En el último post sobre la historia de Londres, nos quedamos en que Juana de Arco puso en su sitio al rey inglés, y como agradecimiento, los franceses acabaron quemándola en la hoguera.
Saltamos unos años en el tiempo y nos plantamos en 1455, las dos ramas dinámicas que hay en la familia Plantagenet se enfrentan en la llamada “Guerra de las Dos Rosas” la rosa roja de los Lancaster, contra la rosa blanca de los de York. El rey cuestionado era Enrique VI, que se disputaba la corona con el rebelde duque Eduardo de York, que acabó venciendo y coronándose en 1461 como Eduardo IV.
La Guerra de las Dos Rosas, engloba a varias guerras civiles dinámicas que se desarrollaron a lo largo de casi treinta años. La Guerra de las Dos Rosas es el nombre bajo el que se engloban varias guerras civiles dinásticas que tuvieron lugar en Inglaterra entre 1455 y 1485. En ellas se enfrentaron las casas de Lancaster y York.
El rey cuestionado era Enrique VI, y el rebelde de turno era el duque Eduardo de York, que acabó venciendo y coronándose en 1461 como Eduardo IV. Pero no todos los nobles anglosajones aceptaron su reinado, como fueron el Duque de Buckingham, o los condes de Oxford y Shrewsbury que continuarán fieles a la casa de Lancaster.
Durante su reinado en una trastienda a la sombra de la Abadía de Westminster, se imprime el primer libro en inglés. El propietario del taller es William Caxton, un mercader y escritor que aprendió el secreto de la imprenta en Alemania, donde se había inventado ya hacía 40 años. Hasta entonces, los libros eran raros y muy caros, porque los sacerdotes y los monjes tenían que escribir las palabras a mano. Las prensas de Caxton podían imprimir mil libros en el mismo tiempo en que se tardaba en copiar un ejemplar a pluma. En el Victoria and Albert Museum lo encontraremos en la fachada tal y como se ve en la foto.
Regresemos a la historia, el principal problema de Enrique no eran estos condes, sino su propio hermano, Ricardo. Ricardo era siniestro, y se hizo cargo de la regencia del reino, pero no tenía suficiente con regentarlo, para acceder a la corona no dudo en quitarse de en medio a sus dos sobrinos, mandándolos asesinar en la Torre de Londres. Su ascenso al trono como Ricardo III produjo tal indignación en los nobles, encabezados por Enrique Tudor líder de la rama ilegítima de los Plantagenet. Enrique llevó a cabo una rebelión contra el rey, a pesar de que Ricardo extendió una ola de terror sobre todo aquel que intentará ayudar a los rebeldes. Al final consiguieron vencerle y darle muerte en combate en 1485.
Y quien fue entonces el que se ciñó la corona sobre su testa, como no el rebelado Enrique Tudor, que reinará con el nombre de Enrique VII.
Durante su reinado en una trastienda a la sombra de la Abadía de Westminster, se imprime el primer libro en inglés. El propietario del taller es William Caxton, un mercader y escritor que aprendió el secreto de la imprenta en Alemania, donde se había inventado ya hacía 40 años. Hasta entonces, los libros eran raros y muy caros, porque los sacerdotes y los monjes tenían que escribir las palabras a mano. Las prensas de Caxton podían imprimir mil libros en el mismo tiempo en que se tardaba en copiar un ejemplar a pluma. En el Victoria and Albert Museum lo encontraremos en la fachada tal y como se ve en la foto.
La zona de Westminster era la parte noble de Londres, la ciudad se encontraba a unos dos kilómetros. Westminster nació a orillas del Támesis, en un terreno pantanoso. Se cree que en este lugar fue donde el rey de los Sajones, Sebert, fundó la iglesia de San Pedro, posiblemente en el año 604 d.C. El mismo año en que su tío, Adalberto, fundó la de San Pablo en Ludgate Hill, en la City. Westminster nació mil años después de la City, Eduardo el Confesor fue quien la puso en el mapa. Construyó un palacio, un gran monasterio y una abadía. Guillermo el Conquistador y sus sucesores afirmaron su papel real, religioso y político de Westminster.
