El Capitolio (Campidoglio en italiano) era la colina sagrada de la Antigua Roma, donde se levantaba el gran templo de Júpiter. Nos encontramos en la más pequeña de las siete legendarias colinas de la ciudad de Roma. En el lugar en el que se encontraba el altar de Júpiter Capitolino, y se celebraban las investiduras de los cónsules, y acababan los recorridos triunfales con los que se solía agasajar a los generales victoriosos, y más tarde a los emperadores.
En el lugar donde actualmente se encuentra la iglesia de Santa María in Aracoeli, se levantaba el Arx que formaba una ciudadela dominada por otro templo, el de Juno Moneta (la que advierte), en el valle que las separaba y que actualmente corresponde a la Piazza dei Campidoglio, era el lugar en el que Rómulo, siempre según la leyenda, acogió a los refugiados de la región.
Del Capitolio partían todas las vías consulares que recorrían el imperio. Abandonado a las cabras tras la caída del Imperio Romano, con los templos paganos en ruinas, la colina pasó a ser el centro del gobierno municipal; en la Edad Media, especialmente con la construcción en el siglo XII del Palacio Senatorio, sede del Ayuntamiento hasta nuestros días. El Capitolio se convirtió en símbolo de un poder autónomo e independiente del Papa, señor de la ciudad en aquellos tiempos.
El diseño actual de la plaza, con los tres palacios delimitando un espacio lleno de armonía, es obra de Miguel Ángel. En 1536 Miguel Ángel recibió el encargo de urbanizar la colina para crear allí una plaza digna del papado. Así que rediseño las fachadas de los dos palacios, el Palazzo Senatorio y el Palazzo dei Conservatori, creando un tercero, el Palazzo Nuovo. La nueva plaza se orientó hacia la ciudad de los papas y daba la espalda al mundo pagano.
Actualmente estos palacios albergan los Museos Capitolinos, si los visitáis podréis tener unas vistas panorámica espectaculares del Foro Romano, sobre todo si es durante la puesta de sol. Esta plaza es la única plaza renacentista que queda en Roma, y sigue teniendo un fuerte significado como alma de la colectividad: es la plaza representativa de Roma por antonomasia y sigue siendo, como en la Antigüedad, el km. 0 de todas las carreteras.
El mejor modo de comenzar la visita a la Plaza es accediendo a ella por la elegante rampa escalonada diseñada por Miguel Ángel, llamada la Cordonata.
Al lado de las escaleras que nos lleva a Santa María in Aracoeli, podemos apreciar una Ínsula: (nº1) son los restos de una casa romana de época imperial, uno de los pocos ejemplos que quedan en Roma. Las ínsulas eran edificios de 3 a 5 plantas en un principio estaban construidas en adobe y madera, aunque más tarde fueron haciéndose los edificios de ladrillos cocidos. Los "pisos" se amontonaban unos con otros, su planta eran cuadradas y no poseían patio interior, lo que hacía mas complicado su acceso. En la década de los años 30, este edificio se salvó de la demolición que se produjo de todas las laderas de la Colina del capitolio.
Los romanos tienen la creencia de que todo aquél que ascienda de rodillas por las escaleras será premiado en el sorteo de la lotería nacional.
La Iglesia de Santa María in Aracoeli, (n.12 verde) fue construida durante el siglo VI sobre una antigua abadía bizantina. Durante el siglo IX la iglesia fue entregada en un primer momento a los benedictinos y posteriormente a los franciscanos, que le aportaron un aspecto gótico. En 1797, durante el periodo de la República, llegaron malos tiempos para la basílica, que fue convertida en un establo.
La pieza más famosa de la iglesia es la talla de madera del Santo Bambino (el Niño Jesús), de la que se dice que tiene el poder de resucitar a los muertos. La figura, realizada en madera de olivo durante el siglo XV, fue robada en 1994 y no pudo ser recuperada, por lo que en la actualidad la sustituye una réplica.
La iglesia está dividida por 22 columnas de diferentes tipos que fueron sustraídas de algunos edificios de la antigua Roma. Su obra más destacada es la Capilla Bufalini, primera de la derecha, decorada con frescos de Pinturicchio (1486).
