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miércoles, 28 de enero de 2015

Los Médici, "sanguine decet non virtude niti" poderosos mecenas y guerreros.


Antes de que aparecieran los Médici en escena, el emblema de Florencia, el estandarte de la ciudad solía ser una lirio blanco sobre un fondo rojo, hasta que un buen día la obsesión que tenían por la sangre de las batallas la familia Médici decidió que era hora de cambiar el emblema, bueno más que cambiarlo lo que hizo fue invertir los colores. Originariamente el emblema de la ciudad tal y como hemos dichos lirio blanco sobre fondo rojo, se transformó en un lirio rojo sangre y bajo el lirio escribieron: "Sanguine decet, non virtude niti"  (hace falta basarse en la sangre no en el mérito". Según cuentan los florentinos fue Cosme el Viejo el que tuvo la idea, dicen que mientras le estaban pintando el lirio en el escudo para un torneo, se dirigió al pintor y exclamó: "Blanco no, blanco no! la ciudad tiene que saber quienes somos: píntalo de rojo, que correrá la sangre!

Dante, el gran escritor lo explica en "Convivio". En la capilla de los Principes della Iglesia de San Lorenzo, aparece el emblema según querían los Médici. 
La Iglesia de San Lorenzo era la parroquia de los Médicis, la familia florentina que dominó la escena política de Florencia durante más de tres siglos, desde el XV al XVIII.  Esta iglesia nos sorprende exteriormente, pues la fachada esta inacabada, le falta el típico revestimiento exterior de mármol. El dinero, o más bien la falta del mismo, pues se terminó antes que la decoración de la fachada. Es una pena porque era un proyecto de Miguel Ángel, sólo podemos imaginarnos como podría haber sido. Las obras del edificio comenzaron a principios del siglo XV, antes había en este lugar una iglesia mucho más pequeña, además de ser una de las más antiguas de Florencia. 
"Einblick LH San Lorenzo Florenz" by Stefan Bauer, http://www.ferras.at - Own work. Licensed under CC BY-SA 2.5 via Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Einblick_LH_San_Lorenzo_Florenz.jpg#/media/File:Einblick_LH_San_Lorenzo_Florenz.jpg
El bisabuelo de Lorenzo, Giovanni de Bicci, que amasó una fortuna como banquero, decidió transformar aquella pequeña capilla medieval en el templo de la familia. Para ello encargó la reforma a Brunelleschi. El interior es blanco y gris, muy sobrio, un espacio a la medida del hombre. Cosme el Viejo, que sucedió a su padre en la financiación de las obras era muy hábil en los negocios, y por supuesto también lo era en política, pero el sentimiento religioso había cambiado, y con él el gusto. Los espacios tenían que estar más definidos, ser más comprensibles, ordenados en el que triunfaba la perspectiva. Esta perspectiva la podemos ver mirando hacia el altar mayor las columnas que están más lejos parecen más pequeñas de las que están más cerca, y se irán haciendo cada vez más pequeñas a medida que aumenta la distancia; mientras que las líneas del suelo parece que se acercan. Pero es nuestro ojo el que hace que parezca así: claramente las columnas son todas iguales y las lineas del suelo son paralelas. La Sacristía Vieja es obra de Cosme, bueno como él quería hacer las cosas a lo grande, y no se conformaba con una simple capilla privada. Había encargado a Brunelleschi y a Donatello que le construyeran y decoraran una estancia a la izquierda del altar mayor, a la que llamaría Sacristía Vieja. Es un espacio absolutamente geométrico, un cubo con una cúpula semi esférica, todo ello en blanco y bordeado de piedra gris. La sensación que tienes es que el espacio no te aplasta ni te produce vértigo, sino que se desarrolla racionalmente alrededor, haciéndote sentir el centro del universo. Como era una novedad para la época, la gente solía venir desde lejos para verla. Las tumbas de los padres de Cosme se encuentran bajo una mesa de mármol, no es muy bonito pero si práctico para los sacerdotes que apoyan el cáliz en el altar y se arrodillaban recogidos en oración, a la vez que honraban la memoria de los muertos. En esta sacristía están también las tumbas de los hijos de Cosme, Juan y Pedro el Gotoso.
"San Lorenzo, tomba di Cosimo il Vecchio" by Sailko - Own work. Licensed under CC BY 2.5 via Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:San_Lorenzo,_tomba_di_Cosimo_il_Vecchio.JPG#/media/File:San_Lorenzo,_tomba_di_Cosimo_il_Vecchio.JPG
Cosme quiso ser sepultado bajo el pavimento en el centro de la iglesia, justo delante del altar. De esta manera nos da a entender de que toda la vida había estado en el centro de atención de la política florentina, pero al mismo tiempo alejado de los focos, digamos que pecaba de falsa modestia.
Otro punto interesante son las Capillas Mediceas, para verlas debemos dar la vuelta por detrás de la iglesia hasta llegar a la capilla de los Príncipes. Nos encontramos delante de un espacio de forma compleja, completamente revestido de mármoles de colores procedentes de distintos lugares, tan rico en tonalidades y dibujos que parece imposible saber donde empieza el suelo y terminan las paredes. 

















En el siglo XVII Fernando I decidió construir un gran mausoleo para la familia, y que había sido el gran sueño de su padre Cosme I. Con esta obra los Médicis lograron asombrar a los señores de otros estados, y a sus propios súbditos, en esa época fue considerado una de las maravillas del mundo. Hay dieciséis escudos de armas en piedras duras y que representan a las ciudades toscanas conquistadas y anexionadas al gran ducado. La decoración de anillos con diamantes es uno de los emblemas de la familia, dando a entender de que además de ser poderosos, eran resistentes y luminosos como el diamante. Se puede decir que los Médicis podrían ser de todo menos modestos, pues el proyecto original era todavía más grandioso, pues la cúpula de la capilla debía estar recubierta de lapislázuli e incrustaciones de bronce dorado. Pero no les dio tiempo, la dinastía se extinguió antes de poder acabar las obras previstas.  A través de un corto y estrecho pasillo, y a través de una puerta más bien baja a la izquierda podemos acceder a la sacristía Nueva. Casi todo el mundo viene directo hacia ellas, para ver las obras de arte que alberga. Obras hechas por el más grande de todos, Miguel Ángel. La tumba de los dos hermanos, Lorenzo duque de Urbino, y la de Juliano duque de Nemours se encuentran a la derecha, pero están inacabadas. En el mausoleo del duque de Urbino tenemos las figuras de la Aurora y el Crepúsculo. A la derecha encontramos la tumba de Juliano (este si que era hijo de Lorenzo el Magnífico, se encuentra representado con una coraza y la vara de comandante, a sus pies tiene las esculturas del Día y la Noche. Si os fijáis bien las miradas de Lorenzo y de Juliano convergen hacia la escultura que representa a la Virgen y el Niño, que está sobre la tumba de Lorenzo el Magnífico y su hermano, éstas no son de Miguel Ángel sino de Montorsoli y de Rafaello de Montelupo.

«Palazzo Medici Apr 2008 (3)-Palazzo Medici Apr 2008 (5)» de Of the individual pictures, Gryffindor, of the panorama, Roland Geider (Ogre) - Image:Palazzo Medici Apr 2008 (3).JPGImage:Palazzo Medici Apr 2008 (4).JPGImage:Palazzo Medici Apr 2008 (5).JPG. Disponible bajo la licencia CC BY 3.0 vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Palazzo_Medici_Apr_2008_(3)-Palazzo_Medici_Apr_2008_(5).jpg#/media/File:Palazzo_Medici_Apr_2008_(3)-Palazzo_Medici_Apr_2008_(5).jpg

Ahora  hablaremos del Palazzo Medici-Riccardi.  

