Lisboa, 8 de julio de 1940, justo dos semanas después de que las tropas de Hitler hicieran su entrada en París, llega a la ciudad un diplomático español. Se le recoge con mucha urgencia en el mismo aeropuerto, esperando a que salga de la terminal, se encuentra el chófer del mismísimo duque de Windsor. El duque, se encuentra alojado desde hace algunos días en Cascais. Está en la casa del banquero más poderoso de Portugal. Nuestro diplomático se llama Francisco Javier Bermejillo, aunque le apodan “el Tigre” por su eficacia. Va en misión secreta, a una ciudad fantasmal llena de espías británicos y alemanes, que comparten espacio con miles de refugiados que, exhaustos, esperan durante semanas en los cafés el visado que les sacará por el único lugar posible, y que aún queda abierto, de las tragedias de la guerra que está asolando Europa.
Portugal es neutral, o eso dicen; el que ostenta el poder en el país es un dictador, António de Oliveira Salazar, un hombre siniestro que lleva en el poder desde 1932 y se ha empeñado en que su país sea neutral, más que nada por que ve que puede ser una manera bastante lucrativa de salir de la pobreza en la que vive el país.
Salazar es un hombre inteligente, astuto, pragmático, y cruel que no duda jugar durante toda la guerra con dos barajas, mostrando a cada bando ya fueran los aliados o a los nazis, aquellas cartas que más le convenían en cada caso. La ciudad, olvidada desde hace tiempo por media Europa, se vuelve en una encrucijada importante y necesaria para esos peligrosos tiempos que se están viviendo. Es por ello que en Lisboa nos encontramos con personajes extraños, agentes dobles, y porque no triples, judíos que huyen de la guerra, refugiados desesperados por dejar atrás los horrores del nazismo, millonarios que aprovechan para comprar a los que huyen obras de arte a precios de ganga, e incluso miembros de la casa real británica.
En esta Lisboa aterriza Bermejillo, (para nosotros Tigre, que queda más interesante!) para trabajar en la denominada Operación Willy, un plan del Ministerio de Asuntos Exteriores Alemán y, que consistía en atraer a la causa nazi a Eduardo VIII, el rey de Inglaterra durante apenas 325 días, pues ya sabéis que acabó abdicando en diciembre de 1936 para así poder casarse con la divorciada Wallis Simpson.
El duque de Windsor, proveniente del sur de Francia, donde pasaba largas temporadas, y tras pasar por Madrid (donde conoció al señor Bemejillo), tenía previsto, quedarse un par de noches en Portugal para después llegar a Londres en hidroavión.
El mismo Winston Churchill, conociendo las veleidades pro-alemanas del hermano del rey de Inglaterra, y convencido de que los servicios secretos nazis tramaban algo, trató de apresurar la salida del duque. Pero éste, decidió quedarse más tiempo en la lujosa residencia que tenía en Cascais don Ricardo Espírito Santo, dueño del banco más importante de Portugal.