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martes, 11 de marzo de 2014

Florian, Quadri y Lavena...Los cafés de Venecia





















La primera “tienda de café” en Venecia se abrió en 1683 debajo de las Procuratie Vecchie de la Plaza de San Marcos. El éxito fue inmediato: a mediados del siglo XVIII se contaban en la ciudad más de doscientas “cafeterías”, veinticuatro de las cuales estaban reunidas en la Plaza de San Marcos. Éste fue el escenario que acogió a Giorgio Quadri y su joven esposa griega Naxina, cuando, en 1775, llegaron a Venecia en busca de fortuna procedentes de Corfú. Fue ella la que animó a su marido a vender "l'acqua negra bollente" que estaba ya tan de moda. Para ello la pareja adquirió una vieja y pequeña tienda debajo de las Procuratie Vecchie, y que era conocida como "il Rimedio" un pequeño local donde se vendía vino de Malvasía, considerado un "remedio" porque "revitalizaba el cuerpo y despertaba el espíritu".


La tienda fue ampliada hasta convertirla en un local famoso, antes de venderlo a unos empresarios, que conservaron el nombre aunque lo reformaron para darle el aspecto actual poniendo un restaurante en la primera planta. Durante todo este tiempo el café ha visto pasar por sus mesas desde Balzac, Alejandro Dumas, Lord Byron, a Marcel Proust... hasta llegar a nuestros días, cuyos clientes suelen ser Woody Allen, Robert de Niro, Brad Pitt, y otros tantos famosos cuando hay la Mostra de Venezia.


El Quadri se encuentra en el lado derecho de la plaza, si nos situamos en el lugar de la Basílica de San Marcos, casi en frente del mismo, al otro lado de la plaza está el otro gran café, el Florian. La rivalidad entre ambos ha sido patente pero no por ello les ha afectado, ambos tienen un pequeño quarteto que en verano tocan música en la terraza, y que suelen alternarse a la hora de tocar, es decir mientras unos dan el concierto, lo otros descansan, y así viceversa. La carta es muy parecida, así como los precios...e incluso los clientes famosos, que se los repartían.


El Florian, es un café de principios del siglo XVIII, donde lo más económico es un Espresso por unos 6 euros, si queréis saber los precios para ir preparando la Visa clicar en el siguiente enlace del menú a verdad es que todo tiene muy buena pinta, el problema son los precios... pero ya se sabe si lo que quieres es hacer algo único, con distinción, y en un entorno majestuoso...a pagar toca...


Si por el contrario preferís verlo cómodamente desde casa os recomiendo visitar este tour virtual del Caffe_Florian.


http://www.flickr.com/photos/krancien/
Por último aún nos queda otro café tal vez el menos conocido, pero es el que está más cerca de la Basílica de San Marcos, entre la Torre del Reloj y el Caffè Quadri. Es el Lavena, situado en el rincón más soleado de la plaza el Caffè Lavena ha sido desde 1750, una de las cafeterías más populares de la ciudad. En un principio se llamó Regina d'Ungheria (Reina de Hungría) tal vez porque eran los tiempos de la la ocupación austro-húngara. Aunque los venecianos lo conocían más como el Café Foresti, tenía una clientela internacional que solía necesitar los servicios de los "codega". Carlo Lavena, se hizo cargo de la gestión del local en 1860, le cambió el nombre pero conservó la arquitectura y el mobiliario que había.
Venecia es y siempre ha sido una ciudad oscura, poco iluminada, en un principio, hacia 1128 y tras los múltiples asesinatos que se cometían en la ciudad, se instalaron lámparas de aceite al lado de los "capitelli" (la imágenes religiosas que se pueden encontrar en diferentes puntos de la ciudad, imágenes de vírgenes y santos). A partir de 1450 el gobierno decretó que todos los que circulasen más tarde de las 3 de la madrugada debían hacerlo con una linterna. Los pobres lo hacían con velas, mientras que los nobles iban acompañados por un criado provisto de una linterna. A partir de ahí es cuando aparece la figura de los "codega", era un servicio que solían ofrecer los cafés de la Plaza San Marcos, unos guías provistos de farolillos que acompañaban a sus clientes por la ciudad y así evitaban que más de uno fuera a parar a algún canal o no supiera regresar a su domicilio. El Codega pude ser considerado como uno de los primeros guías de la ciudad.
Uno de los clientes más significativos que tuvo este café fue Richard Wagner, uno de los grandes genios de la música de todos los tiempos, fue el que lo dio a conocer tras convertirse en un cliente habitual. Casi todos los días Wagner, acompañado de su gondolero de confianza se entretenía entre las cinco y las seis de la tarde charlando con el dueño. Nunca se sentaba en la plaza, lo hacía en el balcón superior junto a su esposa Cósima, hija ilegítima de Franz Liszt, y tomaba una merienda o una copa de coñac. Sus biógrafos coinciden de que fue en este café donde compuso muchas de las páginas de Parsifal. Muchos otros músicos de la época visitaron el café atraídos por la fama del alemán, como Arthur Rubinstein, Rostropovich y otros tantos...

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