Situado en la vía Cavour, lo identificaremos por los “tondi”, los medallones en relieve que hay repartidos por las cornisas, y que nos dan una idea del poder y la riqueza de esta familia. El palacio comenzó a edificarse con Cosme el Viejo, el año 1444. El lugar donde regresó Cosme el Viejo, después de volver del destierro. Tan sólo tuvo que esperar unos 10 años para poder volver a Florencia. El palacio era tanto residencia particular como centro de negocios de la familia. Lo primero que hizo fue encargar el diseño a Brunelleschi, pero después se lo pensó mejor, no fuera a ser que el artista se pasara con la monumentalidad de la obra y volviera a despertar envidias y rivalidades políticas. Ya había tenido suficiente con el destierro. Es entonces cuando escoge a Michelozzo, que comenzó la construcción del palacio en 1444. Con su mampostería escalonada y la cornisa sobresaliendo, está considerado como el primer palacio puramente renacentista de la ciudad. En los años posteriores su estilo marcaría las construcciones palaciegas de Florencia. Los elegantes ventanales con dos arcos estructuran toda la fachada. Los cuadros de la mampostería van perdiendo visiblemente peso según van ganando en altura. Las dos arcadas en la esquina de la Vía de Gori estaban abiertas en un principio, pero se cerraron en 1517, según un boceto de Miguel Ángel. Casi todo el mundo sube corriendo al primer piso, pero es mejor ver primero el “cortile” que nos parece un claustro. Tiene tres pisos, el de arriba del todo hay una loggia abierta, después viene un piso con ventanas dobles y en la planta baja un pórtico cuadrado, con tres arcadas de estilo brunellesco a cada lado. Por encima de estas arcadas hay un amplio friso, con medallones en relieve, son ocho en total al igual que el número de ventanas, a estos medallones se les conoce como “Tondo” y son el escudo heráldico de los Médicis. Después de ver el patio hay que subir al primer piso para contemplar la obra de Benozzo Gozzoli, la Comitiva de los Reyes Magos de Oriente.
Mientras aún vivía Lorenzo de Médicis en él, el Gran Duque Cosme renunció en 1540 a la antigua residencia familiar y se trasladó al Palazzo Vecchio, porque creía que éste representaba mejor el nuevo poder de los Médicis. Así que el palacio fue vendido a la familia Riccardi en 1665, de ahí su nombre. Actualmente aloja el Gobierno Civil de Florencia, así como la Biblioteca Riccardiana, fundada por Riccardi a finales del siglo XVI. Ésta biblioteca contiene 4.000 valiosos manuscritos, entre ellas obras autobiográficas y extraordinarias caligrafías en miniatura. Pero tal vez lo que llama mucho la atención es la capilla de los Médicis, está en la primera planta, se la conoce como la Capella dei Magi, pues es famosa por los frescos de Benozzo Gozzoli. 
El fresco "Comitiva de los Reyes Magos de oriente" se realizó entre 1459 y 1460. La obra representa al ostentoso séquito de griegos que habían venido a la ciudad en 1459 para celebrar la llegada del Papa Pío II. De modo que el rey más joven tiene los rasgos del joven Lorenzo de Médicis (el Magnífico). En la comitiva podemos reconocer también a Cosme junto a su hijo Pedro el Gotoso. El autor de la obra, Gozzoli, también se auto retrató, lo reconoceremos porque es el que lleva una birrete que pone "Opus Benotii". 

Los Médici  fueron una estirpe o familia digamos que "especial" pues sería largo y complicado explicar todo lo referente a dicha familia, no se entiende que una estirpe como ésta, tan dictatorial, que no dudaba en utilizar la mano dura para defender sus intereses y provocar revueltas sangrantes, a la vez favoreciera la arquitectura, la pintura y la escultura como nadie lo había hecho ni lo haría en décadas posteriores.

Y todo tiene comienzo en el siglo XII, los mercaderes y aventureros suelen llevar en la cintura o en las sillas de su caballo unas bolsas de cuero llenas de piezas de oro para comprar o bien es la recaudación de sus negocios. Los peregrinos y cruzados que van hacia Tierra Santa también van cargados de oros y piedras preciosas. Los salteadores de caminos y piratas se aprovechan de ello, también lo hacen los señores y hombres de armas que obligan a pagar rescates o bien obligan a los viajantes a pagar por su protección. Para evitar estos incidentes, los pagos de las compras se comienzan a repartir escalonadamente de feria en feria, a una venta le corresponde una compra y viceversa, pero hay que tener en cuenta las acuñaciones monetarias, pues el valor del oro varía de una ciudad a otra. Es por ello que surge una herramienta versátil, un invento bastante práctico: la letra de cambio, que permitirá al viajero pagar en el lugar de donde salen las mercancías  que obtendrá de muy lejos, tal vez en otra ciudad, o en otro país. El buen funcionamiento del sistema  necesita que haya, a través de toda Europa, unos corresponsales que conozcan, valoren y gestionen estas letras de cambio. Durante el siglo XII también se generaliza la práctica de asegurar la mercancía. Los Médicis como banqueros son los pioneros y amos absolutos de todo este nuevo sistema financiero. Giovanni di Bicci (1360-1429), el primero de esta gran saga, consiguió el solito acumular una fortuna inmensa de 180.000 florines, junto con créditos y bienes inmuebles. Con todo ese dinero Bicci pagó el monumento funerario de Balthazar Coscia, enterrado en el baptisterio florentino. También construyó el Hospital de los Inocentes, y empezó la reconstrucción de la basílica de San Lorenzo, en la sacristía de esta basílica fue sepultado en 1429, en un sarcófago de estilo renacentista que colocaron bajo el altar de mármol, justo recién acabada la basílica.
El prestigio y el poder de Giovanni de Bicci se consolidó con su heredero, su hijo Cosme “el viejo”, al que también le gustaba edificar. Brunelleschi lo convenció de que los edificios durante miles de años contribuirían a dar renombre a los que los hacían construir. Los proyectos de Brunelleschi eran demasiado lentos para Cosme el viejo, por eso Michelozzo fue su arquitecto de confianza. En la Vía Larga, Cosme hizo construir el Convento de San Marco, colocó en él a una congregación de Dominicos a la que nunca le falto el dinero, pues se convirtió en su protector. Este convento era revolucionario, pues resultaba funcional y práctico. Tenía dos claustros grandes y dos pequeños, dos comedores, un hospicio, una  hospedería, una gran Sala del Capítulo y un templo. En el piso superior estaban las celdas y una gran librería, la primera librería que se abrió libremente a sabios y estudiosos. El recinto también tenía unos cuantos huertos, al que solía acudir Cosme para cultivarlos personalmente.
Cosme tuvo dos hijos, Juan y Pedro, a éste último lo llamaron “el gotoso” por la enfermedad que sufrió durante buena parte de su vida. Juan era el mayor, y era un “bon vivant”, tanto que murió antes que su padre, se rumoreaba que los placeres de la carne y la buena mesa se lo llevaron por delante.
En 1469 Pedro el Gotoso estaba totalmente paralizado por la gota, hasta el punto que sólo podía hablar, de esta guisa asistió a la boda e su hijo Lorenzo con Clarissa Orsini. Para celebrar el enlace que duró tres días, se celebró un torneo en la plaza de Santa Croce, donde fue proclamado vencedor Lorenzo. Pedro en cambio entre enfermedad y enfermedad se dedicaba al arte, tenía un gusto muy refinado, pero pasó desapercibido en la historia gracias a su hijo Lorenzo (el Magnífico). En 1469 Pedro estaba tan mal, totalmente paralizado por la gota hasta el punto de que sólo podía hablar. En este estado asistió a la boda de su hijo Lorenzo con Clarissa Orsini, una muchacha romana. Era la primera vez que un Médici se casaba con una mujer que no era florentina, las celebraciones se realizaron en la plaza de la Santa Croce y en el torneo Lorenzo participó y curiosamente salió como indiscutible ganador.
Collection of the Museum of Ventura County, Private Collection
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Lorenzo el magnífico era un hombre cultivado, poeta, filósofo, amante de la belleza... tal vez porque carecía de ella, de belleza digo, pues físicamente era poco agraciado. Esa falta de belleza la suplía con una educación exquisita y unas maneras verdaderamente magníficas y refinadas. Fue el mecenas de los más grandes artistas de la segunda mitad del siglo XV, todos esculpieron, pintaron y construyeron para él. Su hermano Giuliano, estaba destinado a ser cardenal desde su nacimiento, pero fue asesinado en la catedral de Santa María dei Fiore en 1478, tal y como ya explicamos en otro post. Pero a todo el mundo le llega su hora, y al Magnífico también le llegó. Murió a los 43 años y también de gota, como su hermano, está claro que los excesos se pagan... Los florentinos creyeron que su muerte iba acompañada de señales premonitorias de alguna gran catástrofe, pues dos días antes un relámpago había caído sobre la cúpula de la catedral, y había roto la enervadura de mármol del lado que daba al palacio de los Médici, además los leones que estaban en la jaula detrás del palacio de la Signoria, se pelearon entre ellos y murieron, además una estrella apareció encima de Villa Careggi, donde moría Lorenzo. Hay que decir que durante esa época un fraile llegado de Ferrara, un tal Girolamo Savonarola, como gran predicador que era, empezó a profetizar desgracias de todo tipo que caerían sobre la ciudad de Florencia, procedentes directamente del cielo para castigar la impiedad y el libertinaje de los florentinos, y que mejor manera que empezar por sus mandatarios...
Como siempre si queréis saber más hay una serie en DVD que se llama The Medici: Godfathers of the Renaissance.


