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lunes, 28 de noviembre de 2016

La Vía Francígena

La Vía Francígena podría considerarse una de las primeras autopistas de Europa, pues cruza de Norte a Sur parte de Europa. Y todo gracias a que un monje llamado Sigerico, cuando entrado ya en la cuarentena, cosa un poco difícil en la Edad Media pues hay que considerar que la esperanza de vida por aquel entonces era más bien baja; fue nombrado Obispo por el papa Juan XV

Para celebrarlo se le ocurrió calzarse sus sandalias y un pequeño atillo a su espalda para ir desde Canterbury, ciudad donde residía hacia Roma donde sería investido obispo. La verdad es que el hombre consiguió hacer el recorrido en tan sólo 80 días, para ello recorrió lo que ahora conocemos como la Vía Francígena, unos 1600 kms realizando unos 20 kms al día. 

Teniendo en cuenta que era el año 990, fue una proeza ir de Canterbury a Roma y luego volver al punto de origen.
Además el hombre tuvo tiempo de narrar su recorrido en un diario, conocido como los “Itinerarios de Sigerico”, donde relata el recorrido que realizó a través de 80 localidades con un detalle y precisión tal que se convirtió en un referente para muchos otros peregrinos, que conocían la hazaña del abad gracias al boca a boca pues hay que recordar que aún queda mucho para que la imprenta sea inventada.
By Paulusburg [CC BY-SA 4.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons

Estamos en el año 990, en plena Edad Media, en unos 10 años está previsto el fin del mundo y el fervor religioso está en su máximo apogeo. La hazaña de Sigerico contribuyó a que muchos creyentes decidieran hacer la misma peregrinación, llegó a tener tal fama que eclipsó por un tiempo la peregrinación a Santiago de Compostela, tanto que incluso comerciantes, banqueros y escritores decidieron recorrerla para llegar a Roma.

Es así, gracias al boca a boca y a los trovadores que la Vía Francígena se convierte en un canal de comunicación que unirá culturalmente el continente europeo medieval. De ser una ruta de peregrinos se transformará en un ruta comercial de las especias, de la seda y de las mercancías provenientes de oriente y que van destinadas a los mercados del norte de Europa. Con esta nueva utilización de la vía, ésta recibió el nombre de la Vía Romea.

El trayecto original, desde Canterbury hasta Roma, constaba de 1600 km y la dificultad del recorrido suponía en sí mismo una penitencia. El recorrido empezaba en Canterbury, y seguía por Dover, se atravesaba el Canal de la Mancha hasta Calais, luego se seguía hacia Wissant, Arras, Laon, Reims, Châlons-en-Champagne, Bar-sur-Aube, Langres, Champlitte, Besançon, Pontarlier, Lausanne, Martigny, Gran San Bernardo, Aosta, Ivrea, Vercelli, Pavia, Fidenza, Pontremoli, Sarzana, Carrara, Pietrasanta, Lucca, San Gimignano, Siena, Radicofani, Bolsena, Viterbo y Roma. 

El recorrido a pie exponía a los peregrinos a todo tipo de peligros, animales, temperaturas, intemperie, etc. motivo por el cual a lo largo del eje de la Francígena se desarrollaron las primeras aldeas y posteriormente ciudades, como Siena o San Gimignano, así como otros burgos llenos de obras artísticas más o menos importantes.

Hay otra ruta que forma parte de la Vía Francígena, pero ésta parte de Roma, y va hacia el sur, en dirección a Jerusalén otro lugar de peregrinaje. Ésta ruta pasa por Castel Gandolfo, Maddaloni, Barreta, Bari y Brindisi desde donde hay que cruzar el Mediterráneo para llegar a Tierra Santa.

Hoy en día la Vía Francígena italiana nos conduce a través de distintas regiones: Lacio, Toscana, Emilia Romaña, Liguria y Piamonte, y goza de una gran celebridad en parte debido a un nuevo impulso espiritual, en parte a la valorización llevada a cabo por las instituciones europeas. Desde 1994, de hecho, la Vía Francígena ha sido declarada “Itinerario Cultural” por parte del Consejo de Europa.

