En estos últimos tiempos mucho se habla de las "boinas" de polución que cubren las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y como no París. París ya ha tomado medidas para intentar frenar el aumento de la polución en la ciudad, cuando hay mucha, regulan la circulación de los vehículos basándose en la diferenciación de matrículas, es decir unos días circulan las matriculas pares y otros las impares, eso siempre que no sea necesario que no circule ninguno.
En España no se ha llegado a tal extremo, pero si seguimos así no dudo que será necesario hacerlo.
La suerte que tiene París es que dispone de dos pulmones verdes, aunque algunos días no puedan respirar mucho. Se trata de dos grandes bosques situados a ambos lados de París, convertidos en parques públicos que oxigenan y limpian el aire de la capital. Eso no quiere decir que en el corazón de París no haya abundantes espacios verdes, espléndidos parques y jardines que ayudan, pero los que más contribuyen a mejorar el aire son el Bois de Vincennes y el Bois de Boulogne.
El Bois de Vincennes debe su nombre a una pequeña y antigua localidad situada al sur este de París, Vincennes, nacida alrededor de la fortaleza que mandó construir Luis Felipe VII.
Los antiguos reyes de Francia solían ir a cazar con frecuencia al bosque de Vincennes, Luis VII hizo construir en el mismo, en 1162, un palacete; bueno, más bien era un pabellón de caza que fue objeto de algunas obras de ampliación en el reinado de su hijo Felipe Augusto. El castillo actual fue levantado por Felipe VI de Valois de 1328 a 1350, pero fue su nieto Carlos V el que le dio más valor cuando decidió residir en él. Luis XI le añadió un nuevo cuerpo, que fue ensanchado por Luis XIII, en 1552 se inauguró la Sainte Chapelle, ocho años más tarde sería Catalina de Médicis la que mandaría poner los cimientos de los pabellones del Rey y de la Reina, que serían terminados junto a la gran torre del homenaje en 1614. Levau restauró el castillo por orden del cardenal Mazarino, que se instaló en él en 1652 y lo abandonó tras su muerte el 3 de marzo de 1661. La dinastía de los Valois frecuentaron este lugar hasta que las preferencias de Francisco I y Enrique II se inclinaron por las mansiones más lejanas de las riberas del Loira.
A partir de 1668 la corte abandonó Vincennes para trasladarse a Versalles, así que se aprovechó el castillo para instalar una fábrica de porcelanas, que acabaría siendo transferida a Sèvres en 1750. Como no se podía desaprovechar el lugar, tres años más tarde se creó una escuela militar que en 1756 acabó también siendo trasladada, dejando el lugar apto para convertirse en una fábrica de armas. Durante el periodo revolucionario el pueblo quería demolerlo pero la llegada de Lafayette lo evitó. En 1808 Napoleón decidió convertirlo en un arsenal, y en 1812 de nuevo se convirtió en fortaleza.
Es la única residencia real francesa construida durante la Edad Media que conserva su forma original y está situado en un bosque de más de 6 hectáreas. Con un imponente torreón de 52 metros de altura, es uno de los más altos de Europa. El castillo está rodeado por una muralla de 1.100 metros de longitud coronada con nueve torres, y a su vez protegido por un foso de 27 metros de anchura. Se hallaba flanqueado por 8 torres cuadradas, actualmente rebajadas a nivel de las murallas, a excepción de la torre de entrada que se mantiene en su altura original pero que en cambio ha perdido las estatuas que la decoraban. Cuando entras en el recinto, el gran patio está rodeado, a la izquierda por la sala de armas, la capilla y el pabellón de la Reina, donde murió Mazarino, y a la derecha encontramos la torre del homenaje y el pabellón del Rey, que habitó Luis XV durante su infancia. La torre del homenaje forma un cuadrado flanqueado por torrecillas redondas, sus muros son inexpugnables pues tienen un grosor de 3 metros, las dos puertas de la planta baja proceden de la prisión de Luis XVI en el Temple. Si se quiere tener un buen panorama del bosque y de París, tan sólo hay que subir unos 250 escalones hasta llegar a la plataforma.
Hubo varios reyes de Francia que se casaron en el castillo, como Felipe III, Felipe IV mientras que Luis X, Felipe V y Carlos IV nacieron en él.
Enrique IV, "le Vert Galant" permaneció encerrado en el castillo durante las Guerras de Religión, para posteriormente acabar siendo coronado como rey de Francia al ser el único heredero a la corona. No fue el único que estuvo encerrado en el castillo, también Fouquet, el duque de Beaufort, los príncipes de Condé y Conti, el duque de Longueville y el Cardenal de Retz, Diderot, Mirabeau...