miércoles, 21 de enero de 2015

Madrid 1936, salvando las grandes obras del Museo del Prado.



Hoy hablaremos de un museo que no estaba ideado para ser un museo, pues Carlos III tenía intención de destinar el edificio a ser sede del Real Gabinete de Historia Natural. Pero la invasión de Napoleón Bonaparte hizo que se cambiase de idea, se decidió crear un museo a imagen de los que ya había por las grandes capitales europeas. Su nombre iba a ser el de Museo Josefino (en honor a José Bonaparte, hermano del emperador y que estuvo durante un tiempo por estos lares manejado el feudo del emperador, hay que tener en cuenta que para los españoles con nuestra guasa característica lo conocemos como "Pepe Botella"). Al final fue Fernando VII "el deseado" pues llegó después de que los franceses arriaran velas, el que tomó la decisión definitiva de alojar en él las Colecciones Reales. En 1819 se abrió por primera vez al público. El nombre tiene su miga pues se debe a una simple coincidencia con el lugar en el que se levantó el edificio, un prado. Concretamente era el Prado de los Jerónimos, un terreno adyacente al Monasterio de los Jerónimos. En un principio llevó el nombre de Museo Real de Pinturas, y Museo Nacional de Pintura y Escultura. Pero al final el pueblo fue el que le dio el nombre que lleva en 1920, nada de nombres rimbombantes, vamos a ver, no está situado en un prado, pues ea!... Museo del Prado!
Del Prado hay mucho que decir y que explicar, pero hoy os quiero hacer partícipes de unos sucesos, que ocurrieron en fechas aciagas para nuestra historia, y que tuvieron como protagonistas a las obras de arte que albergaba, junto con gente anónimas que ayudó a protegerlos durante tres largos años.

Estamos a principios de Junio de 1936, y en España no para de aumentar la tensión entre dos bandos con diferentes ideales. Aún no ha estallado el conocido “Alzamiento”, de momento las obras de arte alojadas en el Museo del Prado no pueden ver lo que se le viene encima al país, tampoco los españoles pueden llegar a saber lo que ocurrirá en los próximos tres años. La gente va pasando el mes de junio entre calores y rumores, pero no es hasta el 18 de julio cuando estalla la guerra. Una guerra cruenta, de hermanos contra hermanos que durará tres años y que servirá de ensayo para la II Guerra Mundial. Tampoco saben que después de la guerra vivirán durante 40 años bajo un mismo yugo, con vencedores y vencidos conviviendo en un mismo pueblo, ciudad o país.

El levantamiento en diversas áreas del país durante ese verano, hizo que empezara un conflicto armado que dividiría el territorio en dos bandos confrontados. Las tropas rebeldes, más preparadas y acondicionadas para el combate estaban situadas en el protectorado de Marruecos y pronto se hicieron fuertes en diferentes ciudades del sur de España. Madrid se decantó por el bando republicano, es decir que apoyaba al gobierno del momento, es por ese motivo en que se convirtió en un objetivo militar de primer orden. Es por ello que ya en el otoño de ese año las tropas rebeldes dirigidas por el general Varela se acercaban a Madrid. Ya en los meses de Octubre y Noviembre se instalaron en los alrededores de la Casa de Campo. Estas tropas rebeldes contaron con la ayuda de la aviación italiana y alemana, que bombardearon la población civil con la excusa de que supuestamente habían objetivos militares ubicados en los barrios madrileños populares. La situación es tan grave que se decide salvaguardar las obras de posibles saqueos. El 6 de noviembre de 1936, los aviones alemanes de la Legión Cóndor se ceban con la ciudad, las bombas alcanzan el Museo del Prado. El presidente de la República, Manuel Azaña, decide que ha llegado el momento de completar la evacuación de las obras iniciada tímidamente bajo la dirección de Rafael Alberti. El presidente considera que puede haber más repúblicas, e incluso más monarquías, pero un tesoro como el que alberga el Prado solo hay uno. Era tal su obsesión por salvar sus obras que llegó a decir que prefería pegarse un tiro, antes de que cualquier cuadro sufriera el más mínimo daño.
En esos momentos de incertidumbre un grupo de gente anónima decide dejarlo todo para poder salvaguardar su arte y su vida, serán los que protegerán y conservarán en nombre del Estado, el Patrimonio Histórico Artístico y bibliográfico, creando la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico del país. Así que un buen día concretamente el 21 de julio, el director del Museo del Prado, don Javier Sánchez Cantón, entrega al conserje del museo una lista con las 250 obras que deben ser retiradas de las salas en caso de alarma. Con la retirada de las obras de las paredes, empezaba el desmantelamiento del Museo del Prado en un intento de ponerlas a salvo. El 30 de agosto el Museo del Prado cierra sus puertas al público. El equipo especial encargado de la protección de las obras estará dirigido por Francisco Javier Sánchez Cantón y Pedro Muguruza. Los cuadros más valiosos se descuelgan y se trasladan a la planta baja del edificio.
El 19 de septiembre el Gobierno nombra director del Museo del Prado a Pablo Ruiz Picasso, pero el pintor no llegará a tomar posesión del cargo, así que Sánchez Cantón continuará ejerciendo de director en funciones. A finales del mes de octubre solo quedan en los muros del Museo algunos cuadros de menor valor cuyo emplazamiento presenta cierta seguridad. Los objetos de las vitrinas, entre otros el Tesoro del Delfín, también son trasladados a una sala de la planta baja cuyas ventanas han sido resguardadas. Las esculturas son protegidas, unas con sacos terreros, otras rodeándolas con cojines llenos de serrín, y en algunos casos se bajan de sus pedestales. Al cabo de pocas semanas todo el contenido del segundo y tercer piso del edificio ha sido evacuado, a excepción de algunas estatuas, las mesas de piedras duras y la biblioteca. Los locales destinados a proteger los cuadros se encuentran todos en la planta baja: la rotonda, las salas de la escuela flamenca, las salas del legado Bosch, el vestíbulo de la rotonda y el pórtico de Murillo.
El 5 de noviembre Sánchez Cantón es informado de que el Gobierno ha decidido trasladar las principales obras de arte a Valencia. Esa misma tarde llega la orden ministerial con la lista de las obras escogidas, en total cuarenta y dos obras que deberán ser preparadas para una inminente evacuación . Treinta y siete cuadros son del Museo, otros cinco provienen de El Escorial, de la iglesia de San Ginés y del Monasterio de la Encarnación, que están alojados en el Museo como medida cautelar.