La Vía se olvidó en el tiempo hasta que un arqueólogo italiano, Giovanni Caselli, especialista en en arqueología de caminos y rutas, en 1985 empezó a interesarse por los itinerarios europeos que llevaban a Roma, así que se centró en este eje en medio de Europa que une el Mar del Norte con la antigua capital del mundo, Roma. 

Desde los años 80 y después de que el Consejo de Europa declarase el Camino de Santiago como el primer itinerario cultural europeo, comienza la fiebre de las peregrinaciones. En un principio eran tan sólo un centenar los que llegaban a Santiago y solicitaban la Compostela, a finales de la primera década del nuevo milenio, es decir en el 2010, los peregrinos se acercan a los 200.000. Es por ello que hay mucho interés en que la Vía Francígena se convierta en un nuevo Camino, interés por parte de las autoridades, de la iglesia y como no, del negocio que conlleva por allá donde pasa. 

La ruta actual no está acondicionada en su totalidad, tal y como lo está la del Camino de Santiago. Cada tramo está en manos de los intereses turísticos y económicos de las regiones por donde pasa. Por ejemplo cada región por la que pasa por Francia, se encarga de balizar y señalizar el tramo de camino lo que puede resultar difícil para encontrarlo, si no hay una unidad en la señalización. 

Tampoco es que haya mucho escrito sobre esta vía, hay algunos libros que han escrito sobre ella, pero no tocan toda la Vía Francígena, más bien son tramos específicos los que se recorren. Por ahora tan sólo Italia se ha preocupado por recuperar el trazado de la Vía, es por ello que sólo se la considera la Vía Francígena la que se desarrolla por el territorio italiano, desde el Valle de Aosta hasta Roma.

Volvamos a su historia, a finales del primer milenio, eran muchos los peregrinos que atravesaban Europa para llegar a la tumba del apóstol San Pedro en Roma, y muchos seguían camino hacia Tierra Santa, cuyo destino final era la ciudad santa de Jerusalén. Tal importancia tenían dichas peregrinaciones que se crearon las llamadas “vías de la fe”, en las que había lugares donde pararse a descansar, con aldeas y abadías que acogían a los peregrinos.


Y ¿porqué la llamaron Francígena? y no la ruta de San Pedro, como si que se hizo con la del apóstol Santiago. La razón es muy simple, porque procedía de las vías “desde las tierras de los Francos”. Se accedía a Italia a través de los Alpes, siguiendo las calzadas romanas, en concreto la Vía Apia.

El tramo más conocido es el Italiano, que tiene una longitud de 945 km. el promedio diario suele ser de unos 20 km andando al día, o 60 km en bicicleta. Es decir que como mínimo se tardaría un mes y medio a pie o quince días en bicicleta . Es por ello que se suelen hacer tramos separados, según la región donde nos encontremos, ya que no todo el mundo dispone de tanto tiempo de vacaciones.


La primera etapa de la Vía Francígena en Italia empieza en la localidad de Gran San Bernardo, ya en tiempos de los romanos, este puerto de montaña  era conocido como Puerto de Monte Jupiter, pues en él se edificó un templo dedicado a Jupiter Penino. Este paso constituye una importante vía de comunicación a través de los Alpes entre Suiza e Italia. En el año 1035 una congregación de canónigos regulares, cuyo principal valedor era Bernardo de Menthon, decidió construir sobre el antiguo monasterio del Monte Jupiter, un hospital de peregrinos, con el fin de recobrar, asistir y proteger a los numerosos viajeros que empezaron a seguir los pasos del Abad Sigerico. Una de las tareas principales de dicha comunidad era la crianza de perros para la defensa de los peregrinos, hoy es la conocida raza de San Bernardo. Los perros San Bernardo viven junto al Hospicio del Gran San Bernardo, y se siguen criando como perros de rescate en aludes. En la actualidad su crianza no se hace en el hospicio, sino en el pueblo de Martigny, pero podemos contemplarlos durante el verano y hacer excursiones junto a ellos y como no visitar la Fundación Barry, que nos cuenta la historia de la raza y de uno de los perros más emblemáticos, Barry, que llegó a salvar a 40 personas y como homenaje la fundación lleva su nombre.