Todo el mundo se fija en la majestuosidad del castillo, pero tal vez lo que más llama la atención es la Sainte Chapelle de Vincennes, muy parecida a la Sainte Chapelle de París, aunque sólo tiene un solo nivel. Tiene 33 metros de longitud por 11 de ancho y unos 20 de altura, las vidrieras tuvieron que ser restauradas después de una explosión en 1870, y se cree que en la que se refleja el Juicio Final, la figura femenina que aparece desnuda es probablemente Diana de Poitiers.
Pero hablemos un poco del pulmón de París, del Bosque de Vincennes, que ya existía en el siglo XII. El frondoso bosque que rodeaba el castillo y que se extendía hasta casi las murallas de París, fue convertido por voluntad de Luis XV en un campo de maniobras, así que taló parte del bosque, para más tarde en 1731 replantarlo de nuevo. La otra mitad lo puso a disposición de los parisinos para que pudieran utilizarlo como lugar de paseo. Se anexionaron más terrenos y acabó convertido en un parque de estilo inglés. Actualmente comprende 934 hectáreas y constituye el paseo más extenso de la ciudad. Se halla, no obstante, separado en dos partes distintas por el campo de maniobras, al cual sigue el campo de carreras. Tiene seis puertas de acceso, un hipódromo, un jardín tropical, un jardín de flores, el zoo, un templo budista situado en la orilla del lago Daumesnil, eran los antiguos pabellones de Camerún y Togo de la Exposición Colonial Internacional. También hay espacio para el Velódromo Jacques Anquetil y para tres lagos más, el de Gravelle, el de Minimes y el de Saint-Mandé.
El castillo está algo alejado del centro de París, y hay que desplazarse o bien en metro con la Línea 1, en Rer, con la línea A, o con los siguientes autobuses; 46,56,112,114,115,118,124,210,318,325. El castillo cobra entrada 8,50 euros para los adultos a partir de los 18 años, está incluida en el París Pass y el Paris Museum Pass. Esta abierto del 1/9 al 30/4 de 10 a 17horas, y del 2 de mayo hasta el 31 de agosto una hora más.
El otro pulmón, el izquierdo, sería el Bois de Boulogne, está junto a los antiguos pueblos de Auteuil y Passy, hoy barrios de París, y ocupa casi todo el espacio delimitado por el enorme meandro que dibuja el Sena al oeste de la capital. Podemos acceder al bosque desde la Porte Maillot, al norte y por las puertas Dauphine, de la Muette, Passy y Auteuil al este. En su interior encontraremos dos lagos bastante grandes, el Inferior y el Superior, el primero tiene dos islas a las que se puede llegar en barca. Hacia el oeste se levanta la Gran Cascada, y a pocos metros encontramos el palacete La Bagatelle, mandado construir por el conde de Artois para honrar y divertir a su cuñada, la reina Maria Antonieta.
En el Bois de Boulogne, hay un estadio, dos hipódromos, campos de tenis y de polo, de patinaje, de tiro...
El bosque adquirió el aspecto que ahora tiene en la época del II Imperio. Cedido por el Estado a la Villa de París en 1852, el jardinero Warée y el ingeniero Alphand crearon en su interior un gran parque de estilo inglés, con paisajes artificiales, una vegetación espléndida... Se dice que a Eugenia de Montijo y a Napoleón III les gustaba ir al bosque a pasear, así que la aristocracia parisina no dudó en seguirlos convirtiendo el lugar en un lugar de citas galantes, lleno de damas perfumadas, con sombrillas de color malva, rodeadas de violetas y paseadas por carruajes soberbios mientras sus cocheros se mantenían impávidos ante sus señoras. Pero estos paseante con sus carruajes, dieron paso a otros que habían acortado vestidos, y que iban montados en coches, y que seguían disfrutando del Bois de Boulogne.
Es más pequeño que el de Vincennes, tiene 845 hectáreas, aunque es dos veces más grande que el Central Park de Nueva York.
El Bois de Boulogne es lo que queda del antiguo bosque de roble de Rouvray, y que incluía los bosques actuales de Montmorency, Saint Germain-en-Laye, Chaville y Meudon. Fue el rey de los Francos, Dagoberto, el primero en cazar osos y ciervos en este bosque. Childerico II, cedió el bosque a los monjes de la Abadía de Saint Denis, que fundaron varias comunidades monásticas allí. Felipe Augusto, les recompró la parte principal del mismo para crear una reserva real de caza. Siglos más tarde, en 1256, Isabel de Francia, hermana de Saint-Louis, fundó la abadía de Longchamp en el lugar que actualmente está el hipódromo.