Del museo se preparan obras de Tiziano, de Tintoretto, de Velázquez, del Greco, de Goya… se hace a regañadientes, pues Sánchez Cantón ve mayor riesgo para la integridad de las obras el viaje que si se quedan en Madrid. El gobierno republicano quiere salvar las obras por motivos de seguridad, aunque no hay que negar de que también hay razones políticas para hacerlo, pues de esta manera mantendrá el control directo del tesoro artístico español. La evacuación se llevará a termino, pero de una manera precaria precisamente porque faltaba personal técnico, los materiales de acondicionamiento y los medios de transporte son escasos. A pesar de las dificultades serán trasladados más de dos mil cuadros, casi toda la colección de tapices reales y miles de libros, documentos y objetos histórico artísticos .
El 16 de noviembre sobre las siete de la tarde el Museo sufre un primer ataque aéreo de los bombarderos italianos y los de la legión Cóndor, nueve bombas incendiarias caen sobre los tejados del edificio, otras tres con gran potencia en los alrededores, lo que provocará que se rompan cristales en las ventanas, galerías y lucernarios  y alguna que otra escultura que se había quedado en el edificio por ser difícil su traslado.
La precaria salida de las primeras obras, fue mejorando en cada viaje. Se embalaron miles de piezas, se recubrieron con cartón impermeable y se empaquetaron a bordo de camiones que viajaban a 15 km por hora.

«Las Meninas, by Diego Velázquez, from Prado in Google Earth» de Diego Velázquez - The Prado in Google Earth: Home - 7th level of zoom, JPEG compression quality: Photoshop 8.. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Las_Meninas,_by_Diego_Vel%C3%A1zquez,_from_Prado_in_Google_Earth.jpg#/media/File:Las_Meninas,_by_Diego_Vel%C3%A1zquez,_from_Prado_in_Google_Earth.jpg
La noche del envío de Las Meninas y el Carlos V a caballo de Tiziano, nadie durmió pues ese viaje fue bastante arduo. En ese traslado se tentó a la suerte de manera bastante imprudente. Sólo el ángel de la guarda de la Infanta Margarita pudo impedir el desastre aquella noche del 9 de diciembre de 1936 en que sendos cuadros cruzaron sobre rodillos el puente del Jarama. En el caso de “Las Meninas” de Velázquez, que debido a su altura, no pudo pasar por debajo de un puente de hierro y gracias a esas personas anónimas fueron llevadas a rastras por los caminos para así conseguir salvarlas. Se confió ciegamente y de forma temeraria en el compromiso y el coraje del pueblo y de los milicianos, a quienes se había concienciado de la trascendencia de su misión. Gracias a su entrega las obras llegaron a salvo a Valencia. Antonio Machado en su día dijo: “En España lo mejor es el pueblo […] en los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”.



«Torres de Serrans» de Felivet - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Torres_de_Serrans.jpg#/media/File:Torres_de_Serrans.jpg
El 2 de enero de 1937 salió camino de Valencia el Retrato ecuestre de Felipe IV, pintado por Velázquez para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. El retrato viajó en un camión militar conducido y custodiado por milicianos, viajó acompañado por la Rendición de Breda (conocido también como Las Lanzas) del mismo pintor. Las obras permanecieron en los depósitos de las Torres de Serranos de Valencia, una autentica fortaleza, permanecieron allí hasta el mes de abril de 1938, cuando se decidió un nuevo traslado hacia Cataluña, concretamente al castillo de Figueres, cerca de la frontera con Francia. Allí les esperaba Manuel de Arpe, el restaurador que iba siguiendo a las obras del Prado. Al pobre restaurador se le acumulaba el trabajo, pues varios cuadros habían sufrido daños con el último traslado. El cajón con el Retrato de Felipe IV a caballo había recibido un golpe con la rama de un árbol, mientras que el de Las Lanzas había chocado contra un balcón. Un mes después, el 7 de mayo, otros dos cuadros sufrían un accidente bastante más grave en el mismo trayecto.
«Castell de Peralada 20» de Gordito1869 - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY 3.0 vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Castell_de_Peralada_20.JPG#/media/File:Castell_de_Peralada_20.JPG
La Carga de los Mamelucos y los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya se rompieron tras chocar con otro balcón. Según los informes estos cuadros llegaron al castillo de Perelada liados en un cilindro, destrozados, hasta tal punto que uno de ellos estaba dividido en dieciocho pedazos. Para poder restaurarlos se trajeron los materiales necesario del extranjero, pues en España escaseaban.
Poco antes de que las tropas insurrectas cortaran el paso entre Levante y Cataluña con la ofensiva de Aragón, en marzo de 1938, el Gobierno republicano así como los intelectuales y el Tesoro Artístico deciden retirarse hacia Barcelona y traerse las obras hacia Cataluña. En siete expediciones viajaron los tapices de las colecciones reales, el Tesoro del Delfín, 361 pinturas del Prado, 52 obras de El Escorial, el Palacio Nacional, la Academia de San Fernando, junto con obras de colecciones privadas. Se depositaron provisionalmente en el Monasterio de Pedralbes una parte, y otra en una casa de Viladrau y en una villa de Sant Hilari. 


Castell de Sant Ferran. Figueres
A finales de abril, se decide trasladar al castillo de San Fernando de Figueras tapices, esculturas y otros objetos. Para mayo y junio trasladan al cercano castillo de Perelada las obras de más valor entre las que se encuentran las pinturas del Prado, las de El Escorial, las del Palacio de Liria y las de la Academia de San Fernando. En el Convento de las Carmelitas vecino se colocaron los tapices, libros y objetos de orfebrería. Pero aún es necesario encontrar un tercer depósito, y en el mes de agosto deciden que las minas de talco de La Vajol, es un buen lugar para ello. Aquí depositarán los objetos requisados por el Tesoro Público, junto con joyas, protegidas por el ministro de Hacienda, que vivirá allí también. El presidente de la República, Azaña, estuvo viviendo junto a los cuadros del Prado en el Castillo de Perelada. 
Pero todas las obras no se quedaron en España, estamos ya en 1939, la guerra está perdida y llega la hora del exilio para muchos españoles. El 3 y 4 de febrero de ese año comenzó de nuevo la operación para evacuar las obras del castillo.
Pero antes de poder hacer el último traslado el pintor Josep Maria Sert se va a Ginebra para entrevistarse con el secretario general de la Sociedad de Naciones con el fin de lograr su apoyo para evacuar el Tesoro Artistico Español. El secretario, Jacques Avenol, se compromete a solicitar al Gobierno republicano la autorización para sacar del país las obras en peligro, con la condición de que la petición sea respaldada por las principales entidades culturales europeas. A su vuelta, Sert, asesorado por Menéndes Pidal y Marañón, inicia las gestiones ante Academia de Bellas Artes de París  poco después la Sociedad de Amigos del Louvre y el Consejo de Museos Nacionales respalda la solicitud. Un mes más tarde los museos holandeses, belgas, suizos e ingleses se suman a la causa.
Las obras son trasladadas en tren, cuando el 13 de febrero llegas las obras a Ginebra, los operarios que abrieron las 572 cajas del tesoro respiraron aliviados, los 45 Velázquez, los 138 Goyas y los 43 Grecos seguían allí con el resto del tesoro. Durante los cuatro días que dura la evacuación se realizan setenta y un viajes. Dentro de dos mil cajas se trasladan los tapices de la colección real, 361 cuadros y 184 dibujos del Museo del Prado, 52 obras del Museo de Arte Moderno, 31 del Palacio Nacional, 16 de la Academia de San Fernando, 15 de El Escorial, 345 de colecciones privadas e iglesias madrileñas, otros tantos procedentes de Cuenca, de Aragón, de Segorbe. A todo esto hay que añadir el Tesoro del Delfín, el de los Quimbayas y el tesoro de la catedral de Cuenca.