La Cordonata: (nº2) es la rampa escalonada que termina en las gigantescas estatuas de Cástor y Pólux, los dos hermanos protectores de la ciudad, de pie junto a sus monturas.
Estatua de Cola di Rienzo (nº4) (situada justo en el lugar en que fue asesinado) este personaje consiguió hacerse con el poder municipal durante el exilio de Aviñón (s.XIV) pero le duró poco, fue asesinado por el pueblo.
Una vez arriba, en medio de la plaza está la estatua a caballo del emperador Marco Aurelio (nº5), y que se preservó a lo largo de los siglos porque se creyó durante la Edad Media que representaba a Constantino, el emperador "cristiano". Es sólo una copia: el original está en los Museos Capitolinos. Si se baja a la derecha desde el Palazzo Senatorio se alcanza una terraza que domina el foro. En la Edad del Hierro, esta zona era un valle de pantanoso que servía de necrópolis. Los etruscos lo drenaron y excavaron la cloaca máxima (el canal que más tarde se convertiría en la alcantarilla de Roma) y crearon una plaza pavimentada, el Foro, donde colocaron el mercado y administraban los asuntos del estado. A su alrededor se levantaron santuarios como el de Vesta, donde ardía el fuego sagrado.
Vistas del Foro: (nº6) desde esta esquina se obtienen excelentes vistas del Foro. Es un rincón concurrido a última hora del día, cuando el Foro se ilumina con luz artificial, por las hermosas fotografías que se obtienen. De izquierda a derecha podemos ver la base del Tabularium (con el Palacio Senatorio sobre él), las tres columnas del templo de Vespasiano y Tito, el arco de Séptimo Severo, y justo detrás la Curia (se distingue por ser un gran edificio de ladrillo) también podemos distinguir las ocho columnas del templo de Saturno, y los restos de la Basílica Julia. Al fondo se ve un templo pequeño y redondo que corresponde al Templo de Vesta, y las tres columnas del templo de Cástor y Pólux. A la derecha se levanta la colina del Palatino.
Jardines. (nº7) Desde la Vía del Teatro de Marcelo y el Vico Jugario se puede ascender a la colina por sus escarpadas laderas ajardinadas, donde se ve la roca viva en algunos lugares.
Roca Tarpeya: (nº8) desde ella despeñaban en la Antigüedad a los traidores. Los restos del templo de Júpiter (nº9) Únicamente se ven los cimientos, pero sólo esto resulta ya impresionante. Se visitan desde el interior de los Museos Capitolinos.
Loba capitolina: (nº10) es una reproducción, a pequeña escala (original en los Museos Capitolinos). Está a la izquierda del Palazzo Senatorio. Es el símbolo de Roma por excelencia. Algunos han sostenido recientemente que la pieza es de origen medieval y no etrusco como se pensaba. Los dos gemelos son un añadido renacentista. Si bajamos por las escaleras que se llaman Scalae Gemoniae (donde se exponían los cuerpos de los reos ejecutados) llegaremos a la Cárcel Mamertina: (nº11) antigua cárcel de época romana. Es un lugar realmente opresivo e inquietante donde eran arrojados los condenados a muerte en época romana.
Se trata de una cámara abovedada de techo bajo, con planta circular de 8 metros de diámetro. En ella murió Vercingetorix, después de ser exhibido en el desfile triunfal que celebró la victoria de Julio César en las Galias. Una tradición sin fundamento histórico afirma que en ella estuvieron presos los apóstoles Pedro y Pablo. Desde la terraza que hay al final de la escalera se perciben muy bien los bajorrelieves del Arco de Séptimo Severo que explica de abajo a arriba las victorias del emperador sobre los partos.
Museos Capitolinos (n.11 rojo del mapa). Después de los Museos Vaticanos son los más importantes de Roma. Ocupan parte de los tres palacios que conforman la plaza, comunicados entre sí por galerías subterráneas. Se entra por el de la derecha. El número 14 del mapa corresponde a la Piazza Venezia, con el monumento a Victor Manuel II, ya hemos hablado de él en el blog, si queréis recordarlo: Il Vittoriano.
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