En el Lazio, cerca de Roma hay unos cuantos pueblos o ciudades a los que se consideran "città fantasma" o "città morta", es decir son pueblos en los que ya no vive nadie o casi nadie; que en un inicio hace muchos siglos se consideraban unas ciudades prósperas, situadas en puntos estratégicos pero que el paso del tiempo ha hecho que se conviertan en ciudades muertas. Una de ellas está a una hora de Roma, se trata de Monterano, para ir a verla lo mejor es coger la carretera SS493, a 57 km nos encontraremos con una ciudad que después de ser abandonada se convirtió en escenario para películas, como Ben-Hur, o series de televisión italianas como Freccia Nera.
Los restos de la antigua ciudad de Monterano, nos muestran que en su época era un pueblo más bien próspero, pues contaba con tres iglesias un poderoso edificio señorial, en la que participó Bernini. Un convento, una escuela, un acueducto , unos cuantos graneros... y a la que se accedía mediante tres puertas. Probablemente su origen fuera etrusco, luego pasó a manos de los romanos a los que siguieron las invasiones de los bárbaros en el siglo VII. Manturanium, que era así como aparece en las antiguas crónicas del obispado del ducado romano, ya que pertenecía a la diócesis romana. En el año 954 el papa Agapito II donó la finca de la diócesis a la Abadía de San Pablo Extramuros de Roma.
Monterano era muy famosa por su producción de vino, un vino que estaba reservado para la mesa de los papas, entre ellos Pablo II y Pablo III, que siempre lo degustaban en sus comilonas. Hacia finales del siglo XIII había dos señores en la ciudad, Gentile de Monterano que compartía derechos y propiedades con al familia Anguillara. Más tarde sería la familia Orsini la que se encargaría de explotar la riqueza mineral de alumbre que había en la zona. En 1671 pasa a manos de la familia Altieri, que se encargará de reestructurar la ciudad y embellecerla, dándole la estructura actual. Pero la ciudad empezó a perder población en el siglo siguiente, sobre todo debido a la malaria, que en ese momento estaba asolando media Europa, además en 1798 los soldados franceses decidieron atacarla e incendiarla, así que a los pocos que quedaban no les quedó más remedio que refugiarse en la vecina Canale.
Monterano tenía tres puertas, dos de las cuales aún son visibles en la actualidad, la puerta principal, por la que se entraba directamente al castillo Altieri, prácticamente ha desaparecido. Era la "Porta Romana" pues era la que tomaba dirección hacia la carretera que llevaba a Roma. La segunda puerta era la "Porta Pradella", que era utilizada para llevar los rebaños hacia el valle del Bicione. Hoy en día, está cubierta por zarzas, aún podemos observar las huellas en el suelo, sobre los adoquines de silícea que habían formado parte de la cercana Vía Clodia.
La tercera puerta, era la entrada que llevaba al convento, situado en una llanura fuera de las murallas de Monterano.
Angelo Altieri, propietario del castillo y del pueblo planeó la construcción de un importante centro religioso cercano al castillo y al pueblo, el proyecto fue encargado a Gian Lorenzo Bernini que completó en tan sólo dos años. El convento fue destinado a los Padres del Convento de las Escuelas Pías, pero diez años más tarde fueron los frailes agustinos descalzos los que se instalaron en él para dar asistencia médica a los habitantes de Monterano. El convento y la iglesia se dedicó a San Buenaventura, de planta central tiene cuatro capillas con bóvedas de crucería, originalmente tenía dos campanarios y un techo cubierto por una linterna octogonal, las capillas fueron adornadas con obras de arte y reliquias. Delante de la iglesia había una fuente octogonal, la que se ve en la actualidad es una copia, la original se encuentra en la Piazza del Comune. Cuando sales de los callejones del pueblo y ves la forma cuadrada de la iglesia de San Bonaventura, cuyas proporciones creadas por Bernini intentan conseguir el mismo efecto que el de la columnata de San Pedro de Roma, hechas por el mismo autor.