«La familia de Carlos IV» de Francisco de Goya - Museo del Prado. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:La_familia_de_Carlos_IV.jpg#/media/File:La_familia_de_Carlos_IV.jpg
Parece mentira que sólo tres de todos los cuadros sufrieran desperfectos durante esta última evacuación: La familia de Carlos IV, de Goya, que en el momento de ser descolgado se cayó sobre la cabeza de un funcionario del Museo del Prado provocando una giba en la parte superior izquierda. Otro fue La lucha con los mamelucos y el tercero Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío” también de Goya, que se desgarraron en un extremo al chocar la caja en la que eran trasladados con un balcón en Benicarló
Durante los cuatro días que dura la evacuación se realizan setenta y un viajes. Dentro de dos mil cajas se trasladan los tapices de la colección real, trescientos sesenta y un cuadros y ciento ochenta y cuatro dibujos del Museo del Prado, cincuenta y dos obras del Museo de Arte Moderno, treinta y una del Palacio Nacional, dieciséis de la Academia de San Fernando, quince de El Escorial, trescientos cuarenta y cinco de colecciones privadas e iglesias madrileñas, once de pueblos de la región centro, once de Cuenca, treinta y siete tablas procedentes de Aragón y diecisiete de Segorbe; además del Tesoro del Delfín, el de los Quimbayas y el de la catedral de Cuenca.
«El Tres de Mayo, by Francisco de Goya, from Prado thin black margin» de El_Tres_de_Mayo,_by_Francisco_de_Goya,_from_Prado_in_Google_Earth.jpg: Francisco de Goyaderivative work: Papa Lima Whiskey 2 - Este archivo se derivó de: El Tres de Mayo, by Francisco de Goya, from Prado in Google Earth.jpg:. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:El_Tres_de_Mayo,_by_Francisco_de_Goya,_from_Prado_thin_black_margin.jpg#/media/File:El_Tres_de_Mayo,_by_Francisco_de_Goya,_from_Prado_thin_black_margin.jpg
Sólo tres de los cuadros habían sufrido desperfectos durante la evacuación: La familia de Carlos IV, de Goya, que en el momento de ser descolgado se cayó sobre la cabeza de un funcionario del Museo del Prado provocando una giba en la parte superior izquierda, y La lucha con los mamelucos y Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, también de Goya, que se desgarraron en un extremo al chocar la caja en que eran trasladadas con un balcón en Benicarló.
Tras una breve exposición en la sede de la Sociedad de Naciones las pinturas fueron devueltas a Madrid en septiembre de 1939. Timoteo Pérez Rubio, presidente de la Junta Central del Tesoro Artístico intentó, sin éxito, hacer entrega de los inventarios elaborados durante la evacuación de las obras al nuevo gobierno militar, presidido por el general Franco, quien, se negó a pagar a la Sociedad de Naciones los gastos de repatriación (tal y como se había acordado con el gobierno derrocado) de dichos gastos se hicieron cargo Cambó, el duque de Alba y Romanones. El nuevo gobierno ordena a Sánchez Cantón que se haga cargo del Museo pero esta vez como subdirector. Se crea el Servicio de Recuperación del Patrimonio Artístico, que localiza en un polvorín de Cartagena varias cajas con cuadros del Museo del Prado, en Alcoy y en Valencia también se encuentras importantes depósitos.

Estación del Norte. Regreso a Madrid de las obras del Museo del Prado. 9 de septiembre de 1939. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Colección Fotográfica Martín Santos Yubero. Madrid.
El regreso de las obras desde Ginebra también tuvo su historia, pues Europa se encuentra bajo la amenaza de una nueva guerra mundial, las obras salen en tren la noche del 6 de septiembre de 1939, en sus bodegas estas las obras del Museo del Prado, cuando llega a Francia recorre todo el país con las luces apagadas, para evitar los bombardeos alemanes. En octubre las obras se encuentran ya en Madrid, tras un periplo de casi tres años. En esta aventura el único que estuvo con las obras de arte desde el mismo momento en que salieron de Madrid, fue el empleado del Museo del Prado, Timoteo Pérez Rubio. Desde Noviembre de 1936 hasta que volvieron el 9 de septiembre de 1939, cuando atravesaron de nuevo las puertas del museo para presidir aquellas paredes. Hay que resaltar que todas esas obras tuvieron unos ángeles humanos que las protegieron y se puede decir que otros ángeles también lo hacían, pues hay casos en que se podrían haber perdido cuadros importantísimos y gracias a la providencia, el destino, la suerte o cómo lo queráis llamar no sufrieron grandes daños.
Debemos dar las gracias a todos aquellos que participaron en la odisea de salvaguardar todas esas obras de arte, pero la verdad es que una vez que los cuadros volvieron a su lugar de origen el reconocimiento que deberían haber tenido no fue tal. Los nombres de todos los participantes acabaron olvidados y enterrados en la ignominia. La propaganda franquista les acusó de destruir o vender las obras, además fueron represalias en su mayoría. Pero hay que reconocerles que a pesar de las dificultades y los errores, fue un logro prodigioso. Suerte que al llegar la democracia pudo rehabilitarse la memoria de aquellos hombres y mujeres. Pero no fue hasta el año 2005 cuando se celebró la exposición Arte Protegido cuando conocimos tal epopeya.

Si queréis saber más el historiador Arturo Colodaro Castellary (Huelva, 1950) reconstruye el relato de lo sucedido en “Éxodo y exilio del arte. La odisea del Museo del Prado durante la Guerra Civil” (Cátedra). También hay un documental “Salvemos el Prado”, realizado por Alfonso Arteseros, con declaraciones de testigos y protagonistas de la aventura. Para los que queráis verlo en película está “La hora de los valientes”, con Gabino Diego y Leonor Watling como protagonistas.
Para ver el documental Las cajas Españolas en este link de Youtube. Merece mucho la pena, y se verá el contexto histórico de lo sucedido.

viernes, 16 de enero de 2015

Santa Croce: la residencia de los hombres ilustres florentinos, la proporción áurea...y un partido de Calcio histórico.



Antes de fijarnos en Santa Croce, debemos pararnos un poco en la gran plaza que la enmarca. Ya desde el siglo XIV en esta plaza se celebraban torneos y fiestas. Incluso se transformaba en un campo de fútbol, pues es precisamente en ella donde se jugaba y aún se juega al “calcio” histórico. Los jugadores van vestidos como los jugadores del siglo XVI a excepción de las zapatillas de deporte. El calcio histórico es un juego violento, pues se necesita fuerza y habilidad. Los jóvenes de buena familia no se hacían de rogar; pues les gustaba lucirse delante de las numerosas muchachas que acudían al evento. Además de que era una ocasión única para saldar cuentas sin tener que pasar la noche al fresco, ya que se pegaban unas buenas somantas camufladas entre las acciones del juego. 


