad, la ciudad se convirtió en el centro de las nuevas corrientes artísticas justo en el corazón del romanticismo.
En una carta a Kumelski, está ya desde París le decía: "sin duda me quedaré en París más tiempo del que pensaba, no porque me sienta muy bien, sino porque es posible que poco a poco lo consiga". Pronto encontró en otros músicos como Rossini, Mendelssohn, Liszt y Hiller. Con estos encuentros se colocó en la escena musical e intelectual, además acabó embaucado en la vida mundana, se paseaba por los salones donde se crean las reputaciones, o más bien se destruyen... Allí la magia hizo su trabajo, su persona y su genialidad hizo el resto. En la capital francesa imparte clases de piano, se relaciona con la élite burguesa y la aristocracia gracias a sus mecenas. No da muchos conciertos en público, sus recitales se escuchan en los salones privados a los que asisten Berlioz, Liszt, Bellini, Heine, Balzac y Delacroix entre otros.
El 17 de octubre de 1849, en el número 12 de la Place Vendôme, fallece el compositor, víctima de la tuberculosis. Fue enterrado en el cementerio de Père-Lachaise, pero su corazón se llevó a Varsovia, para ser depositado en la Iglesia de la Santa Cruz, tal y como el había deseado.
Empezaremos el recorrido en el número 6 del Quai d'Orléans, aquí se encuentra la Bibliothèque Polonaise. En realidad es la antigua casa de Adam Mickiewicz un poeta polaco que se estableció en París cuando daba clases de literatura en el Colegio de Francia. En este lugar se conservan los recuerdos y el espíritu de la inmigración polaca instalada en la ciudad. Actualmente se puede visitar el "salón Chopin" donde se conservan algunos recuerdos íntimos del compositor, así como colecciones de Mickiewicz, emblema del romanticismo polaco.
Del Quai d'Orleans nos iremos hacia el Palais Royal, podemos ir en metro o bien en un paseito que nos llevará por la Île de la Cité, por el Quai de la Corse, luego cruzaremos el río por el Pont de Nôtre-Dame para llegarnos hasta la Rue Rivoli hasta llegar al Palais Royal, bajo las arcadas del mismo se encontraban las lujosas tiendas que Chopin solía frecuentar cuando quería comprarse unos guantes o un sombrero... eso sí, fabricados por los mejores artesanos del momento, y que ya conocían sus gustos y medida. Con solo escribirle a su fiel secretario Julien Fontana, inmediatamente se realizaban y enviaban todos los artículos que solicitaba a su dirección. Os recomiendo pillar algún autobús para recorrer la Rue Rivoli, pues andando os llevará casi media hora, y es mejor que descanséis un poco. Después de hacer las compras pertinentes Chopin se paseaba por los jardines de las Tuileries, al igual que el antiguo palacio del mismo nombre, y que se incendió en 1871. Solía ser invitado del monarca Luis Felipe I de Francia. En su primera visita de 1838, el rey estaba tan agradecido de sus visita, que le regaló un servicio de té con la efigie del soberano y de la reina como recuerdo. Hubo una segunda visita, esta vez en diciembre de 1841, lo invitó el duque de Orleans, y esta vez fue recompensado con 100 francos de oro. El duque se estiró mucho más que el rey, está claro. Seguro que le dio mejor uso al dinero que al servicio de té.
Ya que estamos cerca de la Place Vendôme, nos acercaremos a ver el número 12, Esta fue la última dirección de Chopin en París, se instaló en otoño de 1849. En un apartamento confortable que daba al patio más al sur. Por aquel entonces, su salud iba empeorando irremediablemente. A partir del mes de junio, Chopin solicitó la presencia de su querida hermana, que llegó desde Polonia para cuidarlo hasta el final. En Octubre, apenas podía ya mantenerse en pie, ya no tocaba el piano ni componía, e intentaba hacerse entender a través de signos. Todos sus amigos y admiradores se presentaban en su casa para saludarlo y mostrarle su afecto, aunque hay que reconocer que entre ellos se coló algún oportunista y curioso, por lo que Guttman, su alumno y fiel cuidador se vio obligado a escoger las visitas. El 17 de octubre, sobre las dos de la mañana, murió. Unos días más tarde cuando se disponían a ordenar sus papeles, encontraron en el interior de una de sus chaquetas, un almanaque de 1849 que contenía una carta y un mechón de pelo de George Sand, su único amor.