El bois recibe su nombre por la capilla de Notre Dame de Boulogne-Petite, mandada construir por Felipe IV de Francia, tras haber peregrinado a Boulogne-sur-Mer, en la costa Francesa, para ver una estatua de la Virgen María, que tenía fama de realizar milagros. Así que cuando volvió a París decidió construir una iglesia con la copia de la estatua, con el fin de atraer a peregrinos, lo malo es que el rey no pudo verla terminada.
Durante la Guerra de los Cien Años, el bosque se convirtió en el santuario de ladrones y golfos, incluso en campo de batalla. En 1416 los soldados de Juan sin Miedo, duque de Borgoña, quemaron parte del bosque en su exitosa campaña para capturar París. Bajo el reinado de Luis XI, se replantaron los árboles y se abrieron dos caminos para mejorar el tránsito por el bosque. En 1527 Francisco decidió la construcción del Castillo de Madrid, dos años antes había sido herido y capturado en la Batalla de Pavía y lo habían encerrado en la Torre de los Lujanes, en Madrid, el 14 de enero de 1526 firmó con Carlos V el Tratado de Madrid por que el conseguía la libertad a cambio de su renuncia a la Borgoña e Italia. De vuelta a París, el rey encuentra incomodo el Louvre, y decide construir un palacio de recreo al final del Bois de Boulogne, entre el puerto de Neully y la Abadía de Longchamp, donde se retiraban las mujeres ricas e importantes de la corte, como Mademoiselle Le Maure, que se retiró allí en 1727, era cantante de ópera y siguió dando recitales en el interior de la Abadía, Estos conciertos irritaban sobremanera al arzobispo de París que decidió cerrar la Abadía al público.. En un principio se le dio el nombre de Château de Boulogne, pero acabará llamándose Château de Madrid en memoria de la cautividad de Francisco I.
Los primeros trabajos de construcción fueron dirigidos por Florentino Girolamo della Robbia en 1529, aunque lo acabaron arquitectos franceses. El edificio se terminó durante el reinado de Enrique II de Francia, alrededor de 1552. El castillo se componía de un gran edificio principal y varios pabellones presionados con las torres, las paredes de las fachadas estaban cubiertas de cerámica, esmaltados en relieve y colores brillantes. Algunas placas esmaltada sobre cobre realizados en Limoges se encuentran en el Museo de Cluny, debido a estos esmaltes al castillo lo apodaron como el “Castillo de la Loza de Barro”.
Al principio a Enrique IV le encantaba venir al castillo junto a Mademoiselle d’Entragues, o a la bella Gabrielle d’Estrée o cualquier otra favorita que se le pusiera a tiro. Pero pronto se cansan de él y será su esposa Margarita de Valois, la que permanecerá en él varios años junto a su capellán San Vicente de Paul. Cuando los reyes se separan, Enrique IV se alojará en el Château de la Muette, en el borde del bosque y plantará 15.000 moreras, con la esperanza de comenzar una industria de la seda en el pueblo.
Luis XII vendrá al castillo durante su juventud para cazar, posteriormente, en 1636 se refugiará en el castillo junto a su esposa Ana de Austria para huir de la epidemia que asola la ciudad.
En 1656 se instala en el castillo una manufactura de medias de seda que contará con 79 trabajadores.
Durante la regencia de Luis XV, Maria Luisa Isabel de Orleans (la hija del Regente) vivió en el castillo, pero después de su muerte la Casa de Borbón lo abandonó. En 1781 Luis XVI de Francia ordenó que se vendiera, junto al castillo de la Muette, el de Vincennes y el de Blois.
Antes de la Revolución Francesa el castillo ya se encontraba en ruinas, hasta que en 1793 fue vendido a un tal M. Leroy para sacar provecho de lo que quedaba, pero fue construido con tal solidez que los costes de demolición superaron con creces el valor de los materiales de los que se pensaba aprovechar.
El Château de Madrid, no es el único castillo que había en el Bois, también se encontraba el de La Muette y el de la Bagatelle.
Château de la Muette bajo Luis XV. Museo Carnavalet. |
En 1716 el castillo pasó a manos de la duquesa de Berry, Maria Luisa Isabel de Orleans, hija del Duque de Orleans, regente de Francia. Y que tuvo como invitado al Zar Pedro el Grande de Rusia.