Había cuatro equipos, uno por cada barrio: los blancos son de Santo Spirito, los verdes de San Giovanni, los rojos de Santa María Novella y los azules de Santa Croce, es decir el equipo local. El partido más famoso se jugó el 17 de febrero de 1530 entre los blancos y los verdes. El ejército del emperador Carlos V se encontraba acampado en las afueras de la ciudad, pero así y todo los florentinos decidieron que el partido debía jugarse, así demostrarían que el asedio de la ciudad al que se encontraban sometidos no les importaba lo más mínimo, es más para demostrar aún más desprecio hicieron subir a unos músicos al tejado de Santa Croce. Se ve que algunas balas de cañón volaron por encima, pero los florentinos siguieron con el partido. En el siglo XVIII la tradición quedó olvidada, y no se desenterró hasta el 1930. Desde ese año es una cita fija en el calendario florentino, el 24 de junio, aunque es bastante difícil encontrar entradas para poder disfrutarlo. El partido tiene una duración de una hora. Cada equipo tiene 27 jugadores que se sitúan en el campo, que se encuentra dividido justo por la mitad, mediante una línea blanca, el campo está cubierto de arena y es rectangular, en los lados cortos hay una portería en la que el equipo contrario debe hacer entrar el balón marcando la llamada Caccia, es decir un gol. Cada gol iba acompañado por los disparos de artillería de la culebrina que tenía el cañón largo y delgado. El juego es una mezcla de lucha, fútbol y rugby. Como se puede ver en la foto una mezcla bastante fuerte, con empujones, agarrones, manotazos, patadas… vamos una pelea continua. Y todo para que el equipo vencedor recibiera un ternero. El desfile anterior al partido es espectacular, con más de quinientas personas vestidas con trajes de época y armaduras que van desfilando por las calles al ritmo de trombas y tambores... todo bajo la atenta mirada de la estatua de Dante Alighieri que observa impasible el paso del tiempo y de la gente.
En esta plaza se quemaron los objetos heréticos en tiempos de Savonarola, a finales del siglo XV, donde también tuvieron lugar los célebres sermones  de San Bernardino de Siena, donde practicaba sus milagros. Desde esta plaza Benito Mussolini arengaba a los fascistas florentinos, los famosos camisas negras, de esta plaza salió la primera columna de toda Italia de la famosa Marcha sobre Roma… A cada lado de la plazas se alzan algunos palacios típicamente florentinos, de los que sobresalen dos el Cocchi Serristori, de finales del siglo XV (está en el número 1) y el Palazzo dell’Antella, de principios del siglo XV (en el número 21) con sus fachadas de galerías en salidizo y unos bellos frescos dignos de admirar. Como curiosidad en otro de los palacios de la plaza hay una placa situada a unos tres metros de altura, que nos recuerda hasta donde llegó el agua en el alluvione de 1966 y el de 1557.
Ahora sí, vayamos a conocer la iglesia de Santa Croce. Es gótica, en Italia las iglesias góticas son así, revestidas en mármol blanco y verde, pero hay que decir que dicho revestimiento se hizo a principios del siglo XIX, pues tal y como podemos observar en la foto la fachada era lo último en hacerse, eso si aún quedaba dinero. El espacio interior de la basílica presenta una gran unidad a pesar de los 140 metros de largo por los 40 de ancho que tiene. Sus tres grandes naves, el ritmo de los encaballados, los arcos en ojiva en perspectiva, y el estrecho ábside poligonal del altar mayor flanqueado por cinco capillas pequeñas a cada lado. Son los elementos principales de la gran coherencia i la alta calidad arquitectónica del conjunto. Los grandes vitrales llenos de color le otorgan una animación y colorido que puede hacer que no nos fijemos en el suelo con las losas de las tumbas ( hay unas 276 según la guía Michelin) que pueden hacernos perder pie debido que el pavimento está bastante irregular. En el siglo XVI el gran Vasari instaló altares en los muros laterales y gran cantidad de frescos fueron blanqueados o tapados  con cal.
Originalmente las paredes estaban decoradas con frescos que narraban historias de las vidas de santos; y los franciscanos las contaban durante sus predicaciones y las recitaban en los autos sacramentales, era una especie de teatro religioso que tenía como escenario la plaza. Muchos frescos se han perdido, se han conservado solo algunos en la cabecera, detrás del altar mayor y en las capillas de las ricas familias florentinas del siglo XIV, que como siempre rivalizaban en el retratar a sus santos preferidos.
Pero Santa Croce no es sólo una iglesia para el culto, sino que podríamos decir que puede considerarse como un panteón para los hombres ilustres. Hombres como Miguel Ángel Buonarroti, Alfieri, Maquiavelo, Gioachino Rossini, Leonardo Bruni, Lorenzo Ghiberti,, Ugo Foscolo o Galileo Galilei. Dante también está presente, más bien en alma porque su cuerpo o cenizas siguen en Ravenna. El motivo de que haya tanto genio aquí enterrado es que durante un breve periodo de tiempo de 1865 a 1871 la capital provisional del reino de Italia (acabado de nacer) fue la ciudad de Florencia. Los turistas suelen empezar la visita por la tumba del gran Miguel Ángel e ir siguiendo. 


Tumba de Galileo Galilei
Pero tal vez es mejor hacerlo por la izquierda, por la tumba de Galileo Galilei, ojo con la fecha de nacimiento que pone, no es cierta, ya que su fiel amigo y servidor Vincenzio Viviani la retocó para que coincidiese con la muerte de Miguel Ángel. Para dar a entender que en  Florencia cuando moría un genio, nacía otro el mismo año. La verdad es que Galileo nació exactamente un año después de la clausura del Concilio de Trento (1563). Justo el concilio en el que la censura puso como objetivo principal bloquear toda circulación de nuevas ideas por modestas que éstas fuesen. Setenta años después un sabio de Florencia conocido y reconocido universalmente comparece delante del tribunal de la Santa Inquisición, en Roma. Sus descubrimientos han tirado por tierra todas las antiguas creencias en materia de astronomía. Por aquel tiempo usar un objeto como el telescopio para penetrar la majestad de las esferas celestiales era un atrevimiento muy caro, querer observar la forma del cielo creado por el Altísimo era un acto presuntuoso, casi sacrílego.  Es decir que mirar la creación divina y explicar las novedades que había descubierto al mundo le salió caro. Descubrir que los planetas no son solo puntos luminosos, sino esferas como la Tierra; que Venus tiene fases como las tiene la Luna; que el Sol presenta manchas y que Júpiter está rodeado de satélites estaba mal visto. Pero tal vez lo que más mosqueó a la iglesia fue que suscribiese y apoyase la teoría de Copérnico, según la cual la Tierra no está inmóvil sino que da vueltas alrededor del sol, y eso amigos, era una idea muy peligrosa pues contradecía de lleno a las Sagradas Escrituras. A Giordano Bruno lo habían quemado vivo treinta y tres años antes por decir lo mismo. 

Tumba de Rossini
La tumba de Galileo tiene el busto del genio y una alegoría sobre la geometría. No está destacado en las guías turísticas, tal y como sí lo está el cenotafio de Dante, o las tumbas de Maquiavelo o Miguel Ángel. Otro personaje que está aquí enterrado es el músico Gioacchino Rossini, un ser genial, con un gran sentido del humor, vividor y gastrónomo. Su padre era trompetista y su madre cantante de teatro. Aprendió música el sólo , a los doce años compuso “quattuors” (obras para cuatro instrumentos) y a los treces escribía su primera ópera ( a la que seguirían 41 más). Nació un 29 de febrero de 1792, y murió un viernes 13. Era un tipo trabajador aunque al mismo tiempo un poco gandul, se deleitaba con la música y por las buenas compañías, pasárselo bien, reír, comer y beber sin medida. Era un excelente gourmet y tan buen cocinero que manipulaba las ollas y las especies como cuando tocaba el piano. Fue el más grande compositor de  Italia de su tiempo, y el inventor de muchas recetas deliciosas.  Para Rossini componer era extremadamente fácil, para la mayoría de compositores es necesario como mínimo un año para escribir una ópera, en cambio él, en 1812 escribió seis, incluyendo su ópera más famosa Il Barbiere di Siviglia, que la compuso en 15 días. Cuando tenía 37 años, y después de estrenar la ópera Guillaume Tell (1829) mientras estaba en París viviendo, decidió que era el momento de jubilarse, y lo podía hacer gracias al éxito de sus óperas. Desde 1820 se instaló en París, su casa siempre estaba llena de amigos y amigas dispuestos a celebrar veladas musicales y gastronómicas. Había sido reconocido y admirado por su trabajo, incluso idolatrado, hasta el punto de librarse de acabar como soldado en la campaña de Rusia, junto a los ejércitos de Napoleón. Y todo gracias a que Beauharnais, el virrey de Italia escuchó una de sus primeras óperas y quedó tan impresionado que escribió al ministro de policía: 
“Procure y consiga que nuestro Rossini sea declarado exento del servicio militar. No puedo arriesgarme el exponer al fuego enemigo una vida tan preciosa; ni mis coetáneos en la historia podrían perdonármelo nunca. Se que perdemos un soldado mediocre, pero estoy seguro también que salvaremos para la nación un hombre de genio.”