Después de la visita del Hospicio y de los perros San Bernardo, podemos empezar el camino hacia los pueblos de Saint-Rhémy, Saint-Leonard, Saint-Oyen, Etroubles para acabar en Echevennoz donde se encuentra el albergue. Para ello rodearemos el lago del Gran San Bernardo por la carretera que lleva el mismo nombre, para luego coger la SS27, en esta zona esta el bus 422 que te lleva hacia Echevennoz lo digo por si no apetece hacerse un puerto tan largo en el caso de que haya mal tiempo, o niebla.  Andando son unos 14,9 km.

La segunda etapa va de Echevennoz hacia Aosta, tiene una distancia de 13,6 km y se realiza en unos tramos que bordean los pequeños canales artificiales, conocidos como “rus” y que mezclan el agua de los torrentes y los lleva hacia los campos que están cultivados, pasaremos por los pueblos de Etroubles, Gignod…

Aosta es una ciudad tranquila y pequeña, que se puede visitar en un día tranquilamente, pero no por ello debemos olvidarnos de todo lo que tiene, pues tener tiene desde monumentos prehistóricos, romanos y medievales. En cuanto a su riqueza de monumentos romanos a la ciudad la han bautizado como la Roma de los Alpes, y todo gracias a sus fundadores que en el siglo 25 a.C. la llamaron Augusta Pretoria y la convirtieron en el centro de una de las mayores carreteras que llevan hacia Francia y Suiza.

En Aosta vale la pena hacer una parada más bien larga, para así visitar la Catedral de Santa Maria Asunta e San Giovanni Batista. Es el resultado de los más de 16 siglos de historia que ha vivido, desde sus comienzos como una iglesia paleo cristiana, pasando por el Románico, el gótico, para acabar con trazas barrocas y neoclásicas.

Teatro Romano-autor Roberto Maggioni
En cuanto a monumentos romanos tenemos el puente, del siglo I a.C. y que servia para cruzar el Torrente Buthier, ahora ya no hay torrente ya que después de una inundación se cambió su curso. También tenemos un arco triunfal, y como no, como todos los arcos, pertenece al mismo emperador, a Augusto. El arco se encuentra en una plaza donde empieza la calle principal de la ciudad y donde podemos encontrar la mayoría de tiendas y comercios, tiene ocho metros de ancho y capiteles corintios, probablemente se encontraba adornado con relieves que narraban las hazañas bélicas de los ejércitos de Augusto en su lucha contra las tribus alpinas.

También está la Puerta Pretoria, que daba acceso a la ciudad romana, tenía dos arcos paralelos, cada uno con tres pasajes, el central era para los carros y los dos laterales para los peatones. Aún se pueden ver los pedazos de mármol que solían cubrir las fachadas de todos los monumentos,  así como unas ranuras por las que pasaban las rejas que cerraban el acceso a la ciudad durante la noche, a los lados de la puerta quedan algunos restos de las murallas romanas.

Si seguimos con los monumentos romanos debemos hacerlo por el Foro Romano y el Criptopórtico, para llegar hasta él lo haremos desde el jardín de la plaza que hay frente a la catedral. el foro era el centro público, religioso y comercial de la ciudad y sus alrededores. El Criptopórtico es una larga galería que prolongaba el pórtico del foro, y servía para protegerse de las adversidades meteorológicas. Este lugar fue usado como granero militar durante mucho tiempo.
Después de largas restauraciones se puede ver la fachada meridional del Teatro Romano. Éste era un edificio público muy grande, se cree que llegó ha albergar a 3000 personas. La fachada mide 22 metros de alto , tiene 4 hilas de arcos sobrepuestos . La verdad es que parece más un acueducto que lo que en realidad es, además gracias a la restauración se libró de tener al lado construcciones que se habían adosado desde la Edad Media.

Dejando atrás a los romanos, podemos contemplar una de las iglesias medievales más importantes de la ciudad, se trata de la Colegiata de Sant’Orso, empezó románica en sus inicios, pero se amplió y completó en estilo gótico. De este primer periodo medieval se conserva la cripta, la torre campanario, los frescos del desván, un mosaico de Sansón matando a un león, asientos de madera tallada…vamos que alberga algunas de las piezas artísticas más valiosas del románico italiano. Pero tal vez lo mejor lo encontramos en el claustro, y son sus capiteles historiados, esculpidos en mármol, y representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento y de la vida de san Orso, además de animales fantásticos y escenas muy creativas…


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