El Palacio de Westminster es conocido como las Houses of Parliament, es decir es el parlamento, con su símbolo más conocido, el Big Ben.
Y quien fue entonces el que se ciñó la corona sobre su testa, como no el rebelado Enrique Tudor, que reinará con el nombre de Enrique VII.
La dinastía Tudor ya estaba fundada, y el nuevo rey para evitar nuevos enfrentamientos decidió unir las dos ramas de la familia casándose con Isabel de York, y como muestra de buena voluntad para simbolizar esta unión su emblema se transformó en una rosa de diez pétalos, cinco blancos y cinco rojos en el centro del borde exterior uniendo así la casa de Lancaster con la de York.
Los reyes de la casa Tudor, marcaron una época de esplendor que convertirá a Inglaterra en la primera potencia europea y a su capital en una metrópolis cosmopolita. Se crearon una religión a su medida, y una flota naval que se consagró como la “reina de los mares” y como no el estilo Tudor y el teatro Isabelino. Los buenos tiempos comenzaron con Enrique VII, que participó en nuevos y fructíferos negocios ayudando al florecimiento económico de la ciudad. A éste le sucedió Enrique VIII, más conocido por haber tenido seis esposa y por sus peleas con el papado, que por su gobierno del país.
A Enrique esta condición no le supone un problema, me divorcio de Catalina y ya está. Hay, pero con el Papa hemos topado, la Santa Madre Iglesia no permite la anulación del matrimonio, pero eso no significa nada para el rey: que no me anulas el matrimonio, pues me monto mi propia iglesia según me convenga. Así nació la iglesia Anglicana, y para no tener que rendir cuentas a nadie decide que él será la cabeza de la iglesia. A Catalina la desterrará al castillo de Kimbolton, eso sí seguirá manteniendo el título de reina y se casa con Ana Bolena, con la que tendrá a su hija Isabel.
En los años siguientes, el rey esperará con creciente impaciencia el nacimiento de un varón, al tiempo que perderá interés por su esposa. Ésta se había ganado la hostilidad de los miembros más influyentes de la corte debido a su carácter caprichoso y arrogante, lo que la dejará sin apoyos políticos cuando su matrimonio entra en crisis. La reina intentará apartar del afecto del rey a María, hija de Catalina de Aragón, le prohibirá relacionarse con sus parientes (incluida su madre, a la que nunca volverá a ver), la despojará del título de princesa y la humillará nombrándola dama de compañía de su hija Isabel. En 1534, Ana tuvo un aborto y, en enero de 1536, dio por fin a luz a un niño que, sin embargo, murió a las pocas horas, lo que significó su definitiva caída en desgracia..
Muerto el rey, le sucede en el trono el hijo que tuvo con Juana Seymur, Eduardo VI tiene tan sólo diez años, así que será su tío el duque de Somerset el que gobernará en su nombre como regente. No llegará a reinar pues fallece a los 16 años, le sucederá su hermana mayor María, la hija de Catalina de Aragón. María practica la fe católica, y se casará con el infante Felipe hijo del emperador Carlos V, que no tardará en asumir el trono de España como Felipe II.
María reinstaurará la fe católica en el país, cosa con la que no estarán muy de acuerdo algunos; habrá levantamientos y rebeliones contra la reina. Algunos aprovecharán el nombre de Isabel, (la hermanastra de la reina, hija de Ana Bolena) para implicarla como inspiradora de la misma sin consultarla. La pobre Isabel acaba encerrada en la Torre de Londres primero y luego la recluirán en Woodstock. María se cabrea sobre manera y desata una encarnizada y brutal represión contra todo aquel que sea sospechoso de no aceptar el catolicismo.
La despiadada reina muere en 1558, no sin antes declarar la guerra a Francia para apoyar a Felipe II. Su reinado fue corto pero muy sangriento, es por ello que la apodaron “Bloody Mary” (María la Sangrienta). Apenas se conoce la muerte de la reina, Isabel es liberada y coronada con grandes fastos, los ingleses tienen la esperanza de que haya heredado el buen manejo del reino, tal y como lo hizo su padre.
De Isabel I, hablaremos en un siguiente post pues de una “reina vírgen” hay mucho que decir…
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