En la tumba de Maquiavelo una inscripción en latín nos da idea de la magnitud del personaje: "Tanto nomini nullum par elogium" (para un nombre tan grande no hay elogio apropiado). Niccolo Machiavelli era de familia noble, diplomático y canciller de la república florentina, es el escritor más importante de principios del siglo XVI. La tumba se hizo en 1787, doscientos años después de su muerte. A su lado tiene el cenotafio de Dante con quien seguro no congenió en vida, pues no podían ser más opuestos el uno del otro. 
Después de recorrer las diferentes tumbas lo que debemos hacer es entrar en las capillas Peruzzi y Bardi, pero primero hay que verlas desde lejos, y quedarse embobados con ellas, pues llaman mucho más la atención desde lejos que una vez estas en ellas.
La Capilla Peruzzi tiene una rareza pintada en ella, y es que los dos santos que hay pintados como protagonistas son San Juan Bautista y San Juan Evangelista. La verdad es que pocas veces se representan juntos o incluso ni se representan. El Bautista era un santo más bien peludo y frenético que solía ir chillando por el desierto, se alimentaba de saltamontes y se dedicaba a bautizar en el río. El Evangelista era amigo personal de Jesús y le escribió una biografía tan genial y profunda que se reedita continuamente. La explicación es que San Juan Evangelista era el patrón de Giovanni Peruzzi, el multimillonario que encargó las pinturas a Giotto, y el Bautista es el santo patrón de Florencia. Era un acto de vasallaje a la orden más importante de la ciudad, los franciscanos y a la ciudad de Florencia.
Otra capilla interesante es la Capilla Bardi, también esta llena de frescos de Giotto, es la primera a la derecha de la Capilla Mayor. Sé que muchos os preguntaréis porque en algunos casos pongo enlaces de Wikipedia en otro idioma, diferente al que suelo escribir, la razón es que siempre busco el enlace que sea más interesante y que nos pueda facilitar más detalle. Es por eso que en algunos casos estará en francés, inglés, italiano... siempre hay la opción de traducirlo cuando lo consultéis. Aclarado esto sigamos por otra capilla que creo bastante interesante. No nos pararemos en las 16 capillas que tiene Santa Croce, sino que ahora hablaremos de una que me gusta especialmente por su sencillez arquitectónica y que se encuentra en uno de los dos claustros que tiene el complejo de Santa Croce. Se trata de la La Capilla Pazzi.

Esta pequeña capilla funeraria situada en el claustro de la iglesia franciscana de la Santa Croce en Florencia fue Construida entre 1441 y 1443 por el arquitecto Filippo Brunelleschi. por encargo de Andrea de Pazzi, perteneciente a la influyente familia de banqueros florentinos eternos rivales de los Médicis, y contra cada cierto tiempo intentaban conspirar. De pequeñas dimensiones su decoración queda reducida a elementos florales en los casetones de las bóvedas, la repetición del Agnus Dei o cordero de Dios en el entablamiento y, principalmente, en medallones de cerámica con figuras blancas sobre fondo azul, son obra de Lucca della Robbia. En cuanto a la arquitectura Por un lado podemos ver como Brunelleschi recurre a una planta sencilla y clara donde aúna dos formas geométricas, el cuadrado para la planta y el círculo para las bóvedas. Según la mentalidad neoplatónica humanística que imperaba en ese momento, el cuadrado simbolizaba al ser humano mientras el círculo representaría a Dios. Así la unión perfecta de ambas formas geométricas simbolizarían la fusión del Hombre y Dios (lo podemos ver plasmado en el hombre de Vitrubio de Da Vinci. Está considerada como La última obra de Brunelleschi, y la proyectó según las proporciones áureas. Es decir el crecimiento de los volúmenes sigue la secuencia de Fibonacci (sucesión infinita de números naturales: 0,1,1,2,3,5,8,13,…) la fórmula es la que sigue 0+1=1+1=2+1=3+2=5+3=8+5=13….. Y así hasta el infinito. ¿Y por qué es tan especial la sucesión de Fibonacci? pues porque la Naturaleza utiliza esta propiedad para construir sucesiones de longitudes que convergen a la Proporción Áurea, como son las distancias entre ramas sucesivas de un árbol, o las hojas sucesivas en una rama, o las dimensiones de nuestro propio cuerpo… ya se sabe no hay nadie más sabio que la madre naturaleza! si queréis saber un poco más sobre esta capilla en este link.


Aquí os dejo un magnífico vídeo para que tengáis un poquito de ganas para visitarla es de Pietro Pecco, tiene un canal en Youtube interesante. 

jueves, 8 de enero de 2015

Florencia: como salvar un museo al aire libre de guerras, inundaciones y otras desgracias...

         
Florencia es una ciudad pequeña, pero tiene tanto que ver que no te la acabas nunca. En la primera visita quedas tan impresionado por lo que ven tus ojos, que te falta tiempo y aliento para poder verlo todo. Y la verdad es que sólo lo ves, no lo puedes disfrutar. Quieres exprimirlo todo en los pocos días que estarás en ella, empaparte de los grandes artistas del renacimiento, disfrutar de su gastronomía, sentirte florentino... pero es difícil lograrlo, por eso siempre recomiendo una segunda o tercera visita a la ciudad. Y una vez hayamos superado el síndrome de Stendhal, regresemos a ella, pues siempre encontraremos una Florencia diferente, aún siendo la misma durante siglos, que nos mostrará algún detalle, alguna cosa que nos habíamos olvidado entre tanto ajetreo de ir para arriba y para abajo para captarlo todo con nuestra cámara de fotos, o con el smartphone en una mano y la guía de viajes en la otra. 
Hoy nos centraremos en los sucesos que sucedieron en la ciudad, y que podrían habernos privado a las generaciones siguientes el poder disfrutar de tanta belleza. Como cuando en 1940, el gobierno fascista de Mussolini decidió tomar medidas de protección de todas las obras de arte de la ciudad, ante la posibilidad de una guerra inminente. Ante tal alarmante previsión decidieron acolchar algunas estatuas y trasladar otras tantas a un refugio de hormigón en los Jardines Bóboli. A este refugio también se llevaron las puertas del Baptisterio. En la Accademia las obras de Miguel Ángel se encerraron en silos de ladrillo. Muchas pinturas fueron evacuadas de Florencia, y llevadas a las villas de las afueras como Montagnana, Poppiano, Castello Montegufoni. A éste último se trasladaron obras como "La primavera" de Boticelli, "La batalla de San Romano" de Ucello, "La Virgen en el Trono" de Cimabue, y la "Madonna" de Giotto. Un total de 261 obras se escondieron y protegieron en este castillo, a pesar de algunas visitas que solían hacer los de las SS para ver que encontraban y todo gracias a Guido Masti, el criado de Sir George Sitwell (propietario del castillo en ese momento) que se encargó de proteger unas obras valoradas en más de 320 millones de dólares. 

Cimabue [Public domain or Public domain], via Wikimedia Commons
Montefugioni era una fortaleza en la que también se escondieron unas 2.000 personas que procedían de lugares lejanos como Empoli y Castel Fiorentino, estuvieron escondidos en los sótanos y las mazmorras durante unos 15 días. Hasta que un día llegaron las tropas alemanas y lo ocuparon, los refugiados se marcharon huyendo, sólo se quedó Guido y las obras de arte. Los soldados alemanes vivían en las numerosas habitaciones del castillo, y a menudo amenazaban con destruir las obras de arte que allí se albergaban, hasta que un buen día Guido les soltó: "Estas pinturas no pertenecen a una sola nación, sino que son propiedad del mundo" cómo dándoles a entender de que si las destruían serían juzgados por toda la humanidad. Al final la única obra que sufrió fue un Ghirlandaio, era una tabla circular, que los alemanes usaron como tablero de mesa, resultando dañado por las manchas de vino, comida y café... una manera de disfrutar del arte un poco ruda, que les habría costado poner un mantel! Actualmente podéis alojaros en el Castello, pues se ha reconvertido en un hotel y además se celebran bodas, banquetes...
Durante la II Guerra Mundial, ambos bandos consideraron que Florencia debía ser una "ciudad abierta" es decir tenía que evitarse el bombardeo indiscriminado de la ciudad para proteger el patrimonio artístico y cultural de la misma, incluidos los florentinos... (Así se evitaba que la ciudad del renacimiento acabase como Dresden, la conocida "Florencia del Barroco" que acabó totalmente destruida.) Por suerte con Florencia los bombardeos aliados no afectaron mucho a la ciudad, tal vez la peor parte se la llevaron los puentes que cruzaban el Arno, algunos de ellos con cientos de años de antigüedad y todos ellos, a excepción del Ponte Vecchio fueron destruidos por los alemanes el 4 de agosto de 1944, cuando iban de retirada.