Tras la muerte de la duquesa de Berry en 1719, el castillo pasó a manos de Luis XV, que contaba con tan sólo 9 años de edad. Cuando fue un poco más mayor utilizó el castillo como “picadero”, pues se entretenía en él con sus amantes, como las tres hermanas de Nesle, Madame de Pompadour y Madame du Barry. Para alojar a tan insignes damas, el rey reconstruyó totalmente el castillo ente 1741 y 1745, el nuevo edificio era mucho más grande, y estaba flanqueado por dos alas grandes con muchos edificios periféricos más pequeños.
Luis XVI tomo posesión de La Muette en 1764, allí pasó los días más felices de su vida junto a su joven novia Maria Antonieta, ninguno de los dos tenían conocimiento de las cuestiones sexuales es por ello que junto a su juventud, tardaron siete años en tener hijos.
El 21 de noviembre de 1783 despegó del castillo de la Muette un globo de aire caliente de los hermanos Montgolfier, con dos hombres a bordo, se trataba de Monsieur de Rozier y el Marqués de Arlandes, no era el primer intento antes lo habían hecho con animales pero nunca los habían dejado volar. Con los humanos a bordo el globo se elevó 3000 pies (910 m) y permaneció en el aire durante 25 minutos, fue el primer vuelo libre tripulado de la historia. Aterrizó entre los molinos de viento de la Butte-aux-Cailles.
Durante la Revolución Francesa el castillo pasó a se propiedad del estado, que lo dividió en varios lotes que fueron vendidos en una subasta. El castillo regresó a la familia real en 1816, pero una de las alas se entregó al Ministro de Hacienda, mientras que la otra junto a los terrenos fue adquirida por Sébastien Érard que se dedicaba a fabricar pianos. Pianos que usaban Chopin y Liszt.
En 1912 el castillo era propiedad de la familia de Franqueville que la vendió de nuevo en dos lotes, el comprador fue el Barón Henri James de Rothschild, que construirá un nuevo castillo, pero a comienzos de la Segunda Guerra Mundial el castillo lo ocupará la Kriegsmarine y será liberado por el Ejército de los Estados Unidos tras la liberación de París. En 1949 se convierte en la sede de la OECE (Organización para la Cooperación Económica Europea) para ayudar con el Plan Marshall a la recuperación después de la guerra.
Este castillo es más bien pequeño, sería más bien una “maison de plaisance” diseñado para estancias cortas mientras se cazaba en el Bois de Boulogne, en un principio se construyo como pabellón de caza para el Mariscal d’Estrées en 1720. El conde de Artois, hermano de Luis XVI lo compró en 1775, derribó lo que había para reconstruir algo más a su gusto. En esas que su querida cuñada Maria Antonieta apostó que no podría completar su construcción en el plazo de tres meses. El conde de Artois, ganó la apuesta, se construyó en 63 días y para ello se emplearon a 800 trabajadores y 3 millones de francos. En 1777 se celebró una fiesta en honor de Luis XVI y Maria Antonieta, y se dio a conocer un nuevo juego de mesa que parecía un pequeño billar, a este nuevo juego lo llamaron “bagatelle” en honor del conde y de su castillo, este juego fue desarrollando en diversas formas hasta que culminó en la máquina de pinball.
Después de la Revolución, Napoleón I instaló en el castillo a su hijo, el Rey de Roma, luego pasó de nuevo a la familia de los Borbones. En 1835 el conde de Chambord lo vendió al marqués de Hertford. Toda la colección que contenía el palacio, las esculturas, pinturas francesas, muebles y obras de arte acabaron formando parte de la Colección Wallace de Londres.
El duque de Windsor después de su abdicación se instaló en la Villa Windsor junto a Wallis Simpson, la casa se encontraba detrás del jardín de la Bagatelle, estuvieron viviendo allí desde 1952 a 1986, la casa era propiedad de la ciudad de París, pero se la arrendaron a la pareja. Ambos murieron en ella, el duque en 1972 y la duquesa en 1986. Tras la muerte de Wallis, la casa fue devuelta a la ciudad de París, pero ese mismo año apareció un nuevo inquilino, se trataba de Mohamed Al-Fayed, dueño del Hotel Ritz de París y de Harrods en Londres. El alquiler era de un millón de francos al año, sujeto a la condición de que se gastara 30 en renovar y restaurar la casa. Gracias a la reforma que hizo le otorgaron le cargo de Oficial de la Legión de Honor en 1989. El mismo día del accidente que sufrieron su hijo Dodi y Diana de Gales, el 31 de agosto de 1997, estuvieron visitando la casa durante más de media hora. El padre de Dodi Al-Fayed tenía previsto vender mediante subasta las pertenencias de los Duques de York en Sotheby, pero lo paralizó hasta un año más tarde. Cuando al final la llevó a cabo todas las ganancias de la subasta fueron a parar a las Fundaciones y causas benéficas de Dodi Al-Fayed y Diana de Gales.