No es lo único que Bernini hizo en el pueblo, pues también se encargó de la fuente del león, situada en la fachada sur del castillo; el león era el símbolo heráldico de Paluzzo Albertoni y Gaspare que se había casado con Laura Caterina Altieri y por eso está colocado en lo alto. Para construir la fuente, utilizó un espolón de roca, y el agua se canalizaba a través de un tanque formado por rocas en arrecife que formaban una cascada.
Otro punto interesante para visitar es el castillo, que se encuentra en la parte más alta de la colonia. En el siglo VIII, era una fortaleza inexpugnable. Recientes excavaciones has sacado a la luz los establos, la cocina, la despensa y la bodega en lo que sería la zona de servicios del castillo; en otra zona encontramos la zona donde vivía el príncipe, con sus aposentos, la planta principal con su chimenea y grandes ventanales que se asoman a la plaza. No penséis que el príncipe de Altieri residió siempre en este castillo, prefería el palacio Oriolo, que le parecía más cómodo. Incluso los Orsini, los nuevos propietarios nunca vivieron en él. Las torres que rodeaban al castillo, fueron construidas después de la aparición de la pólvora, pero se fueron remodelando con el paso del tiempo.
De Monterano podemos llegar a través de la SS493 hasta Civita de Bagnoregio. Situada a una hora y veinte minutos nos encontraremos con otro pueblo fantasma. Aquí durante todo el año suelen vivir una decena de personas, que se encargan de que no pierda su encanto. Para acceder a ella debemos cruzar un puente que se construyó en 1965, hay que cruzarlo andando, pues sólo los que viven en Bagnoregio y en determinados momentos están autorizados a cruzarlo en bicicleta o motocicleta, pues un vehículo de cuatro ruedas no cabe.
Fundada por los etruscos hace más de 2500 años, se accedía a la antigua aldea a través de 5 puertas, aunque actualmente sólo se puede acceder por la puerta de Santa María o della Cava. En tiempos etruscos era una ciudad próspera, situada en un lugar estratégico para los negocios al estar cercana a las carreteras más importantes de la zona.
La entrada principal al recinto es un pasillo de piedra excavada por los etruscos, se encuentra decorado por un arco románico del siglo XII. Cuando pasamos a través del portal nos encontramos en un publecito medieval.
La culpa de este aislamiento la tiene la erosión gradual que sufre la colina y el valle que la circunda, es por ello que en los carteles que nos indican el camino a seguir se lee "Civita il paese che muore" el suelo que hay bajo ella parece un enorme queso suizo con agujeros, es un laberinto de bodegas antiguas en las que se almacenaba el vino, junto a cisternas que recogían el agua de lluvia. Hay un túnel pre-romano debajo de la ciudad que se agrandó para utilizarse como refugio antiaéreo durante la Segunda Guerra Mundial.
Como ya hemos dicho, hay restos etruscos, en la iglesia hubo un templo que acabó transformándose en uno romano, y que acabaría siendo la iglesia católica actual. Las muestras de esos templos paganos las encontramos fuera de la puerta de la iglesia, son los restos de las columnas.
La plaza principal es el orgullo del pueblo, lugar donde se realizan las fiestas y procesiones, incluso carreras de burros salvajes se celebran en junio y en septiembre. Cercana a la iglesia de san Donato, estaba el palacio episcopal. También hay un molino del siglo XVI, una necrópolis descubierta en la roca por debajo del mirador de San Francisco Vecchio, o la cueva de San Buenaventura, donde san Francisco de Assis salvó al pequeño Giovani Fidanza, el que se convertiría más tarde en San Bonaventura.
En el 774 los francos expulsaron a los lombardos y decidieron regalar la ciudad conquistada a los Estados Pontificios. En 1695 un terremoto dañó terriblemente las casas y el acceso al pueblo, es por ello que la mayor parte de la población se marchó a los pueblos de alrededor. Las que quedaron en pie son las que podemos ver en la actualidad, un poco restauradas y llenas de flores y plantas para embellecer aún mas el pueblo.
Aunque no os lo creáis podéis alojaros en el Civita B&B situado en la plaza del pueblo, en el está el Antico Forno un lugar ideal para deleitarse con las típicas Bruscettas
eso sí tendréis que ir cargando con las maletas hasta el lugar porque el coche no llegara a la puerta.
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