Pero como sólo en la zona nos ha quedado el Monumento a los Descubrimientos, de él hablaremos un poco. Pero no penséis que es de 1940, nada más lejos pues resulta que el Padrao dos Descubrimientos original estaba construido en yeso sobre un esqueleto de madera, y como todo lo que construyeron también estaba previsto que fuera desmantelado, pero como caló tanto en la sociedad portuguesa, en 1965 el monumento fue reconstruido, esta vez en piedra para que fuera eterno.
El monumento en sí tiene la forma de una carabela de piedra, donde están presentes las estatuas de los principales navegantes portugueses. En la proa de la carabela tenemos al príncipe Dom Henriques, al que le sigue el rey Afonso V, Vasco da Gama...
El escudo de Portugal se encuentra a ambos lados y la espada de la Dinastía de Avís sobre la entrada, acompañan a Enrique el Navegante, que sujeta otra carabela, los diferentes héroes portugueses que están muy ligados a los Descubrimientos, también están los navegantes más famosos, algunos cartógrafos y reyes.
Al norte del monumento, en el suelo, hay una rosa de los vientos de unos 50 metros de diámetro. Dicha rosa de los vientos fue un regalo de Sudáfrica en 1960, el planisferio central se encuentra adornado con dibujos de galeones y sirenas, y muestra las rutas de los descubridores en los siglos XV y XVI y los descubrimientos hechos agrupados cronológicamente: 1427 Alores, 1434 Cabo Bojador, 1444 Cabo Verde, 1460 Guinea, 1471 Mina, 1475 Santo Tomé y Príncipe, 1483 Congo y Angola, 1488 Cabo de Buena Esperanza, 1497 Natal, 1498 Quelimane, 1498 Calicut, 1500 Madagascar, Terranova y Porto Seguro, 1502 Cananea, 1505 Ceilán, 1507 Ormuz, 1509 Damao y Malaca, 1511 Pegu, 1512 Molucas y Timor, 1514 Río de la Plata y Río Perla (China), 1516 Río Ganges y por último Palau en 1525.
La mejor forma para verla es desde el mismísimo Padrao dos Descubrimientos, al que podremos acceder a través del ascensor o de las escaleras. Las vistas desde el mismo son espectaculares, ya sea mirando hacia la ciudad o hacia el río Tajo.
A unos 180 metros del margen derecho del Tajo, el rey don Manuel I mandó edificar el Castelo de San Vicente a par de Belém, y que actualmente conocemos como la Torre de Belém. En el lugar que había escogido su padre, Don Juan II para construir la muralla del Restelo...
La obra fue diseñada por el arquitecto francés Diogo Boitaca, pero fue ejecutada por el portugués Francisco de Arruda. Para ello utilizó piedra de sillería, iniciándose las obras en 1515, y finalizándolas unos cinco años más tarde. Está considerada como uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura militar jamás construidos. En este lugar es donde por primera vez apareció la cruz de Cristo, en su versión griega, hecho que ha pasado desapercibido y que nos remite al significado de la misión ecuménica de la Orden de Cristo en Oriente, de esta manera se manifiesta el orientalismo del arte manuelino.
Cada garita, menos una, está sostenida por un toro alado, el emblema de la fuerza vital y de la potencia viril que el centinela debía poseer frente a posibles enemigos.
En portugués toro es “boi” y dicha palabra está en apellido de Diogo Boitaca, una manera tal vez de firmar la obra?
En la fachada norte de la torre hay la imagen de un rinoceronte, según la tradición el sultán de Cambaia regaló a Don Manuel I. En 1517, en la playa que hay justo delante de la torre, hicieron que el rinoceronte se enfrentara con un elefante, pero no salió como esperaban, el elefante inteligentemente huyó por la playa. Más tarde el rinoceronte acabó siendo enviado al papa León X, pero durante el viaje hasta Roma, el rinoceronte fue de bolos, la comitiva se detuvo en Francia para que el rey Francisco I pudiera admirarlo. Pero el viaje fue largo, y cuando lo trasladaban vía marítima el animal murió, entonces decidieron disecarlo y obsequiarlo igualmente a su destinatario.
Ahora lo que nos queda es la Torre de Sao Vicente de Belém, coloquialmente la Torre de Belém. Formada por dos cuerpos, uno es el patio amurallado y el otro la torre del homenaje. Ésta última, de forma cuadrangular, se levanta en tres pisos y una azotea, a los que se sube a través de una escalera de caracol. En su origen las tres salas de la torre albergaban la residencia del alcaide mayor, el comandante de la guarnición militar. El patio amurallado, parece la proa de una nave, tiene la forma de un hexágono irregular. Para acceder al conjunto de la torre debemos hacerlo a través del pórtico que tiene un arco de medio punto, encima del cual se puede contemplar el escudo real y las esfera armilares, los símbolos emblemáticos del Arte Manuelino. En la decoración de la torre abundan los elementos naturalistas y heráldicos, los típicos cordones tallados y algunos detalles muy originales, como un rinoceronte esculpido.