De aquí podemos acercarnos a la Rue de Suresnes, concretamente a la Iglesia de la Madeleine. Donde el 30 de octubre de 1849 se celebró su funeral. Según los deseos del finado, se cantó el Réquiem de Mozart en su memoria. Para la ocasión y por derogación especial, las mujeres fueron admitidas a cantar en el coro, una de ellas fue la cantante Pauline Viardot, que era hermana de Malibran y era fiel amiga y admiradora del copositor. En el gran órgano, Lefébure-Welly tocó la Marcha fúnebre y el Preludio nº 4, que Chopin había compuesto en Mallorca. En la iglesia se reunieron más de 3000 personas para homenajear al compositor. Después del funeral su hermana Ludwika regresó a Polonia con el corazón de su hermano para depositarlo en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.
De aquí iremos hacia la Square d'Orléans, son unos 10 minutos andando. A finales de julio de 1842, Chopin y George Sand abandonaron la localidad de Nohant, en la provincia de Berry, para buscar una casa en París. Charlotte Marliani, la esposa del cónsul español les habló de un nuevo lugar construido al "estilo inglés", es decir, alrededor de un gran patio y por consiguiente, lejos del ruido de la calle, en el barrio de Nouvelle Athènes. La pareja no se lo pensó mucho y firmó dos contratos de alquiler. George Sand vivía en el primer piso del nº 5 mientras que Frédéric lo hacía en el nº 9, donde disponía de un pequeño apartamento donde recibía a sus alumnos y tocaba el piano. En esta zona vivían muchos de sus amigos artistas, como el pianista Kalkbrenner, el escultor Dantan, mademoiselle Taglioni, la "sílfide" de los ballets de la Opéra de París que por primera vez bailo "en puntas"...
París no sólo era la capital de la música, sino que también era la capital de los fabricantes de pianos, se podían contar más de 300. Entre ellos estaban Pape, Erard y Pleyel, que se disputaban los favores de los mejores músicos y se mostraban rivales en las innovaciones técnicas. Chopin conoció a Camille Pleyel gracias al pianista Frédéric Kalkbrenner, así que en los grandes salones de Pleyel, Chopin dio su primer recital el 26 de febrero de 1832. Las reseñas de la época decían que el señor Chopin de Varsovia obtuvo una celebridad que con el tiempo no se desmentiría. A pesar de que al compositor no le gustaba prodigarse mucho en público, dio algunos conciertos en el Conservatorio. Estaba situado en el número 2 de la Rue du Conservatoire. Entre 1832 y 1838 ofreció varios recitales, pero lo que más le gustaba era acudir a esta sala para oír las creaciones de sus contemporáneos. Berlioz tocó aquí la Sinfonía Fantástica, creada en 1830, a la que siguieron Lélio, Harold en Italia, y Romeo y Julieta. También se escuchaba a Liszt y a Mendelssohn.
Desde aquí andaremos un poco para coger la linea 3 de Metro, que nos llevará al cementerio de Père Lachaise la última morada del compositor. El 30 de octubre de 1849, el cuerpo de Chopin fue depositado en un sencillo panteón (división XI) donde se le esparció un poco de tierra de su Polonia natal, que él mismo había conservado en una urna desde el 2 de noviembre de 1830 cuando dejó su país. Poco tiempo después y a instancias de Delacroix, se hizo una suscripción con el fin de realizarle un monumento. Pleyel, Franchomme, Albrecht, Kwiatkowski contribuyeron al proyecto. El monumento lo creó el marido de Solange Sand, la hija de George Sand, con la que Chopin siempre había conservado un vínculo afectivo, fue inaugurado el 17 de octubre de 1850. Si nos fijamos en la tumba, en lo más alto está colocada Euterpe, la musa de la música, que, desconsolada y con las cuerdas rotas de su lira, mira el retrato de Chopin.
Si os apetece ver alguna película sobre la vida de los dos enamorados, he encontrado una protagonizada por Hugh Grant, se llama Impromtu, y el reparto no está nada mal. El argumento no lo sé, la tengo pendiente por ver. No es la única también tenemos Chopin, un amor imposible. Película polaca del año 2002. Y como no podía faltar un buen libro, aquí tenéis el de Mónica Glasman.
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