Tras la derrota de Napoleón en 1814, más de cuarenta mil soldados de los ejércitos británicos y rusos acamparon en el bosque, miles de árboles fueron talados para construir los campamentos y usados como leña. Un año después y hasta la llegada de la Segunda República el Bois de Boulogne quedó vació, lleno de prados con ruinas sombrías, aguas estancadas y sin árboles.
El Bois de Boulogne fue ideado por Napoleón II poco después de dar el golpe de estado pasando de Presidente de la República Francesa a emperador de los franceses. En esa época la ciudad sólo contaba con cuatro parques públicos, los Jardines de las Tullerías, el Jardín de Luxemburgo, el Palais Royale y el Jardin des Plantes, todos en el centro de la ciudad. Durante su exilio en Londres quedó tan impresionado por el Hyde Park, con sus lagos, arroyos y fama entre su conciudadanos que decidió construir dos parques públicos en los bordes oriental y occidental de París donde tanto ricos como pobres pudieran pasearse. Para poder llevar a cabo la obra se financió a cargo de los presupuestos del Estado, y lo complementaron vendiendo terrenos construirles a lo largo del extremo norte del Bois, lo que sería Neuilly.
La construcción del parque era un proyecto de ingeniería enorme que duró unos cinco años, los lagos se excavaron y la tierra se utilizó para crear las islas y las colinas, las rocas fueron traídas de Fontainebleau para realizar la cascada y la gruta artificial. Se creó un nuevo canal para traer agua del rio Ourcq, pero como no fue suficiente se construyó un pozo artesiano con una profundidad de 586 metros que fue excavado en la llanura de Passy, y que producía 20.000 metros cúbicos de agua al día. Este agua se distribuía a lo largo de 66 km de tuberías, con un grifo cada treinta metros, para así poder regar los jardines. Se plantaron 420.000 árboles, entre tilos, cedros, castaños, olmos y especies exóticas como las secuoyas, 270 hectáreas eran de césped y había miles de flores. Para hacer que fuera un bosque natural, decidieron se trajeron unos 150 ciervos que vivirían alrededor del Pré-Catelan.
Se encargó a Gabriel Davioud, que diseñara 24 pabellones y chalets, cafés, casetas, quioscos, las casetas de los guardianes del parque estaban diseñadas como cabañas rústicas, diseñó las grutas artificiales, los bancos de los parques, e incluso las señales de dirección.
En el lugar donde había estado la Abadía de Longchamp, y una vez restaurado el molino de viento que era lo único que quedaba de ella, construyó las tribunas del nuevo hipódromo de Longchamp, en colaboración con el Jockey Club de París, fue inaugurado en 1857.
Durante la guerra franco-prusiana que conllevó la caída de Napoleón III, el parque sufrió algunos daños por el bombardeo de la artillería alemana, el restaurante que había cerca de la Gran Cascada acabó convertido en un hospital de campaña y los animales del parque acabaron en el plato de la hambrienta población.
Pasada la guerra el Bois se convirtió en el lugar de encuentro y paseo más popular de todo París, al que acudían todas las clases sociales, las calles se llenaron de carros, entrenadores y jinetes, más tarde serían las bicicletas y los automóviles, las familias iban a pasar el domingo al campo, a remar en los botes del lago, o a tomar un tentempié en los cafés.
El Bois de Boulogne aparece en la literatura de autores como Flaubert (Educación Sentimental), Émile Zola (Nana), Marcel Proust (En busca del tiempo perdido) y en los cuadros de pintores como Manet, Renoir y Van Gogh.
Como consejo de visita os diré que visitéis los dos parques durante el día, pues cuando oscurece puede llegar a ser peligroso para cualquiera, ya sea turista o local. Para acceder al Bois de Boulogne podéis hacerlo en metro con la Línea 2 y bajar en la porte Dauphine, o con el bus 244.
Como consejo de visita os diré que visitéis los dos parques durante el día, pues cuando oscurece puede llegar a ser peligroso para cualquiera, ya sea turista o local. Para acceder al Bois de Boulogne podéis hacerlo en metro con la Línea 2 y bajar en la porte Dauphine, o con el bus 244.
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