En el interior del patio se sitúan las casamatas, que están cubiertas por unas robustas bóvedas de crucería, con estrechas aberturas en sus muros donde se colocaban las piezas de artillería. Debajo de dichas casamatas estaban los polvorines, que, cuando era necesario se transformaban en mazmorras. Si buscáis el rinoceronte que anteriormente hemos mencionado, tenéis que saber que lo encontraréis en una de las garitas cubiertas por cúpulas, situadas en los ángulos del patio fortificado. El exterior de la torre está decorado de forma majestuosa, a la altura del primer piso, en el lado sur, se abre un balcón con siete arcos y una balaustrada enrejada que tiene encima el escudo real. En el lado norte, en las esquinas, sobresalen dos garitas con las imágenes de San Miguel y de San Vicente (patrón de la ciudad) para rendirles homenaje. Desde la azotea de la torre si puede disfrutar de una maravillosa panorámica del río y de toda la zona de Belém.
Ahora la torre se encuentra en tierra firme, pero cuando fue construida se encontraba totalmente rodeada de agua, pero al encenagar el río, y algunas obras más que se hicieron en el río le dieron su posición actual. Durante el periodo entre 1580 y 1640, el conocido reinado “Filipino”, cuando reinaron en Portugal los reyes españoles, Felipe II, Felipe III y Felipe IV de España (en Portugal son Filipe I, Filipe II y Filipe III de Portugal, es decir un número menos), estos reyes pensaron destruir la Torre de Belém y sustituirla por una fortificación más grande, por suerte no fue así.
Durante la invasión francesa del siglo XIX, la torre fue bastante maltratada por los invasores, en 1846 el último gobernador, el Duque da Terceira, mandó que se restaurara el monumento. En 1983 la Unesco la clasificó como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Toda esta zona está muy bien para pasear tranquilamente, ya sea en bicicleta, patines, segways, e incluso andando o corriendo, desde aquí podemos contemplar el magnífico Teixo, y la increíble luz que desprende la ciudad de Lisboa, pero si queréis disfrutar un poco de las plantas y la vegetación mejor que os dirijáis hacia el Jardín Botánico Tropical, que se encuentra bastante cerca, casi al lado del Monasterio de los Jerónimos. Se trata de un jardín de unas 7 hectáreas que se creó en 1906 por Real Decreto, como complemento a la educación, un centro de estudio e investigación del que pueden disfrutar todos los lisboetas tal y como nos explican en este enlace de la página sieteLisboas.
Al lado mismo se encuentra el antiguo palacio de los Reyes, conocido popularmente como "el Leoneiras", este apodo lo recibe del emblema del león, que combina sabiduría y poder. Ahora es el palacio presidencial y si queréis saber si el presidente se encuentra en palacio, tan solo tenéis que comprobar si el estandarte verde con el escudo nacional está izado o no, si está en lo alto, el presidente está en el palacio. El tercer domingo de cada mes, a eso de las 11 de la mañana se realiza el Relevo Solemne de la Guardia de Honor del Palacio; en la Plaza de Alburquerque los sábados el museo realiza visitas guiadas al palacio.Este palacio se construyó en 1559, por el hidalgo don Manuel de Alburquerque, y posteriormente pasaría a manos de los Condes de Aveiras allá por el siglo XVII. A principios del siglo XVIII, el Rey Juan V adquirió el palacio con el oro proveniente de Brasil, y lo renovó y amplió tanto el palacio como sus exteriores añadiéndole una escuela de equitación (el actual Museo Nacional des Coches), aunque adaptó su interior para poder dar rienda suelta a sus conquistas amorosas con una cierta discrección. En este palacio es donde el rey José I y familia se encontraban viviendo cuando sucedió el terremoto de 1755, sobrevivieron al mismo pero el rey cogió tanto miedo que se pasó varios años viviendo en las tiendas que habían plantado en los jardines, mientras el edificio principal se usaba como hospital de campaña.
En este palacio, durante la recepción que se daba en honor al presidente del Brasil, el 2 de octubre de 1910, el rey Manuel II se enteró de que había sido depuesto y que había triunfado la revolución, Portugal dejaba de ser una monarquía. Pero el palacio no se perdió, pues se utilizó para ser la sede de la presidencia de la república, eso sí los presidentes estaban obligados a pagar un "alquiler" al estado para poder residir en el palacio, una manera de dejar claro que alojarse en el palacio no daba derechos "reales"...
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