Poco antes, el cónsul suizo Karl Steinhauslin (y en honor del cual se bautizó el banco Florentino) había implorado que se salvaran las estatuas de las cuatro estaciones del Ponte Santa Trinità, pero no lo consiguió. También se fue al suelo. Después de la liberación, las excavadoras registraron el fondo del río en busca de las estatuas, incluso cuando el batallón de ingenieros 387 del ejército norteamericano comenzaban a construir los puentes "Bailly", unos puentes provisionales de madera y acero, que acercarían las dos orillas del río (cerca de Galluzo queda un puente de este tipo). 
Finalmente se encontraron las cuatro estaciones, a excepción de la cabeza de la estatua que representaba a la Primavera. Según la autora de "Piedras de Florencia", Mary McCarthy circuló el rumor de que un soldado norteamericano había sido visto con la cabeza perdida. Ante tal rumor el consistorio colgó carteles por toda la ciudad con una foto de la estatua donde se preguntaba: ¿Ha visto a esta mujer? recompensa de 3.000 dólares a quien la devuelva. Pero la cabeza no apareció. En 1958 y una vez se había reconstruido una réplica exacta del puente, usando herramientas renacentistas como las usadas por los constructores originales y lo que quedaba de las estatuas, la primavera incluída pero seguía sin la cabeza. Un buen día mientras se hacían unas obras en el Ponte Vecchio, apareció la cabeza de la Primavera en el lecho del río, tres años después...
Tal y como decíamos Florencia se salvó de la destrucción, en el libro "Saving Italy" se describe el saqueo que sufrió la galería de los Uffizi, y la destrucción de algunas áreas de la ciudad. 
El puente original fue construido en madera, en el 1252, gracias a que la familia Frescobaldi puso el dinero para la realización de la obra, tomó el nombre de la cercana iglesia de la Santa Trinita, sólo estuvo en pie unos siete años, pues en 1259 y bajo el peso de la multitud que asistía a un espectáculo en el Arno, se desplomó. Lo reconstruyeron en piedra, y aguantó un tiempo hasta que cedió a la presión del agua durante la inundación del año 1333, de esa inundación sólo se salvó el Ponte alle Grazie. La reconstrucción fue lenta, y duró casi medio siglo, de 1356 a 1415. Pero en 1557, hubo otra gran inundación que se llevó el puente por delante. El Arno se ha desbordado decenas de veces, generalmente en años con dígitos dobles o triples, y con intervalos de 100 años, (1333,1466,1557,1844,1966) los florentinos supersticiosos esperan otro gran "alluvione" en el 2055 o el 2077, pero tal como está el clima la cosa puede adelantarse.

El puente que podemos contemplar hoy, es un diseño que encargó en su día Cosimo I, y el encargado de la obra fue Bartolomeo Ammannati, aunque el diseño le corresponde a Miguel Ángel, quien sugirió la línea moderna de tres arcos, en referencia a sus estudios y que ya había puesto en práctica en las tumbas de las Capillas de los Médicis y en los pasos de la Biblioteca Laurentina. Se construyó entre los años 1567 y 1571, en piedra sólida de color amarillento. Las estatuas fueron colocadas en 1608, y son obra de diferentes autores: Pietro Francavilla se encargó de la Primavera, Taddeo Landini, del Invierno. Giovanni Caccini hizo dos, el Verano y el Otoño, para celebrar la boda de Cosme II con María Magdalena de Austria.


Pero tal vez la inundación que más se recuerda es la de 1966, la del día 4 de noviembre. En el centro histórico estaba ya todo dispuesto para celebrar el día siguiente el aniversario de la victoria en la Primera Guerra Mundial, hay banderolas y estandartes que engalanan la ciudad, se respira el ambiente de fiesta. Pero la noche trae consigo más precipitaciones y es entonces cuando el caudal empieza a subir y con él la desconfianza. Las noticias de la provincia preocupan, pues algunos afluentes y torrentes empiezan a dar problemas, en algunos pueblos la familias ya se están refugiando en los tejados, la autopista tiene tramos inundados así como la línea del ferrocarril.  A las dos de la madrugada, un afluente se desborda y anega el parque de la Cascine, tres horas después los joyeros del Ponte Vecchio van corriendo a poner en buen recaudo todas sus mercancías. A las 9 de la mañana la catedral ya está rodeada de agua por todas partes, a lo largo del día las aguas irán creciendo e invadiendo otros barrios de la ciudad. En el interior del Duomo se llegó a acumular unos 6 metros de agua, la riada arrancó las Puertas del Paraíso del Baptisterio que acabaron bastantes dañadas, otra obra perjudicada fue la Magdalena Penitente de Donatello
En la Biblioteca Nazionale unos 700.000 libros raros y manuscritos quedaron anegados, pero tal vez una de las pérdidas más sentidas fue la del Cristo de Cimabue, que quedó en un estado lamentable al acabar flotando sobre el lodo en medio de Santa Croce, perdiendo casi el 60% de la superficie pictórica. Los florentinos cuentan que al ser llevada a los talleres de restauración, la gente se arrodillaba y lloraba al ver su penoso estado. Se consiguió restaurarlo pero no quedó como el original.
En Santa Croce y el Claustro de Santa María Novella acabaron sumergidas bajo 4 metros de agua. Era tal la desgracia que había ocurrido en la ciudad, que los florentinos no daban a basto para poder salvar las obras de arte. Pero días después del desastre empezaron a llegar personas de todas las partes del mundo para ayudar en las tareas de desescombro y limpieza. A todos estos voluntarios se les conoce como los Angeli del Fango, es decir los Ángeles del Barro. En el trigésimo aniversario de las inundaciones (1996) la ciudad intentó localizar a todos los que participaron para invitarlos a la ciudad y agradecerles todo su trabajo. Gracias a todos estos voluntario podemos seguir disfrutando de una ciudad como la bella Florencia.
En 1993, el 27 de mayo acababa de comenzar, era la 1 de la madrugada cuando una explosión hizo temblar toda la ciudad. En la Vía dei Georgofili una furgoneta fiat fiorino llena de más de 200 kilos de explosivos, había explotado. El cráter que hizo tenía dos metros de diámetro por uno y medio de profundidad, el motor el coche bomba acabó a 50 metros de distancia. La explosión hizo que la Torre de las Pulgas se colapsara y acabara en el suelo, llevándose la vida de 5 personas. Los 4 integrantes de la familia que guardaba la Accademia Georgofili, que dormían en el último piso de la torre, donde se encontraban durmiendo y otra persona más que se encontraba en la casa de enfrente y que tardaron en identificar porque quedó carbonizada. Toda la zona quedó llena de escombros y vidrios rotos. La misma destrucción reinaba en la galería de los Uffizi, el pasillo diseñado por Giorgio Vasari para unir las dos alas de la galería peligra. Entre las obras dañada hay que destacar el Nacimiento, de Gherardo delle Notti y varios cuadros de Bartolomeo Manfredi que quedaron totalmente destruidos.

El célebre Adonis de Sebastiano del Piombo sufrió un gran corte vertical. Las obras de restauración contaron una una financiación de 20 millones de dólares, para recuperar la estructura del museo, y la sección de catalogación de obras, donde se perdieron unas 30.000 imágenes, además de reconstruir la torre medieval de los Pulci, que se colapsó. Las investigaciones concluyeron de que fue un atentado de la mafia, que en esos años estaba muy activa. Recordad la muerte de los magistrados Falcone y Borsalino, y de otros atentados en Roma. La Mafia había decidido que hacían mucho más daño atacando obras de arte, su teoría era si matamos a un juez, lo sustituyen, si matamos a un policía también, si atacamos la Torre de Pisa el daño al estado sería incalculable e insustituible. En este artículo queda bastante claro.